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sábado, 24 de julio de 2010

Vicent Price, aristócrata del terror

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El gran Vincent Price, desde 1939 cuando rodó 'La torre de Londres' (1939), de Rowland V Lee hasta 'Eduardo Manostijeras' (1990), en la que creó al entrañable creador de tan memorable criatura, ha sido una de las personalidades más carismáticas y cautivadoras de la pantalla. En muchas ocasiones, sobre todo desde que se convirtió en todo un icono del cine de terror a partir de los 60, muy por encima de las películas que interpretaban. Aunque no carezcan de encanto o interés no serían lo mismo las diversas obras que protagonizó para Roger Corman. En estas producción de la American International me sigue pareciendo la más brillante 'La comedia de los terrores' (1964) de Jacques Tourneur.
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Del mismo modo, la simpática pero tampoco brillante 'Los crímenes del Museo de cera' (1953), de Andre De Toth, no sería lo mismo sin su inquietante presencia, su expresión de decadente aristócrata, su inconfundible voz, o más bien su singular forma de entonar las palabras, que parecía estirarse como un reptil, esa singular cadencia que imprimía a las frases como si te envolviera una tela de araña, una entonación casi hipnotizante, puro 'thriller' ( la mejor ocurrencia que tuvieron en el video de la susodicha canción de Michale Jackson, utilizar su voz, que sobrecoge hasta que entran los gorgoritos de Jackson que sobrecogen pero en otro sentido menos 'hechizante'). En los años 40 no logró tener su sitio en la industria norteamericana; de hecho la Fox no le renovó en 1947 cuando se acabó su contrato, y prefirió centrarse en el teatro. Aunque ahí están sus intepretaciones en obras como 'Laura' (1944), de Otto Preminger, 'El castillo de Dragonwyck' (1946), de Joseph L. Manckiewicz, 'Que el cielo la juzgue' (1946), de John M Stahl o 'Noche eterna' de Anatole litvak.
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En los 50 hay que destacar su papel del director de la empresa de comunicación de 'Mientras Nueva York duerme' (1956), demostrando su dominio de la perfidia a ras de suelo, o su participación en la estupenda 'La mosca' (1957), de Kurt Neumann, además de protagonizar 'The baron of Arizona' (1950),de Samuel Fuller o 'House on haunted hill' (1958), o participar en 'Los diez mandamientos' (1956), de Cecil B De Mille. En su reinado como icono del terror hay que rescatar, más allá de sus películas como Doctor Phibes, 'Theater of blood theater' (1973), de Douglas Hickox, en la que ejerce cruenta venganza contra unos críticos de teatro.

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