Resulta admirable la exultante sensación de plenitud, equilibrio y armonía, que transpira Cabalgar en solitario (Ride lonesome, 1959), y en sólo 69 minutos. No sólo es capacidad de síntesis, es un elaborado sentido de la depuración, de eliminación de lo accesorio, de concentración (dicho coloquialmente, ir al grano, y saber describir situaciones, conflictos y rasgos esenciales de personajes con los justos y elocuentes trazos). Es la quinta colaboración, de siete, con el actor Randolph Scott, y la tercera de cuatro excelentes westerns, siendo los otros tres Seven men from now (1956), Los cautivos (The tall T, 1957) y Comanche station (1960), con el guionista Burt Kennedy. En la secuencia introductoria, Brigade (Randolph Scott) captura en rocoso paisaje a un forajido, Billy (James Best) buscado por matar por la espalda a otro en un pueblo de nombre Santa Cruz (aunque parece que es un práctica recurrente la de disparar por la espalda). Sus secuaces salen en búsqueda de su hermano, Frank (Lee Van Cleef), para rescatarle antes de que en tres días lleguen al pueblo. En una posta del camino, Brigade se encuentra con otros dos fuera de la ley, Bull (Pernell Roberts), al que conoce de hace tiempo, y Whit (James Coburn). Ambos desean dejar de ser perseguidos por la ley, y ven en la amnistía que conceden a quien entregue a Billy la posibilidad de conseguirlo; en particular Bull quiere asentarse en unas tierras que posee con un rancho. Pero su relación con Brigade, en todo momento, es amistosa, aunque deje patente pronto Bull cuál es su propósito y qué puede ocurrir, entre ellos, al final del trayecto. También se encuentra Carrie (Karen Steele), la esposa del responsable de la posta, ausente porque ha ido a recuperar unos caballos. Y añádase la presencia amenazante de la tribu de los mescaleros. Una mujer que suscita admiración aunque nadie entre en disputa por ella, porque las prioridades son otras, como dejan patente Whit y Boone, a la par que conversan, cuando la admiran de perfil mientras ella se peina mirando al horizonte. Como también para el mismo Billy, que la propone que le ayude para que así no le haga daño su hermano Frank. Síntesis, precisión.
Hay un pasado que le vincula con Frank, primero sugerido por éste cuando se pregunte si será la razón por la que parece demorar su paso, y dejar rastros de su trayecto, por lo que decide tomarse con calma la persecución, ya que sabe a dónde se dirige, o donde le esperará. Deduce que el objetivo no es su hermano sino él. Es un pasado que no aflorará hasta llegar a ese claro donde destaca el árbol del ahorcado, y lo confesará Brigade precisamente a la mujer, objeto de deseo de otros. En ese árbol fue ahorcada su esposa. Lo que desea no tiene que ver con Billy, sino que éste es un reclamo para su hermano, ya que Frank fue quien ahorcó la ahorcó para vengarse de él por haberle detenido previamente. Hasta entonces Brigade casi es un personaje difuso, aunque parezca preciso (porque todos creen que su mero objetivo es llevar a Billy a Santa Cruz) y son esos dos estupendos personajes, falsos villanos, Boone y Whit, los que mantienen y dinamizan el aliento narrativo (durante el rodaje se quedaron admirados con el personaje de Coburn, por lo que Scott y Boetticher, junto al guionista Burt Kennedy, le dieron más presencia junto a su compañero Boone). Boetticher utiliza con proverbial eficacia el formato del scope para las composiciones, como la primera aparición de Brigade en un desfiladero de rocas, que ya le define, o en la secuencia en la que, cabalgando en la llanura, es cuestionado por Boone sobre por qué lo hacen ya que están más expuestos a ser avistados por Frank, y al fondo del encuadre se distingue a los mescaleros a punto de abalanzarse sobre ellos. O ese impetuoso travelling hacia la diligencia que llega desbocada a la posta, que culmina en el cuerpo del conductor atravesado por una lanza. Con un conciso detalle así ya está establecida la semilla de la amenaza de la violencia que atravesará el relato como permanente sombra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario