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lunes, 29 de marzo de 2010

Tess

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'Tess' (1979) causó desconcierto en su momento por parecer salirse de lo que era considerado el 'repertorio' de Roman Polanski. Pero no es sólo que no fuera así, si no que, incluso, pienso no hay obra que brote de sus entrañas de un modo más manifiesto. Tess (Natassja Kinsky) es el emblema de una criatura inocente abocada a la tragedia por la conjunción de los despropósitos de unas circunstancias sociales y un nefasto azar (el cruce casual del padre de Tess, un pobre campesino, con un clérigo que le informa de los ancestros nobles de su familia: determinará que insten a Tess a que visite a sus 'parientes ricos') . Más aún, como delata el hecho de que su conclusión sea entre los dólmenes de Stonehange, queda manifiesto que transciende el reflejo de un tiempo coyuntural, concreto, el de la sociedad del siglo XIX, para convertir las causas que determinan el destino de Tess en reflejo de un atavismo en la condición humana: el que se conjuga en las contrapuestas pero complementarias actitudes de los dos hombres determinantes en la vida de Tess.
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Alex (Leigh Lawson), aquel que se aprovecha de su posición privilegiada para dar rienda suelta a sus caprichos, y sojuzgando con el imperativo de su voluntad: acosa a Tess hasta que la 'posee' (dicho sin eufemismo, viola, ajeno a su voluntad), y la convierte en su amante 'a la fuerza', dejándola embarazada (cuando su hijo agonice su padre se negará a que deje que el sacerdote la bautice, y éste, cuando muera el bebé, no aceptará que lo entierre en tierra santa porque la 'moral' que prevalece no lo permitirá). El otro, Angel (Peter Firth) hijo de clérigo que quiere establecer su propia granja, se define por la rígidez de su 'bondad', o por relacionarse con el mundo y los demás a través de ideas o idealizaciones. Aboga por lo natural, y en Tess ve su representación, y rechaza la corrupción de la clases privilegiadas, pero no logra asumir ni aceptar que su idea de pureza, Tess, hubiera sido mancillada por la violencia de otros. Su corrección moral no deja de ser igual de corrupta que la del que se dejaba llevar por sus instintos, Alex. Y si Tess debió huir de éste ( aunque con el paso de los años no ceja en seguir intentando sojuzgar su voluntad) ahora ve cómo el (supuesto) representante de la pureza la abandona.
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Si no es la imposición del instinto lo que degrada es la rigidez de las ideas morales la que lo hace. Y ambos, a su modo, ven a Tess como una representación (uno un cuerpo deseable que dominar, otro una idea de pureza espíritual): No hay razón ni sensibilidad. Polanski narra esta peripecia vital con un narrativa distante, tan afilada como precisa. Las elipsis trazan un desarrollo dramático en el que se rehuye el énfasis, el subrayado. Del mismo modo, la belleza caligráfica de sus imágenes no se convierten en ornamento, sino que acentúan el contraste con la abyección tétrica ímplicita. La naturaleza, los cambios estacionales, la luminosidad cálida, son un decorado refulgente, un exquisito cuadro que pone en evidencia que las figuras que lo habitan están deshabitadas.

'Tess' (1979) de Roman Polanski,adapta una novela de Thomas Hardy, y cuenta con una gran labor fotográfica de Geoffrey Unsworth y Ghislain Cloquet. Me parece una de as obras más hermosas y logradas de Roman Polanski, junto a 'El quimérico inquilino', 'Repulsión' 'Chinatown' y 'El pianista'. Otra visión implacable sobre la crueldad y desatinos humanos.

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