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miércoles, 18 de agosto de 2010

El guateque

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'El guateque' (1968), de Blake Edwards. Erase una vez torpe y naif extra, de origen hindú, Hrundi V. Bakshi (Peter Sellers), dinamitador de rodajes. Y nunca mejor dicho lo de dinamitador, porque, en el rodaje que abre la película (remedando a 'Gunga Din'), tras alargar hasta la exasperación la muerte de su personaje acribillado repetidamente mientras lanza su último toque de trompeta, que parece eterno, y de atacar a un enemigo con un reloj del siglo XX, cuando la acción transcurre un siglo atrás, acaba provocando la explosión de un fuerte sobre el que aún no había rodado ningún plano. Por si fuera poco, por accidental azar, será invitado a una fiesta de envarados potentados del cine y otras celebridades variopintas, que 'dinamitará' con su ingenua torpeza en una explosión de hilarante sucesivos gags que acabará con una inevitable inundación de la casa, porque su atolondrada carencia de doblez, cual niño grande, es como el tsunami en un mundo regido por la presunción y arrogancia del que se autoafirma en su posición (y de la que se aprovecha). Es dificil dilucidar con cual gag quedarse de 'El guateque' con un Peter Sellers inenarrable en su acento, si el gag con el panel de control, dando de comer al loro (pajarito num num), contorsionándose mientras escucha cantar a la acompañante del crispado productor del peluquín, o luchando con la inundación que crea en el baño.
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Añádase el golpe de ingenio de crear un personaje alternativo, en cuanto focalización de gags y en cuanto elemento transgresor: el camarero (interpretado por Steven Franken) que se irá emborrachando progresivamente (tomándose las copas que los invitados rechazan). En la memorable secuencia de la cena es hilarante cuando se pone a servir la ensalada y se da cuenta de que no lleva los cubiertos necesarios para servirla, y lo hace con su mano en cada plato, para 'envarada' perplejidad de los invitados.A continuación llega el, tambien envarado, jefe de camareros que le reprende con su mirada (está hasta el moño de él) y se crea un gag de caidas y golpes cuando el jefe de camareros intenta cogerle la bandeja, pero el camararero se resite, enredandose en un tira y afloja hasta que se cae la ensalada al suelo, y ambos se agachan, chocándose sus cabezas.Ya en la cocina, con una aguda utilización de la profundidad de campo y del efecto de las puertas bamboleándose, abriéndose y cerrándose, apreciamos cómo el jefe de camarareros, crispado, intenta ahogar al borrachuzo camarero, ante la atónita, y casi mineral expresión, del personaje de Peter Sellers, y la rubia oxigeneda invitada.Un gag que luego se volverá a repetir, en un brillante ejemplo de cómo saber utilizar un gag en el 'punto justo', esto es, ni quedarse corto, ni pasarse en la 'cocción'. Asi uno repite con gusto, pero no se empacha.

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