Tengo que reconocerlo, cuando era niño no sentía mucha simpatía por los musicales...más bien me exasperaba porque sentía que interrumpian la acción, y en bastantes ocasiones sentía que aquellos personajes sonreían demasiado ( quizá se quedaran con aquel rictus de sonrisa para siempre)...No, no se puede decir que fuera mi género favorito...pero con el tiempo he logrado reconciliarme con él..es cierto que alguna de esas sensaciones persisten en algunos casos, pero comencé a disfrutar de esa otra forma de 'representar' la realidad, o más en concreto, de expresar y proyectar las emociones...como canto exultante de vida, como proyección de conflictos internos, o como dialogo con los propios sentimientos o con los del otro...otra forma de expresarlos, al fin y al cabo, más allá de las palabras...
Asi que empecé a disfrutar con Gene Kelly, Dan Dailey y Michael Kidd bailando en la calle, usando tapas de cubos de basura para sus pasos de baile en 'Siempre hace buen tiempo' de Stanley Donen y Kelly...o el mismo Kelly haciendo del acto de trocear un papel con sus pies toda una danza, en 'Summer stock', de Charles Walters...o el baile entre Kelly y Leslie Caron junto al Sena, en 'Un americano en Paris',de Minelli, donde sus sentimientos dialogan a través de una conversación coreografiada...o la fuga onírica del número final, que impulsa que los sentimientos se resitúen...o qué decir de los más que conocidos números de 'Cantando bajo la lluvia', de Donen y Kelly, el que da el título al film interpretado por, de nuevo,Kelly, o el que realiza Donald O'Connor en el tema 'make em laugh'... ambos depurados ejemplos de pura exaltación vital...algo que se puede aplicar también al celebre 'That's entertaining' de 'Melodias de Broadway 1955', de Minelli...Los momentos musicales se convierten en contrapuntos o 'expresiones alternativas' (algo más que manifiesto en Corazonada, donde los personajes dirimen en sus bailes y canciones sus conflictos sentimentales no resueltos, o en 'On connait la chanson' o'Chicago' donde se expresa a través de la música lo que se siente o piensa pero no se dice)...O se acentúa lo que hay de representación en la realidad, como, por ejemplo en las estupendas 'My fair lady' o 'Les girls', ambas de George Cukor...
Y ya, caso aparte, mi musical favorito, 'Ha nacido una estrella', de Cukor, puro melodrama, desgarrador, celebrativo e intenso ( a lo que ayuda la interpretacion del inmenso James Mason, que crea la que es mi interpretación favorita, ¿alguien ha sabido 'escuchar y reaccionar' con tal sutil elocuencia, como cuando su mujer le canta para animarle, tanto que la atención más que en ella, tambien magnifica, no puede evitarse centrarse en él?)....Todo esto viene a colación del reciente estreno de dos musicales, Sweeney Todd, de Tim Burton, y 'Encantada' de Kevin Lima...Si algo es cierto, es que desde los 60 el género músical ha decrecido su frecuencia de producción...y de calidad...y estas dos últimas obras no levantarán el listón...
Ambas comparten un interesante planteamiento que no saben desarrollar satisfactoriamente, quedándose a medio camino, o menos...Eso sí, en cierto modo, ambas sorprenden, una para bien, porque 'Encantada' tiene más interés del previsto, aunque puntual, y 'Sweeney Tood', pese a sus atractivos, decepciona, sobre todo viniendo del firmante de dos grandes obras como 'Eduardo manostijeras' o 'Big fish'...Como musical resulta más interesante el planteamiento de 'Encantada', aunque como digo no aproveche para desarrollar a fondo la sugestiva idea con la que juega, e incluso, devaluándola...Dos mundos se contraponen, y en uno 'cantan', y en otro no creen ya en ninguna música (de los sentimientos)...en uno se vive entre los cliches del romanticismo de princesas y principes azules, y en otro ya sólo se cree en relaciones asentadas en vínculos afectivos pragmáticos, porque lo de los finales felices es, precisamente, un cuento...
Sí, el primero es un mundo de dibujos animados, donde nos encontramos con una princesa cantarina, Giselle, mezcla de Cenicienta y Blancanieves, rodeada de animalitos con los que canta feliz sobre el entusiasmo del primer beso a quien amas, y hay principes que capturan agresivos duendes gigantescos, y donde se dan los flechazos cuando se encuentran ( o más bien ella cae en sus brazos), y claro, también una reina malvada celosa de esa princesa, a la que no 'traga' como posible consorte de su hijo el principe...y se la juega...y la princesa cae en un 'agujero'...que da a esta realidad, no precisamente animada...uno de los detalles más ingeniosos es que la salida a este mundo es a través de una alcantarilla, que da a una calle céntrica de Nueva York...La jubilosa e ingenua princesa (ahora real encarnada estupendamente por Amy Adams) se encuentra con un mundo que no entiende...
Y rápidamente conoce a su contrapunto, Robert(Patrick Dempsey) un viudo que no cree en enamoramientos 'de película', abogado divorcista, para más enfasis en su descreimiento, y que está dispuesto a prometerse 'pragmaticamente' con su novia...Tras Giselle 'surgen' de las alcantarillas, el principe (James Marsden), que acude en su busqueda, acompañado de la ardilla, Pips, y, claro, el secuaz de la reina, Nathaniel (Timothy Spall) dispuesto a envenenar con manzanas a la princesa para impedir su unión con el principe...La lástima es que no se aprovecha esos extremos contrastes entre la ingenua credulidad entusiasta en el amor del mundo animado, y el descreimiento del mundo real, entreverado entre las problematicas circunstancias y relaciones asentadas en intercambios egoistas...no se ahonda en ello, ni siquiera esteticamente, ya que el universo real parece casi una continuación del animado...se atora en los clichés de la más convencional comedia romántica, sin incidir en turbios alcantarillados expresivos...los mismos personajes reales parecen más 'tipos' que personajes con relieve real...lo que pudiera haberse trabajado esa realidad 'alternativa' como espejo de las carencias del mundo real se queda en bosquejo...
