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domingo, 25 de abril de 2010
Glenn Ford, la emoción justa
Glenn Ford fue un admirable actor que, aunque no se convirtiera en un icono como otras 'estrellas', demostró una considerable versatilidad, capaz de alternar comedia y drama con brillantez, y siempre con ese gran arte que es el de 'menos es más'. El saber modular los pequeños gestos, los matices de voz, y condensar en su mirada complejos procesos emocionales o estados de ánimo. Aunque comenzara su carrera antes de la segunda guerra mundial, fue tras volver de ésta cuando se propulsó gracias a 'Gilda' (1946), de Charles Vidor, película, pienso, con más peso de mítica fetichista que de valores reales. En el cine negro fue protagonista de una de sus cimas, 'Los sobornados' (1953), y de crear uno de sus grandes personajes, el detective de policía Bannion. Dentro del género hay que destacar, también con Lang, 'Deseos humanos' (1954), o 'Relato criminal' (1949), de Joseph H Lewis y 'Chantaje contra una mujer' (1962) de Blake Edwards. Más en los lindes del policíaco brilla especialmente en 'Rapto' (1956) de Alex Segal, cuya versión realizada por Ron Howard, 'Rescate' (1996), con Mel Gibson, es considerablemente inferior. Si en ésta aireaban la acción, alternando las perspectivas de la familia cuya hija ha sido secuestrada con la de los secuestradores, en la de Segal se confina en el hogar de la familia, posibilitando una narración más tensa y claustrofóbica, y consiguiendo que fuera más intenso el dilema al que se enfrenta el padre que encarna magistralmente Ford. En el western protagonizó alguna de las más grandes obras de los 50. Fue fructífera su colaboración con Delmer Daves, para el que interpretaría memorables personajes, tan contrastados y diferentes como los de 'Cowboy' (1958), 'El tren de las 3'10 (1957) y 'Jubal' (1956). Sin olvidar un notable western olvidado como 'Llega un pistolero' (1956) de Russell Rouse, o la irregular, aun con secuencias excepcionales,'Cimarrón' (1960) de Anthony Mann. Como aguda fue su creación del protagonista de un western que transitaba de modo más acusado la comedia, la agradable 'Furia en el valle' (1958) de George Marshall, realizador con el que colaboraría en varias obras, aunque más bien discretas, exceptuando la deliciosa comedia 'Un muerto recalcitrante' (1959). En este género hay que destacar sobremanera la maravillosa 'Un gangster para un milagro' (1961),de Frank Capra, en cuya producción participó y que le reportó un globo al mejor actor de comedia. Sin olvidar 'El noviazgo del padre de Eddie' (1962), de Vincente Minelli, con quien rodaría, en otra de sus grandes creaciones, 'Los cuatro jinetes del apocalipsis' (1962). Otras sugerentes obras a recordar son 'Semilla de maldad' (1954), de Richard Brooks, 'Así acaba la noche' (1941) de John Cromwell, 'El hombre del Alamo' (1953) de Budd Boeticher, un poco conocido thriller, 'Paula' (1947), de Richard Wallace, o su breve pero brillante intervención en 'Superman' (1978).
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Dicen que la escena de la bofetada en Gilda se la dió de verdad, me gustó su papel de Jonathan kent el padre adoptivo de Superman.
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