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jueves, 26 de febrero de 2015

Fuerza mayor

Las avalanchas de la vida son imprevistas. No se ven venir. Y no sabes cómo reaccionarás. No sabes qué fuerza mayor, qué impulso, te dominará. Quizás sepas enfrentarte al imprevisto, a eso que llaman accidentes de la vida, quizá no, quizá optes por salir corriendo, quizá te quedes paralizado. Quizás porque piensas que todo está bajo control, y no lo está. La vida no te conduce con certificado de seguros. No te puedes fiar. La vida te puede despeñar en el vacío cuando menos lo esperas. Quizá sea por injerencia o influencia de los otros, quizá por ese inescrutable algoritmo que es la aleatoriedad. Hay quienes saben cómo reaccionar, sin vacilar, en las situaciones de riesgo o peligro. Hay quienes no se dejan llevar por el pánico, y saben reaccionar con templanza. Hay quienes saben actuar con prestancia para resolver una circunstancia problemática, o para evitar aquella que tiene visos de serlo por la recurrencia de indicativos que inclinan la balanza de las posibilidades hacia la catástrofe. Hay quien sabe actuar porque sabe intuir. Es una voluntad atenta, a los signos de la realidad, y a las consecuencias sobre los otros. Hay quien no, quizá porque esté acostumbrado a ir de turista por la vida, como si fuera inmune, como si el mundo girara alrededor de él. Así parece ser, en 'Fuerza mayor' (Turist, 2014), de Ruben Ostlund, Tomas (Johanes Bah Kunke), quien se ve dominado por una fuerza mayor que le impulsa a salir corriendo, aunque sin dejarse atrás el móvil, cuando cree que una avalancha de nieve puede abalanzarse sobre la terraza en la que está desayunando en su estancia turística, un breve descanso en su agitado ritmo laboral. A quienes sí se deja atrás, sin pensárselo, sin vacilar, es a su esposa, Ebba (Lisa Loven Kongsli) y sus dos hijos. Aunque él lo niegue, posteriormente, una y otra vez, con ella, o con quien sea con el que salga el tema de conversación. Suele sacarlo a colación la misma Ebba, a quien le cuesta asimilar su reiterada negación, como si hubiera sufrido un accidente, y aún estuviera aturdida. Resulta difícil encajarla, seguir como si nada hubiera corrido. Su negación de realidad es como si alguien la golpeara repetidamente.
El impulso de Ebba fue proteger a sus hijos. Fue su reacción instintiva. Pero ya no son cuatro, sino tres y un extraño. El orden se ha quebrado, ya todo parece desplazado. No porque algo no se diga no existe, aunque sea una práctica social extendida. La negación de su marido es como si una fisura resquebrajara progresivamente la pantalla con la que se había conformado su vida. La vida de previsiones, que quizá no fuera tan satisfactoria, porque ya en las secuencias iniciales Ebba ironiza con el hecho de que Tomas haya aceptado disfrutar de su compañía tomándose unas vacaciones. ¿En qué medida se dicen las cosas en esa relación, cuánto comparten realmente?.Se intuye que la vida de Tomas es la de quien tiene puesto el piloto automático en su vida laboral, con el complemento de la vida familiar. Ebba también parece alguien que se ha ajustado y adaptado a un modelo de vida que es el que debe ser, y en el que se incluye la relación marital. Por eso, no sabe encajar lo que no sólo resulta una decepción, sino que le distancia de alguien que de repente no siente que conozca. Como si se hubiera desajustado el guión, y no supiera quién es ese otro personaje que parece el mismo de antes. ¿Debe seguir los pasos de su vida de trámites establecidos como si nada? Ebba no entiende a quien puede mantener varias relaciones a un mismo tiempo, como cuestiona, quizá demasiado airadamente, a su amiga, pero quizá esa reacción airada sea porque de repente su relación, la relación monógama, la relación instituida, la relación sobre la que había erigido su estabilidad, el pilón alrededor del que volaba, se ha derrumbado. ¿A quién ama? ¿Con quién se relaciona? ¿Su vida tiene algún fundamento si lo real no se ajusta al modelo, o revela que vivía más un modelo que algo real? Los cimientos de la vida se revelan inconsistentes. Y de paso la pantalla que se había establecido. Se percibe el ruido del proyector, la película se ha quemado o se ha salido.
Su anterior película, 'Play' (2011), se centraba, o descentraba, sobre un juego de poder, de humillaciones, de un grupo de niños negros a dos blancos. Se invertían las posiciones, quien estaba acostumbrado a estar subordinado en al distribución de privilegios sociales se resarcía humillando a un emblema de quien detenta la posición de privilegio. En la planificación prevalecían los planos generales de larga duración, como si la distancia remarcara la condición de escenario, y la sensación de una violencia agazapada, comprimida, en la sociedad sueca. En 'Fuerza mayor' se alterna el tipo de planificación, como oscila entre el drama y la comedia, entre la desesperación y lo irrisorio, como oscila la relación entre marido y esposa, desencajados, con el paso cambiado, entre aproximaciones o distancias, aproximaciones que a veces son ficticias, meros maquillajes de un falso entendimiento, intento de reactivar el trámite de relación con la realidad como si fueran dispositivos. Las interrogantes, como fisuras, también se extienden a la relación de su amigo, Harry, y su joven pareja. Como una explosión en la distancia que desestabiliza las presunciones, lo que crees que tu pareja piensa o espera de ti. En un instante te preguntas cómo te mira o qué noción tiene de ti.
Los planos generales a veces inciden en esa falsa sensación de seguridad. El encuadre de la vida puede ser vulnerado. Tomas y Harry están sentados en unas sillas en la nieve, tomando unas cervezas en el exterior de un bar, y una mujer le dice a Tomas que su amiga ha dicho que es el hombre más atractivo entre los presentes. Por un momento, Tomas siente que se recupera de su imagen dañada, que es alguien que puede ser admirado, alguien que destaca, no alguien patético, tan patético que incluso niega sus actos patéticos porque es consciente de lo patético y despreciable, y no puede aguantar el mirarse a sí mismo. Pero la mujer vuelve para decir que la amiga se refería a otro. Hasta su amigo Harry se revuelve, como si también le afectara a él. Porque a Harry también se le ha desajustado la relación con su pareja. En la discusión con su novia, tras que ella le diga que podía imaginar que él reaccionara como Tomas en la misma situación, se enciende y se apaga la luz una y otra vez, porque él no puede dormir después de lo que ella le ha soltado, como si su relación hubiera sufrido un apagón. Te preguntas, enciendes la luz una y otra vez, no puedes dormir, ¿o es que estabas dormido en esa relación? Sientes que estás en el centro del encuadre, y no es más que una ilusión. O no sabes quién es el que ocupa tu lugar. Una avalancha de cualquier tipo puede arrasar con tu seguridad, tus certezas o cualquier atisbo de vanidad.

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