Tom Waits, fotografíado por Anton Corbijn. Waits, el gran músico que en una canción decía 'The piano has been drinking but not me', y ha compuesto canciones expresamente para bandas sonoras de películas, también ha destacado en su faceta de actor, con su figura que parece la de una marioneta checa rediviva y esa voz que parece un carraspeo aguardentoso, la voz de un disc jockey de medianoche. Esa voz que se escuchaba en algún momento de 'Mistery Train' (1999), de Jim Jarmusch, y que también recreaba, en su papel de disc jockey (un jockey lleno de bourbon como reza la canción que suena en la película), en aquel deambular nocturno en coche por las calles de New Orleans, en 'Bajo el peso de la ley' (1986), del mismo Jarmusch, con quien colaboró, en un mano a mano con Iggy Pop, en uno de los fragmentos de Coffee and cigarettes (1993), y para quien compuso la banda sonora y canciones de 'Noche en la tierra' (1991).
Otro cineasta con el que ha mantenido una extensa colaboración es Francis Coppola,para quien compuso la bella banda sonora de 'Corazonada' (1982), y para quien interpretó papeles secundarios en 'Rebeldes' (1983), 'La ley de la calle' (1983), en ambas en lides de barman (de más enjundia el segundo, que barruntaba para sí mismo, y 'masticaba' como un chicle, pensamientos sobre el desperdicio del tiempo en la juventud), 'Cotton club' (1984) y 'Dracula' (1992), en la que su interpretación como Renfield era uno de los aspectos más destacados de una muy irregular obra. Como lo era su fugaz intervención como mendigo impedido en su silla de ruedas en 'El rey pescador' (1991), de Terry Gilliam (de nuevo, transmitiendo en su breve aparición una sensación de templada sabiduría de quien ya está en el otro lado, aquel en el que sabe de qué frágil materia está hecha la vida), o su participación en una de las mejores obras de Robert Altman, 'Vidas cruzadas' (1993), en intenso pulso con Lily Tomlyn. Y memorable es su interpretación uno de sus personajes de más envergadura, el 'danzante' diablo de bigotito fino que se mueve cual elegante y sinuosa serpiente, que interpreta en la estupenda 'El imaginario del Doctor Parnassus' (2008), también de Gilliam.
En cuanto a sus composiciones hay que resaltar las que ha realizado para obras como la excelente 'Leolo' (1993), de Jean Claude Lauzon, 'Pena de muerte' (1995), de Tim Robbins, 'Doce monos' (1995), de Terry Gilliam', 'Prenom: Carmen' (1983), de Jean Luc Godard o 'Candy mountain' (1987), de Rudolph Wurlitzer y Robert Frank, en la que fue también uno de los protagonistas. Estas dos facetas de su singular pesonalidad se conjugaron y fueron el centro del documental 'Big time' (1988), de Chris Blum.
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