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miércoles, 11 de agosto de 2010

Una mujer de París

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Al comienzo de 'Una mujer de París' (1923), Charles Chaplin, director de esta hermosa obra, avisa a la audiencia que él no aparece como actor ( que es lo mismo que decir, su muy popular personaje de Charlot), y que es su primera incursión en el melodrama. Y lo es (el mismo título de la película se ve acompañado de un subttítulo, 'Un drama del destino'), pero en su desarrollo se conjugan las sombrías aristas del drama con la distante mirada de la comedia (sobre los personajes o ambientes más que que de situaciones, y con escasos brotes del slapstick que le caracterizaba). Y es que los contrastes son los que traman esta obra. Empezando por los espacios: los tétricos exteriores e interiores nocturnos del prologo, en los que Marie (Edna Purviance) y Jean (Carl Miller), sufren el rechazo de sus respectivos padres a su deseo de casarse y marcharse a París (el padre de Marie la tiene encerrada en su habitación; tras fugarse por la ventana para reunirse con Jean, cierra ventanas y puertas para que no vuelva), contrastan con los luminosos y opulentos decorados de clubs o de la casa en la que vive Marie, un año después, en París, manteniendo una relación con el bon vivant Pierre Ravel (Adolphe Menjou).
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Por supuesto, está la cuestión del destino o azar: Cuando, en las secuencias iniciales, Jean deja en la estación a Marie con los billetes sólo para ir a recoger su maleta a su casa, cuando va a marcharse se encuentra con que su inflexible padre ha sufrido un ataque al corazón (Marie piensa que no va a volver, y marcha sola a París). Un año después el azar o destino propicia un reencuentro entre ambos. Ahora Jean vive con su madre, dedicado a la pintura ( y le propone a Marie ser su modelo). Pero Marie se debate entre ese amor y el hábito al lujo, al nivel de vida que se ha acostumbrado, incluso aceptando que su amante pretenda casarse por conveniencia con otra mujer. Este aspecto será reflejado con un corrosivo toque de comedia en la secuencia en que Marie explica a Pierre que ama a Jean,y que quiere cambiar su vida, y lanza su collar por la ventana. Pero al ver que lo coge un indigente, sale a la calla corriendo tras él para recuperarlo. Otro toque de comedia, ambiental, lo podemos encontar en la secuencia de la fiesta en la que una mujer se va desprendiendo de las vendas que rodean su cuerpo, que las va recogiendo en su cuerpo,también a modo de peonza, otros de lo asistentes de la fiesta, hasta quedar desnuda. Al abrir la secuencia se ha visto a un hombre, más que ebrio, que se desvanece tras el piano. En el cierre de la secuencia, reaparece tras el mismo, y ve a la mujer desnuda (que se oculta ante los otros tras un biombo), y vuelve a desvanecerse.
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Hay otros detalles de contraste de exquisita sutilidad: Cuando Jean se suicida en la sala de entrada del restaurante, cae sobre una fuente en la que está erigida la estatua de una mujer desnuda; cuando, secuencias después, Marie y la madre de Jean lloran ante el cadáver de Jean,al fondo del encuadre se aprecia el cuadro que pintó éste de Marie (en la que la retrató no con la vestimenta que posaba, sino con aquella que portaba la última vez que la vio en el pueblo). En las últimas secuencias, aquellas en las que vemos a Marie viviendo con la madre de Jean en una casa en el campo en la que acogen a niños huérfanos, un letero indica que el ser humano se realiza entregándose a los demás, sirviendo a los otros. Ese contraste entre entrega ( proximidad), y frivolidad o rigidez ( distancia), es lo que ha latido en las entrañas de esta bella obra de afinado equilibrio y medida intensidad tejida sobre contrastes (memorable el plano que inserta de la madre preparando la cena de su hijo, tras que éste se haya suicidado).

‎'Una Mujer de París' (1923), de Charles Chaplin, es un poderoso melodrama tramado sobre los contrastes de ambientes, actitudes y aspiraciones. Una obra que tuvo escaso éxito porque no la protagonizaba él, y además poco tenía que ver con su comedia de slapstick que tanto éxito le había reportado. LLegó a estar cincuenta años retirada de circulación, hasta que Chaplin, un año antes de morir, compuso una nueva banda sonora y la película volvió a circulación.

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