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sábado, 1 de mayo de 2010

Adiós pequeña adiós

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Piensa mal, y no acertarás...Astilla el lugar común, y no veles tu juicio mirando en la dirección erronea, aquella en la que crees que siempre está lo que puedes condenar, y achacar como la raiz del mal que puede irrumpir en esa presunta impoluta normalidad...Ben Affleck, en su primera y afortunada obra como director, Adiós pequeña adiós (2007) nos introduce en ese sendero donde no valen las convencionales señales de tráfico, ni los mapas del lugar común... Es fácil juzgar como condenar, siempre tendremos a los 'monstruos' de turno a los que endosar los males que estan en nosotros, pero no tanto escarbar en la verdadera entraña de la realidad...Sigue la estela de 'Mystic river' (2004), de Clint Eastwood, ya de entrada porque ambas se basan en sendas obras de Dennis Lehane (en otra de sus novelas se basa la controvertida y, para mi gusto, estupenda 'Shutter island', de Martin Scorsese, otra corrosiva exploración de las letrinas del Orden). Comparten la excusa del marco génerico del thriller, como encuesta de un caso, para ir más allá, 'encuestando' a las mismas hechuras de una sociedad, y sobre qué está tramada, asi como poner en evidencia cómo se responde a la irrupción de la violencia, y además infligida sobre figuras simbólicas de la inocencia, adolescente o infantil, dirigiendo la mirada a los detentadores de los 'comportamientos desviados', a los estigmatizados como pervertidos o psicopatas ('Mystic river' iba más allá, poniendo en el foco de esa tormenta como chivo expiatorio al traumatizado por una vejación infantil; su mismo trauma le hace sospechoso de quizás, por trastorno, haberlo reproducido sobre otros)...
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En ambas se señala cómo el mal, o la violencia y el horror, no está 'afuera' (en un perturbado que no tiene que ver con los denominados normales) sino en los propios representantes de la normalidad (tanto en sus actos como en su mentalidad)...No hay transparencia ni inocencia en los mimbres de esa normalidad que tan bien se autojustifica... El mismo orden gesta monstruos, y peor aún, los representantes de ese orden ignoran que ellos son los monstruos, excusándose en presuntas cruzadas, o en el peso de su aflicción...Y ambas también señalan la aleatoriedad que domina la realidad, donde el mismo 'mal' simplemente se gesta accidentalmente, no de modo intencional, o sacudido por un espasmo puntual, fruto de la codicia, una erronea concepción de la 'restitución' de los males sufridos, o la inconsciencia(asi de trágica y absurda es la muerte en 'Mystic river').Affleck, con mano firme, y un estilo despojado, que busca la inmediatez, el envolvernos en un entorno cotidano, como si siguieramos, a través del detective Patrick (Casey Affleck), el reportaje de una encuesta sobre la desaparición de una niña, nos lleva de la mano por un universo donde, precisamente, nada es lo que parece...De ahí, que la narración se quiebre en su segundo tramo, revelándonos que lo sucedido tenía más retorcidas raíces de las aparentes...Adviertes un detalle, escarbas un poco, y descubres un nuevo ángulo con el que enfocar la realidad, en el que las simples codicias y lo aleatorio habían determinado un irresponsable resultado...Todo se invierte, y los que condenaban y perseguían el 'mal' adquieren, ante nuestra mirada, otra condición, y otra influencia.Sí, se habían adjudicado erroneamente los papeles en la función, y los que se arrogaban el papel de 'cruzados', son precisamente los que habían propiciado la sórdida trama...Affleck demuestra su mano maestra en secuencias como el asalto a la casa de los 'pederastas', jugando con lo entrevisto y lo incierto, y se convierte en sinecdoque de lo que después se destapará...
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De acuerdo, 'Mystic river' iba más allá, con un sutil rigor de poderosas corrientes alegóricas...Una inconmensurable obra maestra que miraba al horror de frente...Nunca se ha representado más elocuentemente esa frase de Nietsche de 'No mires al abismo, porque él te mirará a ti', como en la secuencia final del desfile, en la mirada de Laura Linney hacia Marcia gay Harden, que acaba de perder a su marido (Tim Robbins), por un estupido error de apreciación del marido (Sean Penn) de la primera (y todo hay que decirlo, incluso de la misma esposa del personaje de Tim Robbins)...Es una mirada que dice, 'calla, mira hacia otro lado, nada ha ocurrido, sigamos con el desfile, ocultemos nuestras verguenzas, hasta que encontremos otro chivo expiatorio al que intentar achacar los males que estan en nosotros, y volvamos a equivocarnos'...Lo terrible de Mystic river, no es que no encuentre solución, es que muestra por qué nunca la ha habido, ni la habrá, condensada en esa mirada...Y por qué se volverán a cometer los mismos errores, y se reincidirá en la misma ciega violencia, que quedará oculta bajo la superficie, como la simbólica imagen de las aguas del 'mystic river' que cierra el film. Aquel niño que fue vejado por unos representantes del orden que portaban una cruz, y cuyos amigos ven cómo se lo llevan en un coche, de nuevo verá cómo le llevan, en otro coche, a otro lugar donde ya no sólo será vejado, sino ejecutado por ser sospechoso de la muerte de la hija de su (presunto) mejor amigo (Sean Penn), el cual se toma la justicia por su mano...Todo se repite, una y otra vez...Es el orden el que está corrompido, y reproduce y desata la violencia...Quizás, como en el escueto y hermoso plano final de 'Adiós pequeña adiós' (con Patrick sentado en un extremo de un sofá, y en el otro, la niña), por lo menos, queda el gesto de aquel que sí se preocupa de esclarecer la verdad, y de proteger al inocente, sin retorcido o camuflado interés alguno.

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