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lunes, 12 de abril de 2010

Chungking express

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Las dos historias que se suceden en 'Chungking express' (1994) podrían ser la misma, una variación, una replica o una proyección. En ambas se agita la posibilidad, el incierto cruce o roce que propicia un futuro compartido, o su opción o incógnita.Todo puede ser cuestión de números, de azar. Los mismos protagonistas masculinos tienen adjudicados un número, como policias que son, el primero el 223 (Takeshi Kaneshiro) y el segundo el 663 (Tony Leung). El primero se rozará con una mujer en la calle, y su voz en off dirá: '57 horas después me enamoré de esta mujer'. En el fasta food, que regente su primo, trabaja una chica que 'seis horas después se enamorará de otro hombre', que no es otro que 663. En ambas historias se agita el peso de un pasado, que es decepción y por lo tanto lastre que condiciona sus presentes. 223 está obsesionado por la fecha de caducidad de las latas, en especial las de piña, que come con fervor. Si los recuerdos tienen fecha de caducidad la decepción puede evaporarse, como el agua del cuerpo tras realizar el jogging, que practica compulsivamente. Quizás corriendo huyas al fin de un pasado que no deja de pesar como una lata. La mujer de la que se enamora tiene un aire irreal, quizá fruto de sus emociones irresueltas, un aire de femme fatale, con sempiterna peluca rubia y gafas oscuras, que no se arredra en utilizar la pistola. Esta mujer se dedica al narcotráfico, y utiliza a extranjeros, emigrantes hindúes como tapadera, que en un momento desaparecen. Hay cosas, emociones que cuesta que desaparezcan, y otras desaparecen cuando no quieres. La cámara, con esta mujer, hay ocasiones en que se agita en planos de cámara rápida o en un ralentí que pareciera estirar la proyección (frame by frame), como las emociones de 223, que la pregunta si también ha sufrido una decepción amorosa. Pero como apareció en su vida, desaparece, sin materializar lo que anhelaba 223.
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Y quizá la historia que toma el relevo, que es salto de eje, pues ahora la enamorada es una mujer, es una sustitución, un intento de rectificar lo que la realidad no ha respondido en la figura de esa mujer investida de aire de mujer fatal, a la que también parece pesar un pasado doliente ( ese extranjero al que sólo vemos follar en un bar con mujeres a las que pone una peluca rubia, y al que descerraja la cabeza de un tiro).
La chica del fast food, Faye (Faye Wong), que siempre escucha la misma canción, 'California dreaming' no parece decidida a expresar lo que siente a 663, se hace repetidamente la encontradiza con él, guarda una carta de la mujer que abandonó a 633, una azafata, y se introduce clandestinamente en el piso de él como si así sintiera que habitara la casa, y fuera la restitución de la decepción amorosa de 663 ( en un momento dado, él al entrar en casa evoca cómo la azafata a veces le sorprendía escondida en el armario, como un juego, y vemos cómo quién está ahora escondida es Faye). Si 223 estaba obsesionado por las latas, 663 conversa repetidamente con los objetos de su casa ( trapos, muñecos, camisas) como si fueran depositarios, huellas, de aquel amor que aún le lastra como un fósil, manteniendo su vida como en un ámbar, esos objetos de ella que aún permanecen en su hogar, quizá el sueño de que pueda de nuevo recuperarse lo que se perdió. Wong Kar Wai saltea la narración con planos que encarnan esa 'detención' emocional,aquel que encuadra a Faye y 663 en el fast food, mientras figuras difuminadas pasan por delante de la cámara, como difuminada parece la mirada perdida de él, contemplada fijamente por Faye; o aquel al ralentí, en el que introduce una moneda en un jukebox, mientras tras él, las figuras se precipitan en una emborronada velocidad.
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Tiempos, velocidades, pasado y futuro difuminados en un presente detenido que parece narcotizado. Faye vuela a California sin acudir a la tan anhelada cita con 663, pero le deja un billete dibujado en un papel para encontrarse en un año. El azar, los números, sustituciones y replicas. Ahora ella es azafata, ahora él regenta el fast food, y el encuentro se produce, y lo posible, por fin, parece que rasga los telones del pasado para hacer del sueño opción real y no distancia de proyección.

'Chungking express' (1994), la cuarta película de Wong Kar Wai, supuso la revelación de este extraordinario cineasta que hace de los reflejos y los fragmentos lírica de sentimientos en desencuentro, de procesos de restituciones, suplantaciones,rituales que buscan cauterizar un pasado que es decepción, procesos alquímicos que posibilitan un reinicio tras superar los tránsitos en los que las piezas del puzzle se descomponen en un juego de espejos en el que cuesta discernir la imagen verdadera o la proyectada, y entre las tensiones entre lo no dicho y lo anhelado, el sueño y la realización, fantasmas sentimentales, y materia que espera su conjugación en una relación que son dos miradas encontradas y ya juntas.

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