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martes, 11 de mayo de 2010
Miriam Hopkins, el terror de los rodajes
Miriam Hopkins parece ser la única capaz de lograr una reprimenda en un set del rodaje del generalmente temperado Edward G Robinson. Y es que parece que la actriz, aunque considerada un encanto fuera de un set, era el terror de los rodajes, por su tendencia a llegar tarde a los mismos, por su falta de concentración y despreocupación por las señales de posición según el ángulo de cámara. Lo más destacado de su obra está en sus inicios, en las dos grandes comedias que protagonizó con Ernst Lubitsch, 'Un ladrón en mi alcoba' (1931) y 'Una mujer para dos' (1933). Con Rouben Maumolian rodó 'El hombre y el monstruo' (1931), una de las más celebradas versiones del Doctor Jeckyll y Mr Hyde, con el que rodaría también 'La feria de las vanidades' (1935), en su papel más reconocido. Trabajó con Howard Hawks en 'Barbary coast' (1935), con Edmund Goulding en 'La hermanita' (1939) y con William Wyler 'Estos tres' (1936). Sería con Wyler con quien más trabajaría en sus muy esporádicas apariciones en el cine a partir de mediados de las 40, como en 'La heredera' (1949) 'Carrie' (1952) y 'La calumnia' (1961). En estos años, hasta finales de los 60, también trabajó con Mitchell Leisen en 'Casada y con dos suegras' (1951) o con Arthur Penn en 'La jauria humana' (1966)
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