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martes, 28 de septiembre de 2010
Emmanuelle Beart, exuberancia y desgarro
Entre 1991 y 1992 Emmanuelle Beart (en la imagen fotografiada por Marcel Hartmann) despuntó con tres interpretaciones muy contrastadas, que daban prueba de su talento, en tres títulos estupendos como La bella mentirosa (1991), de Jacques Rivette, En la boca, no (1991) de André Techiné y Un corazón en invierno (1992), de Claude Sautet, ésta junto a su entonces pareja, el extraordinario Daniel Auteuil. La exuberante sensualidad se conjugaba con la capacidad de expresar las más desgarradas emociones ( a remarcar, en la última, la secuencia en la que reprende, en el bar, con rabia doliente al personaje de Auteuil su incapacidad de amar y su irresponsable modo de jugar con sentimientos ajenos).Admirable también estuvo en la extraordinaria El infierno (1994), de Claude Chabrol, y en su muy sugerente segunda colaboración con Claude Sautet, Nelly y el señor Arnaud (1995). Tras cruzar el atlántico y dar un toque de distinción en la efectista y mediocre Misión imposible (1996), de Brian De Palma, ha proseguido su carrera en Francia, en títulos como Le temps retrouvé (1999), de Raul Ruiz, Los destinos sentimentales (2000), de Olivier Assayas, 8 mujeres (2002), de Francois Ozon o Los fugitivos (2003) y Los testigos (2007), de André Techiné
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