Janet Leigh, en compañía de su marido entonces, Tony Curtis, sirviendo un café a Orson Welles, con el que trabajaría en 'Sed de mal' (1958). Aunque por la expresión con que le han sorprendido a Welles pareciera que le está dando alguna infusión para calmar la acidez de estomago por todas las penurias sufridas para poder rodar, cuando no para simplemente poder rodar en las condiciones deseables.
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