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martes, 10 de agosto de 2010

Náufragos

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‎'Naufragos' (1944), de Alfred Hitchcock, encontró cierta virulenta recepción en el momento de su estreno por su poco espíritu patriotico en tiempos de guerra y tachada incluso de pro fascista. Inclusive, John Steinbeck, que había realizado un primer guión, que fue desechado por Hitchcock, porque estaba sólo centrado en un personaje ( pero su nombre tenía peso popular y se mantuvo junto al título en tamaño bien grande) escribió repetidas veces para que su nombre fuera retirado de una película que no apoyaba como debía al país en tiempos de guerra. Todas esas reacciones provocaron que, aunque iba bien en taquilla, fuera retirada de circulación por el estudio, la Fox, y casi permaneciera cuarenta años escondida en sus anaqueles. Esto quizá pueda sorprender, si se realiza una mirada superficial (algo no muy conveniente antes las sutilezas y desestabilizadoras ambivalencias en el cine de Hitchcock), a quien recuerde el acto final de 'ajusticiamiento' sobre el pérfido capitán alemán. Pero es un final tenebroso, sombrío. Y hay que considerar el detalle de que el único que no participe en el ajusticiamiento es Goerge (Canada Lee) el único negro (camarero, para más señas), aquel que al principio, cuando le preguntan cuál es su voto en la primera discusión, pregunta que si de verdad les importa su opinión. Si los pasajeros de este bote salvavidas son como un microcosmos representativo de la sociedad estadounidense, ese detalle al fin y al cabo equipara casi con el enemigo. El racismo está en todas partes. Y el clasismo.
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Si hay algo que queda claro durante la película es que el entendimiento y la capacidad de organizarse resulta complicado. Por eso, es detalle perversamente irónico que sea el capitán alemán, Willy (Walter Slezak), quien tome el mando en un momento dado, y que les haga sentir que tienen una dirección cierta, y les haga sentir por fin un grupo unido. No deja de ser vitriólica esa consideración sobre la condición humana, y el porqué un régimen como el nazi caló tanto en una sociedad. Hitchcock no hacía distinciones. La diversidad que refleja el bote es emblema de unas diferencias casi irreconciliables. El empresario capitalista enseguida toma el mando, organizando y distribuyendo tareas, pero pronto quedará claro que poca capacidad tiene en una situación que no domina. Sus continuas alusiones a los valores de la democracia, por tanto, no dejan de ser grotescas, como su verguenza final por haberse unido a la chusma, como así la llama, en el ajusticiamiento. Y la relación entre Kovak (John Hodiak), maquinista de origen checoslovaco de inclinaciones comunistas que pronto aboga por lanzar al agua al alemán, y la periodista Constance (Tallulah Bankhead), está tramada sobre la atracción y el rechazo.
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El proceso de Constance marca el hilo de la película. No es es presentada subida en el bote, inmaculada,con su abrigo de visón, y fotografiando con su cámara al primer pasajero, bien embadurnado de petroleo, que llega al bote ( que no es otro que Kovak). Mantiene una actitud de suficiencia, como quien mira siempre desde la distancia, sin implicarse en la realidad y con los demás (Hitchcock realiza un plano desde el visor de su cámara). Se irá descubriendo que su fachada representa el ascenso desde las capas bajas de la sociedad (nació en un barrio cercano al del mismo Kovak), ascenso en el que el fin justifica cualquier medio (representado en la pulsera que porta, regalada por el hombre que la 'sacó' de su barrio pobre).
Durante el viaje, o deriva, irá perdiendo gradualmente todas sus pertenencias, sus símbolos, desde la cámara, a la pulsera en las secuencias finales, pasando por el abrigo de pieles, la maquina de escribir o su maleta, y hasta su aspecto en inicio impoluto al final será el contrario, manchada, despeinada y desaliñada. Puede verse como un antecedente de la Tippi Hedren en 'Los pájaros', o cómo despojar a la arrogancia, a la mirada distante sobre el mundo y los otros que aprende a 'mancharse'.

‎'Naufragos' (1944), como la posterior 'La soga' (1948), es una muestra del talento de Alfred Hitchcock para con un escenario único realizar una película puramente cinematográfica y tan poco teatral ( o si planteamos este término es en cómo ponía en cuestión la noción de representación). Una obra cáustica que pone en evidencia las dificultades del ser humano para vivir en sociedad. Y plena de momentos de ingenio brillante o tan lírica como tenebrosa emoción.

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