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lunes, 31 de mayo de 2010

Ararat

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¿Cómo se puede plantear la representación de algo que se ha negado 'oficialmente' como realidad?...Esta es la lúcida y sugerente interrogante de la que parte 'Ararat' (2002), de Atom Egoyan, para 'enfocar' el exterminio al que fue sometido el pueblo armenio por el gobierno turco en 1915, en el que perecieron, o fueron deportados, un millón de armenios...El gobierno turco sigue aún hoy en dia sin reconocer estos hechos, como si fuera una realidad no acaecida, de la que sólo quedan los testimonios de aquellos que lo sufrieron, o de sus herederos que no cejan de intentar hacer 'visible y manifiesto' el horror indecible y el ultraje silenciado...¿Qué es lo real cuando nos encontramos ante diferentes ángulos o versiones, e incluso interpretaciones?
Egoyan recurre, de nuevo, a su narrativa en forma de puzzle, poliédrica, como la única forma de 'encuestar' a la realidad, o la manera más aproximada de representarla, donde conjuga diferentes tiempos, y variadas perspectivas, y representaciones (escenificaciones de una película, pinturas, fotográfias, grabaciones en video...), en un planteamiento transversal que asocia lo colectivo y lo individual, 'complejizando' la mirada en varias direcciones, complementarias que no opuestas...interrogándose como espejos que tanto se reconocen como se cuestionan...De la misma manera que hay realidades que se necesitan 'visibilizar', para que queden constatadas como ciertas, pese a que se nieguen (ese lugar común cultural, a nivel individual o colectivo, que implica que mientras algo no se dice no existe: Si alguien te dice que no piensa o siente o ha hecho algo, por mucho que tú lo intuyas o tengas pruebas, si sus palabras lo niegan, no se valida la realidad), las mismas hechuras de la realidad se sostienen sobre la incierta incognita...
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Edward Saroyan (Charles Anavour), de origen armenio, dirige una película con la que pretende representar y recordar aquel exterminio en la zona de Van, y, como dice, intentar exorcizar un dolor adherido como una segunda piel, sobre todo asentado en una sangrante pregunta, ¿por qué les odiaban tanto para realizar aquella barbarie?...Para la película, solicitan la ayuda, como asesora, de una historiadora, Ani (Arinee Khanjian), cuando asisten a una conferencia que realiza alrededor de una pintura de un pintor armenio, exiliado en Estados Unidos, Arshile Gorki, en la que se autorretrató, cuando era niño, junto a su madre, inspirado en una fotografía para la que posaron juntos...
Pintura sobre la que sobrevuelan preguntas como por qué las manos de la madre están emborronadas, ¿qué significa? ¿y por qué se suicidó? (por ello, las escenas en las que vemos a Arshile son sólo pintando, no podemos entrar en su mente)...Ani tiene un hijo, Raffi (David Alpay), el cual mantiene relaciones con su hermanastra Celia (Maria Josee Croze), la cuál acusa a su madre de que matara o propiciara el suicidio de su padre, dinamitando cada conferencia con sus acusaciones...
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Ani niega su interpretación, aunque reconoce que no sabe con precisión cómo ocurrieron las cosas, en el momento que le dijo que le iba a abandonar...tampoco puede certificar una univoca interpretación de lo sucedido...Hay un 'fuera de campo' que se nos escapa de la concluyente especulación...A su vez, el padre de Raffi fue detenido quince años atrás por efectuar un atentado terrorista contra un mandatario turco... Raffi se encuentra 'desenfocado' en su visión sobre su herencia cultural y lo que es él, y ese peso del 'fantasma' de su padre, y el agravio cultural que pesa sobre su comunidad con aquella barbarie que padecieron y que hizo que se convirtieran en un pueblo exiliado...Incluso de sí mismos ya sólo como individuos, otro excurso reflexivo sobre la identidad y el quiénes somos que va más allá de identidades culturales o de pertenencia: Nuestro mero talante enfrentado a la resbaladiza realidad...Nuestra forja de una actitud o de 'habitar' la realidad...Si su hermanastra infiere lo sucedido a su padre, convencida de lo que piensa qué le ocurrió (proyecta su visión sobre la realidad sin dejar margen para la duda), Raffi sí duda y se interroga, esforzándose en enfocar la realidad.
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La misma Celia le exhorta a que vea las cosas con sus propios ojos...Y eso hace, y vuelve con las imagenes de lo que ha grabado en aquella zona, para preguntarse qué es lo que puede ver en aquellas ruinas, o huellas, tanto de lo que sucedió como de sí mismo, de lo que supone para él, y en su relación con el fantasma de su padre...E intenta cruzar la aduana, donde es extensamente interrogado por David (Christopher Plummer), intrigado por esas latas de películas que trae, sometiéndole a un minucioso e inquisitivo interrogatorio...
David, a su vez, arrastra un conflicto interior que aún no ha asumido ni asimilado (su 'equipaje de proyecciones, prejuicios, e inferencias'): su hijo, Philip (Brent Carver), padre de un niño, y que ahora mantiene una relación homosexual con Ali (Elias Koteas)...Philip es guarda en el museo donde exponen la pintura de Gorki, y donde Ani imparte su primera conferencia, y Ali interpreta, en la película de Saroyan, al representante turco, JevDet Bey, que llevó a cabó el exterminio...las cajas chinas del puzzle se convierten en multiples resonancias...Todo está en relación...
