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sábado, 15 de mayo de 2010
Memories of murder
La equilibrada conjugación del absurdo y el horror definen a este intenso y esplendido thriller que es 'Memories of murder' (2003), del cineasta coreano Bong Joo-ho. Su trayecto circular (aunque círculo que no se cierra) viene definido por dos distinto cruces de miradas en la secuencia y final entre uno de los policias protagonistas, Park (Song Kang-ho) y un niño y una niña. En la primera, cuando se ha descubierto uno de los cuerpos de las víctimas de una asesino en serie, el tono se define por la extrañeza: el niño repite las palabras de Park. En la segunda, algo más de quince años después, cuando Park vuelve a visitar el lugar, una niña le dice que vio hace poco a un hombre hacer lo mismo que él, inclinarse para mirar en el canalillo de la acequia, y le dijo que hace tiempo había hecho cosas malas. Ante sus preguntas de cómo era, la niña dice que era un hombre corriente. La mirada ahora de Park ( con cuyo primer plano se cierra la película) ya no es de extrañeza sino de desolación. Porque la incógnita de quién fue quien realizara aquellos crímenes aún pende irresuelta, como un tunel, como el del canalillo, como aquel, oscuro, en el que se pierde el último sospechoso. Y puede ser cualquiera.
Lo que no deja de ser reflejo de una circunstancia social definida por el caos, y que se ha dibujado a lo largo de la narración como telón de fondo, la de un país preso de las agitaciones, y en la que la acción policial viene definida por las carencias de medios, los apalizamientos en los interrogatorios o el amañe de pruebas ( o, en dos secuencias definidas por el atroz absurdo, cómo los dos primeros lugares del crimen no son respetados por la presencia de la gente, destruyendo pruebas). Una de las cualidades de Soo-ho es que evita el maniqueismo, y muestra con contudencia como Park y su compañero Cho, por dos veces, intentan adulterar pruebas y torturan sin piedad, durante varios días, a los dos primeros sospechosos. A la vez nos muestra la calidez de Park con su pareja, o la que existe con su compañero, sobre todo, en la secuencia en la que a éste le tienen que amputar una pierna. O aquella secuencia en que ve cómo al que fue el primer sospechoso le arrolla un tren. Su contrapunto es un policía venido de Seul, Seo Tae-yoon (Kim Sang-kyung), que en la primera parte contrasta con la rudimentariedad de Park y su compañero, aunque poco a medida que avance la narración se alcanzará un mutuo respeto a aprecio, sufriendo de modo más personal la desesperación por no lograr dar rostro a la 'bestia'.
Joo-ho contruye secuencias modélicas, como la persecución del segundo sospechoso hasta la cantera; el descubrimiento, bajo la lluvia, del último cadáver, con el gesto de Seo de cubrir el cadáver, o cómo relata su experiencia la única superviviente de un ataque de este asesino en serie que sólo ataca bajo la lluvia, tras solicitar que pongan una canción triste en la radio. Como si la vida sólo fuera un túnel en el que no dejan de caer lágrimas.
'Memories of murder' (2003) un excelente thriller del coreano Bong Joo-ho, en el que demuestra su talento para combinar diiversos tonos. Una turbulenta inmersión en un universo caótico puntuado por la corrosión del absurdo.
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