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jueves, 25 de marzo de 2010

LA Confidencial

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James Ellroy reconoció su admiración por la adaptación de su novela. Mérito tiene el condensar y reestructurar la laberíntica construcción compuesta de tres tramas conjugadas. Se optó por suprimir una de ellas, y tomar elementos de otra, centrándose en una solo, y aún así sus buenos recovecos tiene la trama resultante. Se optó por partir de los crímenes del Nite owl como disparadero de la trama, y la 'navidad sangrienta' ( el apalizamiento de los policías a unos detenidos) como la situación que una a los tres principales personajes y determine su destino y su evolución ( o transformación). El 'animal político' Exley (Guy Pearce) que reivindica un sentido de la justicia sobre el pragmatismo policial que defiende 'el fin justifica los medios', el visceral bruto, White (Russell Crowe) que recurre a la violencia como solución y sostenido en una cruzada contra todo aquel que maltrate a una mujer, y el cínico y elegante Vincennes (Kevin Spacey) que disfruta de los beneficios de ser asesor de la susodicha serie y de los porcentajes por detener a famosos en comandita con el periodista de la revista sensacionalista Hush Hush. Como complemento, el toque de glamour de las prostitutas que asemejan a estrellas, el serial de televisión que ejerce de solapada publicidad sobre las bondades de la policía, que inciden en una cuestión que le interesaba especialmente a su director, Curtis Hanson: los contrastes, o contradicciones, entre realidad e imagen.
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La diana principal es la corrupción institucional, en especial, la policial, representada en Smith (James Cormwell) que utiliza su posición como plataforma de poder sin escrúpulo alguno, pero también la judicial, o la empresarial (los tejemanejes de la especulación inmobiliaria y de suelos) que dejan al gangsterismo como hermanitas de la caridad por comparación. No hay complacencia en ese retrato. De hecho, si hay un vencedor, Exley, es por saber hacer uso de esas mismas conveniencias: aunque elimine a los corruptos, él ha sabido convertirse en un buen depredador que hace uso de la justificación de los expeditivos medios por el buen fin. Al fin y al cabo, es el inteligente animal político. Una de las tramas eliminadas del libro (excepcional, todo hay que decirlo) es la más turbulenta,la relacionada con un asesino en serie. El detalle no es baladí, porque, pese a que refleje un paisaje corrupto, la sordidez, la tortuosidad o el desgarro extremo de la novela están casi ausentes de las imágenes de la película. Destaca, sí, por su vigor narrativo, por su enérgico pulso, sin perder resuello, por su tenso dinamismo que deja espacio para el conflicto íntimo de los personajes, delineado con precisión y ajustados rasgos (el momento en que Vincennes se mira en el espejo y cambia de decisión, que implica cambiar de actitud, a una más compormetida o ética), pero le falta esa zozobra vital, esa áspera visceralidad quecaracteriza la magnífica prosa de Ellroy. Por así decirlo, hubiera sido necesario el Sam Pekinpah de 'Quiero la cabeza de Alfredo Garcia' (1975, o el Fincher de la turbadora 'Zodiac' (de hecho, estuvo a punto de realizar al adaptación de 'La dalia negra' que acabó realizando, desafortunadamente, Brian de Palma con su mediocre adaptación).
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A 'LA Confidential' (1997) creo que le sobra brillo. Hanson declaraba que no quería hacer una película retro, sino con un pálpito de inmediatez, realista. Pero aunque éste no esté ausente, el exquisito mimo caligráfico, la percha de impecables vestuarios y peinados, la medida dirección artística, incide en una cierta desdramatización. La narración fluye con poderoso músculo narrativo, pero con una distancia que aleja de los conflictos de los personajes, como una impecable escenificación que elude sumergirse en esa mirada abisal que cultiva Ellroy. Hay que reconocerle un ingenioso añadido: la muerte de Vincennes(diferente a la del libro), pero no alcanza la dimensión trágica, desgarrada, que tiene en el libro (aunque en éste este narrado rehuyendo el climax: pero incide de modo más doloroso en la trágica conclusión, casi inadvertida, tras una evolución que ha sufrido variados vaivenes y conflictos). En la obra de Hanson brilla el ingenio de esa situación, una secuencia estupenda, pero delata la carencia que impide que la película no haya sido la obra maestra que pudiera haber sido: el necesario aliento desgarrado y turbio, atenuado por tanto cuidado formal, que hace que la brillantemente resuelta secuencia final del tiroteo (retomada de una situación al principio del libro y con otros personajes) esté falta de esa requerida sacudida directa a las entrañas, esa que Peckinpah lanzaba como nadie en los finales de sus mejores obras. La película es un exultante chute energético, pero le falta el necesario demoledor poso que deja la lectura de Ellroy, una sensación de rasgada intemperie vital.

Brillante es la adaptación que realizaron Curtis Hanson y Brian Hengeland para 'LA Confidencial' (1997), de Curtis Hanson, como lo fue la decisión del casting elegido, dos australianos, Russell Crowe y Guy Pearce, en ese momento poco conocidos, y Kevin Spacey, los tres magníficos, como los secundarios, James Cromwell, Danny De Vitto y David Strathairn. También excelentemente acompasada a las imágenes la música de Jerry Goldsmith, y hay que reconocerle la exquisitez caligráfica a la fotografía de Dante Spinotti. Y destacar varias secuencias: el tenso interrogatorio de Exley a los tres negros detenidos y el posterior enfrentamiento con éstos.

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