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jueves, 4 de marzo de 2010
Watchmen
La primera grata sorpresa con 'Watchmen' (2009), es que Zack Snyder reafirma, y amplifica, las virtudes de su interesante remake 'Amanecer de los muertos' (2004), en vez de incurrir en los vacíos alardes formales de la tediosa '300' (2007). La segunda grata sorpresa es que me parece, junto a la admirable 'El protegido' de M Night Shyalaman, la más notable, sugestiva y compleja obra alrededor o sobre la figura del superheroe. Y, desde luego, la más heterodoxa, turbia y siniestra (puede ser equiparable al 'Sin perdón' de Eastwood en versión superhéroes). Ya no sólo es que se pregunte sobre la figura del héroe, sobre su sentido y razón y sobre sus paradojas y contradicciones, es que se pregunta si la sociedad lo merece, si merece ser salvada. Me parece que va mucho más allá que una obra que ha sido celebrada, para mi gusto, desproporcionadamente, 'El caballero oscuro', de Christopher Nolan. No es que ésta carezca de carezca de atractivo e interés,pero creo que en buena medida el peso de éste reside en la figura, y las apariciones, del personaje de Joker ( y en la brillante creación de Heath Ledger). El resto es buen músculo narrativo, pero queda deslucido, o convencional, al lado de la elaborada estructura narrativa de 'Watchmen', con sus continuos saltos de tiempo adelante y atrás,y sus alternancias de perspectivas ( y, matizo, la versión que he visto no es la estrenada en los cines, sino la de 3 horas, con veinte minutos que la primera).
Si en un primer visionado puede destacar ante todo la turbulenta figura de Rosrcharch, el abismo negro de la identidad que convierte la justicia en una encarnizada lucha contra la desesperación, en el nihilismo transmutado en extremismo inflexible (o integrismo religioso), el reverso tenebroso de la antorcha de la pureza, en posteriores visionados se admira el medido equilibrio entre las partes y el ingenio de la puesta en escena, más allá de la directamente putrida visión que refleja de una sociedad: ya el magnífico detalle de que Nixon, el presidente representante de lo falaz y lo corrupto, lleve siendo elegido varias legislaturas es todo un indicativo (un personaje que nos traslada en el tiempo a las figuras del poder político y militar de 'Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? (1963), de Stanley Kubrick). Las máscaras de los superheroes, de hecho, no son más que el reflejo del autoengaño (Roscharch), o del cinismo (Ozymandias), o de la falta de empatía (Doctor Manhattan). Y, por supuesto, su más directo reflejo distorsionado, ese gran personaje que es 'El comediante'. Cómo responde a la pregunta de 'El buho nocturno' sobre qué ha sido del sueño americano, ya se ha cumplido ( es corrupción, destrucción, crueldad, codicia sin límites). Su figura es la burla del presunto sentido constructivo de la figura del héroe, el rictus de la tétrica broma (mordaz apunte el que participara en el atentado sobre John Kennedy,o que con el doctor Manhattan convirtieran la pesadilla americana, Vietnam, en un triunfo, sostenido por la más brutal violencia: su gesto de disfrute cuando mata con su lanzallamas a los vietnamitas o cuando mata a la mujer embarazada por él, delante de un Doctor Manhattan que, como le señala ante su cuestionamiento, no ha hecho nada para evitarlo cuando pudiera haberlo hecho con sus poderes).
El justo equilibrio de la narración que dedica el necesario espacio para cada uno de los personajes, bien definidos unos y otros y repletos de conflictos, dilemas o contradicciones, se aprecia en que no abundan las escenas de acción, bien dosificadas, y sin que se conviertan en el centro del espectáculo, sino que son en sí mismas expresión de lo que se dirime en el interior de los personajes, y en el corazón mismo de la obra. Aún más, cobran más presencia en su último tramo. Aunque ya la primera secuencia de acción, y cómo no, nocturna, la que refleja la muerte de 'El comediante', es un admirable prodigio de precisión, que marca el mismo tono del film. Mucho se puede destacar de esta obra que, en este género,supera a otras que han recibido más parabienes o entusiasmos, como la citada 'El caballero oscuro', o' Distrito 9' y aún más, 'Star trek'. No creo que haya obra en este subgénero que haya ido tan lejos, y, sobre todo, con tal alarde de ingenio: como última muestra, como utiliza el sonido, amortiguado, en el flashback que nos narra cómo el Doctor Manhattan se convirtió en un sobrenatural fantasma con más superpoderes que nadie ( incluso de destruir el mundo) y tan escasamente empático.
'Watchmen' (2009), de Zack Snyder, con Jackie Earle Haley, Billy Cudrup, Jeffrey Dean Morgan y Matthew Goode, cuenta con un notable guión de David Hayter y Alex Tse, que adapta la novela gráfica de Alan Moore y Dav Gibbons. Entre sus brillantes cualidades, la fotografía de Larry Fong y el diseño de producción de Alex McDowell. Así como el empleo de las canciones, de Bob Dylan, Leonard Cohen o Simon y Garfunkel. Quizá no sea una obra maestra, pero es la propuesta más estimulante dentro de ese subgénero de superheroes en el cuál destacan muy pocas obras, a excepción del 'Batman vuelve' de Tim Burton. Pocas han logrado tan eficazmente el equilibrio entre un siniestro retrato ( o los reversos oscuros) y el espectáculo, sin que éste ahogue o mengue al primero
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