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sábado, 5 de junio de 2010

El gran carnaval

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Billy Wilder en 'El gran carnaval' (1951) disecciona, con ácido escalpelo, una forma de periodismo al que no le importa la verdad, sino la noticia 'sensacional' que capte la atención del público, y cualquier medio es válido para lograrlo. Tatum (Kirk Douglas) ha sido despedido de varios periódicos por su intemperancia. El azar, o una averia de su coche, provoca que acabe en un pueblo perdido de Nuevo Mexico, donde se ofrece en el periódico local. Pero Tatum es un periodista ambicioso, y arrogante, que quiere ser 'alguien' en la profesión. Le importa más su posición, su nombre, que el trabajo que realiza. Y su oportunidad surge cuando el dueño de un restaurante de la zona queda enterrado en una cueva, debido al desprendimiento de unas rocas. Ya dispone de una 'mina' de noticia (ese 'as en el agujero' al que alude el título original, 'Ace in the hole'). Y, Tatum, por supuesto, se 'desprenderá' de cualquier escrupulo para convertir aquel hecho en un titular, a escala nacional. Y, para ello, además, debe conseguir que el hecho dure lo suficiente como 'noticia'. Así que cuando el sheriff local le diga que sólo restarán unas horas para poder salvarle, Tatum le sugerirá que utilicen otro medio de rescate, que comporte que se tarde más en liberarle, convenciéndole con el argumento de que una noticia así ayudará a la campaña de re-elección del sheriff. Y ya está montada la 'atracción de feria' del circo mediático.
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Cada vez acudirán más personas al lugar de los hechos, movidas por la curiosidad, y, consecuentemente, se montarán diversos comercios para hacer negocio con la multitud de curiosos. Tatum sabrá cómo trenzar los hilos de la noticia, por ejemplo, haciendo pasar a la esposa del hombre atrapado, como esposa sufriente y entregada, cuando ella estaba a punto de abandonar a su marido. Todas las relaciones se revelan como mero intercambio de intereses. El paisaje humano es tan árido y pedregoso como aquel en el que la acción tiene lugar. No importan las vidas en juego, solo el espectaculo, que posibilita alcanzar el renombre o la fama, estar en el centro del foco, porque hasta los curiosos que se acercan, en el fondo, lo hacen porque por un instante se sienten parte del centro de atención. El relato deviene tetricamente espectral, opresivo, haciéndonos sentir que todos estamos atrapados en ese agujero.

El gran carnaval (1951). o su más corrosivo título en inglés, aunque menos explicito, Ace in the hole (El as en el agujero), es demoledora en su visión del más depredador sentido del periodismo. Una obra sombría, e inclemente, que por desgracia, no ha perdido actualidad alguna. Podría formar con 'El dulce sabor del éxito' (1957), de Alexander McKendrick, un ejemplar diptico sobre el lado ya no oscuro sino terrorífico del periodismo.

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