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sábado, 12 de mayo de 2012

Zazá

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'Zaza' (1944), de Renato Castellani, es una exquisita obra quizá sepultada en el olvido porque pertenece a una corriente estética predominante en estos años, el caligrafismo, por lo tanto asociada al fascismo, es decir a lo regresivo, en contraste con el prontamente insurgente neorralismo, dentro de cuyas coordenadas, precisamente, Castellani realizaría una década después la esplendida 'Dos céntimos de esperanza' (1952), o los avatares de un desempleado por encontrar un mísero trabajo (estable). 'Zaza' es un ortodoxo melodrama, de época, de pasiones arrebatadas, en la que los aspectos sociales quedan relegado ante la pendular tensión entre la ruptura que supondría el dejarse llevar por ese amor enfebrecido y la renuncia o subordinación a un statu quo. Destaca por el mimo en su dirección artística y su vestuario, obra de Gastone Medin y Maria de Matteis, la banda sonora de Nino Rota (la primera que compuso) y por la sutileza y delicadeza de los recursos de la puesta en escena de Castellani. El argumento es sencillo, esa pasión entre un ingeniero, Dufresne (Antonio Centa), un hombre de orden que, como reconoce, no soporta el desorden pero ama el desorden que habita o le hace sentir Zaza(Isa Miranda, que fue la primera opción para la versión que había realizado en 1939 George Cukor, pero que por no dominar el inglés suficientemente fue sustituida por Claudette Colbert; y que en la película, sobre todo, en sus secuencias iniciales, adopta gestualidades de Marlene Dietrich).
La sombra que pende sobre su proyecto de amor es que él está casado. Una de las cualidades de la obra es que no deja de sugerir que él está casado, pero, al mismo tiempo, el planteamiento de esa vida marital que no es la 'otra' en teoría, es precisamente como si fuera la 'otra vida', ya no como si fuera la que tuviera que ocultar (de hecho no lo comparte con Zaza hasta que ella se entera de modo indirector), sino como si fuera un aspecto de su vida con el que tiene que dilucidar, que no es claro ni para él, una confusión de sentimientos que no se puede visibilizar, porque le cuesta afrontarla, tal es su escisión de sentimientos tan parecidos(curiosamente, al fin sabremos de ese forcejeo interior en el que al fin vence la decisión de apostar su amor por Zaza en detrimento de su esposa, a la que también quiere, cuando ella ya se ha enterado de su matrimonio y ha decidido no continuar su relación); tras llegar la primera vez a la casa, y enterarse de que su esposa e hija se han ido ya de viaje, una elipsis nos lo mostrará reuniéndose con Zaza; en la segunda, aparece por sorpresa la esposa, pero Castellani encadena rápidamente, tras que ella entre, con el plano de la siguiente secuencia. De hecho, se puede decir que es un hombre dormido vitalmente (el plano inicial de la película es de él dormido en el compartimento del tren que le lleva de vuelta a casa a París).
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El azar, que el tren se detenga en St Etienne, inesperadamente, y que él baje a por un capuccino determina que lo pierda, y deba esperar unas horas hasta el próximo. Y quedará seducido por el 'canto' de Zaza, cuando acuda al Teatro que le han recomendado. Es admirable el modo de expresar sus dudas antes de ir: Un plano del gesto nervioso de sus manos, jugando con el anillo de matrimonio, que extrae, y al que da vueltas como una peonza, como debe estar haciendo con sus pensamientos, hasta que se incorpora ya decidido a acudir. En sus idas y venidas del ese Teatro, tales son sus dudas de si dejarse llevar o no, hay una esplendida elipsis tras que se haya decidido a hacerlo. Si la ha conocido gracias a un guante de Zaza que ha recogido (pero luego arrepentido se marchó del camerino), al volver al teatro, ella al verle deja caer de nuevo el guante para que él lo recoja. Elipsis: Él despierta a la mañana siguiente en la cama de ella. Mira al suelo, donde está su anillo.

Esa elegancia de puesta en escena resalta en cómo define anhelos y emociones a través de las miradas, o entre esta y lo que se observa, caso del momento en que Zaza, en una terraza junto a Dufresne, contempla en un piso del edificio de enfrente a una familía; o aquella otra secuencia en la que observa desde la ventana del hotel a unos recién casados, y momentos después, cuando ella ha descendido, a ella incluida en el encuadre con ellos. Otra de sus insignes cualidades es el empleo de los movimientos de cámara y los planos de larga duración. Un refinado ejemplo: ella espera ansiosamente el reencuentro. Se peina ante el espejo,ayudado por la asistenta. Escucha el timbre de la puerta, y le dice a esta, con expresión ansiosa, que vaya a abrir,a lo que la asistenta replica que no puede ser él ya que le dio una llave ( que hemos visto como él tiraba por la ventanilla del tren). Castellani compone un extraordinario encuadre, en segundo término la anciana asistenta camina por el oscuro pasillo muy lentamente, en primer término apreciamos la agitación con la que lidia Zaza, que se incorpora, y como una exhalación, supera a la asistenta, para abrir la puerta, y, sin que Castellani cambie a un plano cercano, abrazarse con pasión a Dufresne que ha vuelto a variar de opinión y también la abraza como si en ello le fuera de vida, porque, como le reconocerá, con ella ha vuelto a sentirse vivo.

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