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jueves, 18 de marzo de 2010

Traidor en el infierno

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Hay obras en la que una interpretación que destaca sobremanera no es que eclipse la percepción de las virtudes del conjunto de la película, sino que pone en evidencia sus carencias o limitaciones. Sefton (William Holden) es uno de esos personajes que dejan huella. Es la mordaz mirada de la inteligencia. Una de las mejores creaciones de ese gran actor que fue William Holden, que aportó su profunda mirada, con la que dotaba a sus personajes de los más complejos matices, y que siempre traslucía una aguda inteligencia. Inolvidable, por ejemplo, en 'Grupo salvaje'(1969), 'Misión de audaces' (1959), 'El crepusculo de los dioses' (1950), Fort Bravo' (1953) o 'Picnic' (1955), por citar algunas de las mejores obras que protagonizó. Sefton permanece, en mi memoria, como uno de los grandes personajes de la historia del cine, aunque la película, 'Traidor en el infierno' (Stalag 17, 1953) no esté a su altura, ni sea una de las mejores obras de Billy Wilder. Esta fluctúa entre el drama de guerra y la comedia ( cáustica y grotesca). Pero hay un cierto desequilibrio entre las subtramas, que se hace más evidente por la poderosa personalidad del cáustico personaje de Sexton. Chirría en exceso el grotesco humor que destilan las intervenciones del presunto dueto gracioso formado por Animal y Harry. Sefton destaca en su contraste con los otros compañeros del campo de concentración aleman en que están prisioneros. Pero la relevancia que se da a ese bufo dueto diluye la fuerza de ese contrapunto al conjunto, y dispersa, además, la fluidez dramática, como si convivieran distintas películas dentro de la misma sin acabar de conjugarse. Aparte de hacer aún más intensa la añoranza de una nueva aparición 'escénica' de Sefton.
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Pero ¿Quién es Sefton? Se podría decir que es un 'cuerpo extraño' en su entorno. No, no es precisamente un personaje noble, sino un cínico, despreocupado de las preocupaciones patrías del resto. El va a lo suyo, y se las arregla, para perplejidad de los demás, para conseguir el suministro de lo que fuera, y hacer negocio con ello. Aplica la ley de la supervivencia y saca además beneficio.Sus compañeros son más bien clientes potenciales. Los alemanes aquellos que pueden conseguirle el material para vender. Pero no es un personaje de una pieza. Su cinismo es más bien el del que se ha curtido con demasiados varapalos y desprecios. Sefton sabe lo cruel que es el poder ganarse la vida, o hacerse su lugar, en eso llamado 'tiempo de paz'. Y qué dificil es que te den la oportunidad cuando has crecido en una 'clase' no favorecida, y sabes lo que es padecer las apreturas y las carencias.
Y él no es, como le señala a un oficial de buena familia, alguien que haya disfrutado de esos privilegios de nacimiento que te hacen la vida facil. El ha tenido que combatir en la selva urbana para no dejarse aplastar. Es un reflejo cáustico de esa sociedad, la estadounidense, que se había atribuido el papel de defensora de las libertades y los derechos frente al tiránico fascismo, pero en su interior tambien se sufren las discriminaciones, las desigualdades, o los abusos del poder. No, no es oro todo lo que reluce. Y él aplica las enseñanzas de su país.
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Y por supuesto, cuando se descubra que entre los integrantes de pabellón hay un traidor, que pasa información a los alemanes, Sefton será el primer sospechoso. Y el juicio se convertirá en condena, y sufrirá una brutal paliza. La ironía es que él descubrirá al auténtico traidor ( en una antológica secuencia guiada por el proceso de deducción en la mirada de Holden). Y si se lo hace saber a sus compañeros no es por que se haya redimido y haya recuperado un entusiasmo patrio o colectivo, sino como una forma de hacerles ver su apresurada e injusta presunción.
Y como remate, en su marcha, cuando acompaña al oficial que se fuga, su ironía les sacude de nuevo cuando les dice que si algún dia le ven por la calle que finjan que no le conocen. Su mirada y su gesto de despedida con la mano, cuando baja por la trampilla en el suelo, es una elocuente manera de decirles que os den, ahi os quedáis, yo me las piro. Qué asombroso actor era William Holden.

A destacar también en 'Traidor en el infierno' (1953), de Billy Wilder, la fotografía de Esrnest Laszlo, y la interpretación del cineasta Otto Preminger como el comandante del campo. Si Wilder tiene ante todo fama de mejor guionista que director, no es éste uno de sus guiones más equilibrados. Considero que Wilder alcanzó sus mejores logros a partir de 'Con faldas y a lo loco' (1959). Antes sus obras son muy desiguales, algunas realmente flojas, entre las que destacaría por encima del resto 'El crepusculo de los dioses', 'El gran carnaval', 'Berlin occident' en ncluso 'Arianne' (en la que falla un desajustado Gary Cooper).

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