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miércoles, 26 de mayo de 2010

The fall. El sueño de Alejandría

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La fantasía, espejismo o impulso de reconciliación. La mente, espacio en conflicto con la realidad, y clave para resolver la escisión entre ambas. Ya en la primera y anterior obra de Tarsem Singh, La celda (2000), se diferenciaba esos dos mundos narrativamente. Una psiquiatra se introducía en la mente de un criminal en coma, para descubrir la localización de una víctima en peligro de muerte, y debía enfrentarse a sus traumas, o ‘fantasmas’, para conseguirlo. Ese pulso se resentía de un superfluo simbolismo y del alarde visual con el que se representaba el interior de la mente perturbada, limitando su alcance a la fascinación ‘estática’. Pero en ‘The fall’ afina y complejiza la interacción entre los fantasmas de la mente y una realidad vulnerable.
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Un hombre postrado en un hospital, parapléjico por una fatal caída, relata a otra paciente, una niña, una fantasía exótica, evocadora de ‘Las mil y una noche’, en la que cinco variopintos personajes se entregan a la odisea de rescatar a la amada de uno de ellos. El relato como ‘distracción’, cura y proyección. Su condición porosa se revela en cómo los giros de su desarrollo están influenciados, ‘alterados’, por las vivencias recientes del narrador, y la relación que se va creando con la niña. Los personajes mismos poseen rostros, y así lo iremos descubriendo paulatinamente, de otros reales que rodean a ambos personajes (son parte de su historia personal, periféricos o influyentes). La ficción se manifiesta, en principio, como rehabilitación de una caída metafórica, la decepción amorosa que sufrió el narrador y que le impulsó a un intento de suicidio (el rescate de la ilusión). Aunque la propulsión de la fantasía se va calando con el desesperanzado pesar del narrador, revistiéndose su desarrollo, paulatinamente, de un aura trágica (el peso de la gravedad de la decepción).
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Pero la intervención de la niña ‘espectadora’, como personaje del relato, impulsará la ilusión confiada en lo ‘posible’, revocando al postrado fatalismo (propiciando que el curso de la narración varíe su conclusión con nuevos giros). Que el narrador sea además un especialista en escenas de acción del cine mudo resalta el desgarrón de la realidad sobre la pantalla de la ilusión, pero como constata el homenaje final de la proyección, con reminiscencias de la secuencia del presidio de ‘Los viajes de Sullivan’, la ilusión es una fuerza necesaria para no acabar postrado por la decepción, y seguir avanzando en la vida, conscientes de que podemos caer, pero, también, levantarnos de nuevo.

The fall: El sueño de Alejandría (The fall, 2006), es una estimulante obra de Tarsem Singh, que supera el esteticismo de su fallida anterior obra, 'La celda', para crear una más conseguida y sugerente armonía entre contrapuestos mundos, el de la precaria realidad y el de la propulsadora imaginación. A destacar el guión de Dan Gilroy la fotografía de Colin Wilkinson.

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