Pero quedan momentos y apuntes sueltos que tienen su gracia, y que dan la medida de lo que pudiera haber sido el film...Los puntuales números musicales son pertinentes, porque es la expresión de los personajes de ese mundo, y 'alteran' la realidad, como el número del parque, planteando otro posible ángulo de relación emocional con la realidad...o el de Giselle en el apartamento de Robert, cuando se dispone a ordenarlo y limpiarlo, ayudado por...ratas, palomas y cucarachas...réplicas como la de Robert cuando ve al principe, también cantando, y dice, 'no, otro que canta'...O gags relacionados con el principe, como cuando se encarama sobre un autobús, pensando que es un dragón, y atraviesa el techo con su espada, que rasga la bolsa de la compra de una anciana, o cuando salta de un puente entonando una de las estrofas de una canción y es atropellado por un grupo de ciclistas, o sobre todo, lo mejor de la función, lo relacionado con la ardilla animatrónica, Pips, desesperado porque el lelo principe no le entiende cuando se comunica con él por mímica...Sí, se agradecen detalles como que, al final, sea Giselle, la que espada en mano se enfrenta al dragón (en lo que se ha convertido la reina malvada), para salvar a su amado, invirtiendo el molde de que sea el hombre el que rescate a su dama, pero el apunte, como otros, se diluye en el almibar de las convenciones...
En cambio, poco almibar tiene 'Sweeney Todd'...bueno, no, lo hay, e incluso más irritante que en 'Encantada', como las intervenciones del personaje de Jonathan, voluntarioso ingenuo ( remarco aqui que la utilización del término ingenuo siempre desde un punto de vista positivo, en cuanto carente de doblez, dado que es un termino que parece que ante todo tiene connotación negativa, de 'pardillismo', cosas de este mundo mezquino y cinico)...De la misma forma que estos escuetos apuntes almibarados 'cargan', el tono predominante del film, tenebrista, turbio y nihilista hasta decir basta, 'carga' por saturación...Es como si nos encontraramos con el anverso de 'Eduardo manostijeras', un universo ahogado en las tinieblas de la miseria humana ( pero sin el agudo contraste que allí existía entre el personaje principal y los personales 'normales', que poseían una simpleza, como los mismos colores de su mundo, más terrorífica que el 'raro')...No, aquí no hay contrapuntos o contrastes ( o lo hay pero sin nunguna entidad o fuerza expresiva, como el citado Jonathan y su amada, Johanna, también atrofiados en el más cursi cliché, no es genuina ingenuidad lo suyo, es insipidez)...
Hay quien ya ha apuntado que este barbero asesino, interpretado estupendamente, eso sí, por Johnny Depp ( qué desperdicio de impecable reparto) es aquello en lo que se ha convertido Eduardo manostijeras, un espectro sediento de venganza por la muerte años atrás de su esposa por el vil juez Turpin (imponente Alan Rickman), que porta sus navajas, cual pistolero, como en su momento Eduardo sus tijeras (estas certificaban su imposibilidad de integrarse, o de ser aceptado por el mundo, a no ser como puntual atracción de feria...mientras que las navajas que 'desenfunda' Sweeney son su arma para cercenar un mundo que considera un alcantarillado universal de seres miserables)...Uno se acaba saturando en la recta final de degollamientos sucesivos, y cadaveres cayendo por la trampilla bajo la silla de rasurado sangrante...
Y hay otro aspecto que hace que uno se sature al de diez minutos y no se 'sumerja' en el drama...La música es el hilo narrativo de la película, ocupando mas de tres cuartas partes de la película...de hecho, los personajes empiezan ya cantando en la primera secuencia...aqui no hay 'alternancia' entre secuencias cantadas y dialogadas, y eso, a mi modo de ver, crea un profundo desequilibrio...Si obras como 'Tommy' o 'The wall', dependían del gusto que a uno le supusiera la omnipresente música (porque cualidades cinematográficas pocas), aqui pasa algo parecido...y todo hay que decirlo, personalmente la misma obra musical me parece una 'patata'...Sólo hay un instante con cierta gracia, y fuerza expresiva como contrapunto, cuando Mrs Lovett (excelente también Helena Bonham Carter) evoca con sus canciones el imaginario mundo luminoso que podría ser su vida con Sweeney...Uno hubiera deseado que hubiera habido más equilibrio entre ambas partes, y así quizá disfrutar de más secuencias como aquella que nos presenta al juez Turpin y su secuaz, Beadle (Timoth Spall, curiosamente también el secuaz de la reina en 'Encantada) amenazando a Jonathan...En fin, es una lástima, porque su imagineria visual, su trabajo fotográfico, sus decorados, su vestuario, es deslumbrante...Quién iba a decir que uno llegaría a disfrutar más con una liviana discreción como 'Encantada' que con una ominosa pesadilla, con espiritu transgresor, como 'Sweeney Todd'...lo siento, entre tanto siniestro gorgorito y navajazos a tutiplen, me quedo con la ardilla animatrónica Pips...Si alguien la ve, que me lo comunique, para jugar a 'películas' con ella...
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