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Egoyan conjuga habilmente las piezas de este puzzle, partiendo de la interrogante y de lo incierto...Por ello, alterna tiempos y perspectivas manteniendonos en vilo durante el primer tramo, mientras vamos descubriendo cómo encajan unas piezas con otras, tanto en la conexión entre los personajes, como en el sentido alegórico subyacente, o, ya sólo, a qué ubicación temporal pertenecen...Y siempre, en ese filo incierto que ya está definido por la alternancia de las imagenes sobre el exterminio como si fuera su reprsentación 'realista' con el cambio de 'ángulo' que nos recuerda que estamos en un rodaje de una película...
Hasta alcanzar ese punto catartico, en sus últimas secuencias, donde la emoción que se ha ido sedimentando sutilmente, se 'palpa' como una profunda conmoción, que es a la vez revelación de sentido...(Se ha dicho que su cine es cerebral, y por ello carente de emoción, a mi me parece más hondo y sutil, 'sin verla venir', y por eso más contundente cuando la sentimos que ha horadado nuestras entrañas; vamos, lo opuesto a las complacientes, maniqueas y capciosas 'La lista de Schindler' o 'La vida es bella', pero éstas parece que conectan con un publico mayoritario...asi que, habría que preguntarse también por qué...
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Quizás no se quiera mirar de frente, y se prefiera amortiguar con vaselina para sentirnos bien con nosotros mismos, y sintiendo, cual taxidermistas del conocimiento, que todo está en su sitio y claro, y quiénes los buenos y los malos, y ya realizados en nuestro visceral, y, por ello, irreflexivo, sentido de revancha: Con horror recuerdo cómo se aplaudía con júbilo cómo ahorcaban al oficial nazi en 'La lista de Schindler, regodeándse en que tuvieran que empujar por dos veces la caja sobre la que se apoyaba, para por fin suspenderse en el vacio)
Toda la subtrama del interrogatorio en la aduana cobra una fundamental relevancia, como representación de esa 'aduana' del conocimiento...Sí, se tiene que verificar lo que hay en unas latas de películas, por si se trae algo de contrabando, pero también como alegoria de una realidad que hay que verificar, o descubrir, o aceptar...Por eso, Raffi explica, durante el interrogatorio, todo lo que ocurrió en aquel exterminio, como si realmente fuera ese 'conocimiento' lo que intentara pasar por la aduana, para ser aceptado como realidad...
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Por ello, esa reveladora secuencia final entre ambos, cuando David decide abrir la lata de la película, por si hay contrabando, y Raffi le pide que lo haga a oscuras por si hay realmente película, y así no se dañe por la luz, porque él 'cree' que sí la hay... y por eso, aunque haya drogas, David le dejará libre porque lo que Raffi pasaba por la aduana, 'realmente', era el conocimiento que había verificado en Armenia, la constatación de unos hechos...Y descubrimos que esto David se lo está narrando a su hijo, en el coche, tras la comida que al principio habíamos presenciado en la que le había reprochado el hijo su conducta susceptible e intolerante ante la relación homosexual que ahora mantenía...
El relato del padre es una forma de decirle, a su hijo, cómo ahora sí le acepta, cómo importan los hechos tal como son, y cómo hay que aceptarlos, y respetarlos, como realidad...Y qué hay que saber comprender las actitudes de los demás...Tiene tan poco fundamento condenar a alguien por llevar un alijo de drogas que desconocía portaba, como rechazar a alguien por ser homosexual...Sería tener una visión 'desenfocada' sobre las personas...Una 'aduana' de conocimiento definida por lo accesorio y el 'policial prejuicio', y no por la sustancia de las cuálidades de una actitud o una relación en sí...
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A la vez, la culminación de ese interrogatorio en la aduana, en una sala 'oscura' en la que David palpa el contenido de las latas (e ilumina al fin su propia mirada, liberada de corsés de juicios apriori), se alterna con el estreno de la película rodada por Saroyan, sobre el exterminio, en otra sala oscura, donde se proyectan unas imágenes desoladoras de barbaries, que son 'representación, pero que rasgan y se palpan como si fueran ciertas, 'presentes'...Un pasado que se resucita en el presente como un sangrante clamor de indignación...
En un momento dado, Saroyan cuenta a Raffi, cómo Hitler, para convencer a sus comandantes sobre el exterminio sobre los judios, les planteó una pregunta: ¿Quién se acuerda del exterminio a los armenios?...NadieHay memorias que son necesarias mantener, y de no dejar de constatar (con cada propio ojo, como el de Raffi), para que el olvido no propicie nuevos horrores, como hay que asumir las incognitas sobre las que realidad también se asienta...Hay tantos 'fantasmas' a los que enfrentarse...Tantas imagenes de la realidad que hay que descifrar o interpretar, como ese cuadro de Gorki, que es a la vez referencia de una realidad, una fotografia, que hay que recordar como realidad 'revelada' al fin...O como una interrogación que nunca debe dejar de hacerse...

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