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miércoles, 21 de julio de 2010
Buenos días
El sentido, irónico, del título de esta deliciosa obra, 'Buenos días' (1959), de Yasujiro Ozu, está relacionado con lo que dice uno de los dos niños, el hermano mayor, que realizan una huelga de silencio tras ser reprendido por su padre cuando han reclamado que les compre una televisión, a lo que su padre se ha negado, instándole a que se calle. El niño replica que los adultos también hablan demasiado, pero no dicen nada,siempre entre frases de cortesía como 'buenos días', 'buenas tardes', 'qué buen tiempo hace'. El profesor de ingles de los niños dice que esas frases hacen más agradables la vida, son como un lubrificante, pero su madre le dirá, a su vez, que no dice las cosas importantes, como por ejemplo reconocer su amor por la tía de los niños: es antológica en la parte final la conversación entre ambos en la estación, diciendo esa serie de frases de cortesía sobre el tiempo que hace, en el que ella repite, corroborando lo que él dice, y quedado constatado que el profesor sigue sin ser capaz de decir las cosas importantes, lo que siente.
El mismo padre de los hijos tardará en reconocer, o explicitar su negación a comprar una televisión, ya que piensa que la televisión conseguirá cien millones de idiotas; y lo dice en el espacio de la taberna, ese espacio público, donde algunos, entre la embriaguez que les causa el sake, logran expresar lo que sienten, como otro vecino expresa su malestar por su inminente jubilación (aspecto que también afecta al padre de los dos niños, insinuándose que es otra de sus razones: el hecho de sentirse ya viejo, pronto prescindible, del mismo modo que la televisión es el reflejo de unos cambios sociales, de un progreso que deja a otros en el arcén de la vida). Pero todos estos aspectos, incluida rebelión infantil, afloran o acaecen a partir de la mitad del relato. En el primer tramo ha prevalecido un contraste, el de los niños fascinados por la televisión (que sus padres rechazan), de este barrio de casas de construcción tradicional ( tan próximas que casi invalidan la intimidad), que, a veces, remarcado por los encuadres parece un espacio angosto, como el ciertas mentalidades:la maraña creada en torno a qué destino se ha dado al dinero de la comunidad; una serie de equívocos que revela la mezquindad de algunas de las vecinas, pero planteado con esa distendida ironía de comedia de enredo (el término se aplica en toda su amplitud).
De hecho, la huelga de silencio de los niños la tomarán como un agravio, como un signo de que la mujer de la que habían sospechado ( infundadamente) les hace un desprecio. De este modo, el silencio de los niños, como sus juegos con los pedos ( se golpean la frente y lanzan pedos) son un corrosivo contraste con un mundo de adultos que o se enmarañan en una comunicación de míseras desconfianzas y reproches o no son capaces de expresar lo que realmente sienten.El plano final es antológico: un plano de los calzoncillos colgados del niño que en el juego de los pedos siempre fracasa y no puede evitar la 'incontinencia' ( su madre es, precisamente, la principal enredadora en esos juegos mezquinos del vecindario).
'Buenos días' (1959), de Yasujiro Ozu es una obra de apariencia más ligera, una comedia en la que se aprecian de modo más acusado sus afinidades con el cine de Jacques Tati ( no sólo la música), pero en cuya serena y distendida mirada palpita una corrosiva irreverencia y una afinada crítica a las dificultades o incapacidades de comunicación.
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