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sábado, 24 de julio de 2010

Días extraños

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'Días extraños' (1995) es junto a 'En tierra hostil' la obra más plena de Kathryn Bigelow, en buena medida debido al dibujo de un gran personaje protagonista, lleno de contrastes. En este Lenny Nero,que interpreta con tal riqueza de matices Ralph Fiennes, una inusual figura de 'héroe' en este género,entre la ciencia ficción y el thriller, ya que no lo es sino que es un personaje fracturado, a la vez que a la deriva, tan vulnerable como falible, de ofuscada impulsividad como de errática indecisión, en un stand by vital que es presente virtual ya que está aún prendido de la memoria virtual de un pasado que tuvo su fin, extraviado en la recreación del mismo que no sino el indicativo de que aún espera que aquel pasado vuelva a ser presente. Las emociones de Nero, su mente, son como esa 'grabación' de la secuencia inicial, en la que unos atracadores huyen de la policir, y el que lleva inserto en la cabeza ese aparato grabador de las experiencias cae en el vacío. De hecho, es Nero quién lo estaba viviendo porque se había colocado ese aparato para ver si podía comercializarlo ( esa su dedicación, o su negocio, vender sueños o fantasías en primer plano, como si los vivieras tú: como el cliente que puede sentir estar en la piel de una mujer mientras se masturba mientras se ducha), pero él no quiere vender 'muertes'.
Claro que él vitalmente, en su obsesión por Faith (Juliette Lewis), su anterior pareja, está en caída libre vital ( aún sigue poníéndose el aparato para revivir aquellos momentos compartidos con Faith), y,además, cual caballero errátco, quiere rescatarla de su actual pareja, Milo (Michael Wincott), un siniestro empresario musical.
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Otra cualidad de la película es cómo conjuga esta fractura emocional de Nero con la fractura de las circunstancias sociales, al borde la explosión (ya en las primeras secuencias vemos las calles como un auténtico campo de batalla. La perturbación más notoria es de índole racial, ya que el movimiento negro está en un tris de la insurreción. El caos emocional de Nero, su afán insurrecto obcecado por rescatar y recuperar a Faith ( en vez de recuperar la fe en sí mismo) encuentra su correspondencia en el caos y descontento social (ese que en aquellos, mediados de los 90, buscaba ignorarse en las entrañas del pais, no queriéndose asumir el desajuste y las desigualdades sobre el que se sostiene). El hecho de que la acción de la película esté ubicada en los días previos a entrar en el año 2000 no es más que una figura retórica que señala esas circunstancias fronterizas, al límite, entre la incertidumbre y la exasperación de un pasado que no se acepta, que necesita una transformación. Narrativamente, la espoleta será la muerte de la voz referencial del movimiento negro, un famoso cantante, Jeriko (Glenn Plummer), el principal incitador a romper esas 'murallas' sociales, y cuyo promotor es Milo ( las líneas de la trama unen la circunstancia social y la de Nero).
Y, en tercer lugar, es la obra, junto a la citada 'En tierra hostil', en la Bigelow ha dado rienda suelta a todo su talento narrativo, visceral y enérgico. Bigelow siempre había demostrado su asombrosa capacidad en realizar vigorosas secuencias de acción, o turbadores momentos malsanos.
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Fuera, aún de modo desigual, en las interesantes y muy sugerentes incursiones en el mundo de los vampiros en 'Los viajeros de la noche'(1987) o en el doble siniestro y la mórbida atracción de las armas y la violencia en 'Acero azul' (1990), pero su desequilbrio era al menos resultado de cierto ánimo de riesgo o de surcar territorios menos complacientes. Es verdad que en ocasiones, queda en evidencia el desajuste entre un perfil de personajes limitado, y sus ejemplares secuencias de acción (no sólo aquella brillante persecución cámara en mano entre callejones y casas, sino el lanzamiento en paracaidas), como en 'Le llaman Bodhi'(1991). Por contra, el equilibrio parecía esterilizar sus rugosidades de estilo en la discreta 'K 19'(2002), aun no careciendo de algún momento remarcable, pero todo parecía demasiado correcto. 'The loveless' (1982) y 'El peso del agua' (2000), son dos rarezas, aunque en la primera su inclinación heterodoxa es más fructifera, y en la segunda fallida en su intento de conjugar narrativamente dos tiempos. El distanciamiento de la primera crea un extrañamiento, mientras que en la segunda se pierde en ese juego de espejos temporales.
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Pero en 'Días extraños' conjuga con impecable armonía el conflicto interior de los personajes, en concreto de Nero (que no sólo entonces, sino aún ahora, hace añorar que pudiera haber más personajes protagonistas en este tipo de obras, tan complejos, tan intensos) con la peripecia externa, con las secuencias de acción, formidables, como el acoso a la chica en el metro porparte los dos policías, encarnados por Vicente D'Onofrio y William Fichtner, a la chica; la persecución automovilistica de los mismos policías a Nero y Mace (Angela Bassett), y la caída en el agua; La pelea en la que Mace se enfrenta a los guardaespaldas de Milo que estaban apalizando a Nero; o el enfrentamiento con los policías en la secuencia del climax, entre la multitud, donde Bigelow domina con afinada eficacia la dilatación temporal narrativa, exasperándola, para que la catarsis sea más exultante. En la resolución sentimental además conjuga ambas líneas, que Nero logre al final tener fe en sí mismo implica que sepa ver a quien ama de verdad, o con quien tiene la real 'conexión', con Mace,y que ésta sea negra y él blanco aporta la insurrecta afirmación de la necesidad de no ver en otra identidad genérica a un opuesto sino a un igual incluso un afín. Eso sí, hay que dejar constancia de un momento especialmente mágico resuelto con hechizante poderío, el momento en que Nero contempla a Faith, en un concierto, interpretando un tema musical ( de PJ Harvey), pleno de intensa y convulsa electricidad, como ese travelling ascendente en grua sobre Nero, aún cautivo de una virtual ilusión de la que se desprenderá al enfrentarse con sus propios 'fantasmas', a la violencia de los que no aceptan la insurrección que implica romper con un pasado represivo.

‎'Días extraños' (1995), es una excelente obra de Kathryn Biglelow, entre el thriller y la ciencia ficción que, inusualmente, conjuga con armonía la acción externa, la alambicada trama, escrita por James Cameron y Jay Cocks, con un poderoso e intenso retrato de un personaje protagonista y su complejo conflicto, encarnado por un admirable Ralph Fiennes, uno de los personajes más fascinantes que ha dado el género en las últimas décadas.

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