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sábado, 24 de abril de 2010

Hubo una luna de miel

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En ‘Hubo una luna de miel’ (1942), Leo McCarey vuelve a demostrar su refinada y compleja capacidad de bascular entre el drama y la comedia de manera proverbial. Y aún más. Esa cualidad es aún más admirable porque el substrato circunstancial sobre el que se teje el relato no puede ser más gravemente dramático. Porque, e incrementa su consideración de rareza, el relato se sostiene, y se desarrolla, sobre el proceso de ocupación que el ejercito alemán realizó desde Polonia o Checoslovaquia hasta Francia, pasando por el resto de país ocupados entremedia.
Mientras esto se produce, se va forjando y arraigando el sentimiento amoroso entre un periodista, Pat (Cary Grant) y una artista de variedades (o chica del coro), Katie (Ginger Rogers), la cual, con el propósito de mejorar de posición en la vida, está presta a casarse con un barón aleman, diplomático, Von Luber (Walter Slezak), desconociendo no sólo su afiliación nazi sino su particular ‘tarea’, que es 'visitar' otros países, los cuáles, ‘curiosamente’ después son invadidos por el ejercito alemán.
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No es difícil ver en la definición de ambos personajes un antecedente de la variación que supondrá ‘Tú y yo’. Si en ésta, el que mantiene una actitud frívola, o despreocupada, es él, artista que ha asumido que debe explotar sus dotes de seductor para conseguir un matrimonio de conveniencia que le permita vivir sin problemas materiales, en ‘Hubo una luna de miel’ es ella, Katie, quien irá transformando su mirada sobre la realidad, asumiendo un compromiso que implica el riesgo y las posibles precariedades. Si en la primera escena compartida por Pat y Katie, el primero se hace pasar por el sastre que diseñará sus vestidos (y así conseguir alguna información sobre Von Luger), tomándole las medidas (en una hilarante secuencia que es toda una coreografía de gestos y replicas), ella irá poco a poco tomando ‘medidas’ a la realidad.
Ayudará a una mujer judia para que evite el ser detenida por la Gestapo, con un detalle añadido que es toda una declaración de la transformación de su actitud: Le dejará su pasaporte, ‘sus señas de identidad’. Aún más, ella y Pat serán detenidos como presuntos judíos, ya que Katie posee el pasaporte de la citada chica, y serán retenidos en un campo de concentración, con vistas a ser esterilizados. Cómo sobre tales materiales, con todas las implicaciones y resonancias que conllevan, logra mantener ese funambulista equilibrio entre la comedia y el drama no deja de ser digno de asombro. Y ejemplar (lo que no consiguió ni del lejos una popular obra como ‘La vida es bella’).
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Y, como ‘Tú y yo’ se convierte en todo un proceso catártico y ascético para alumbrar no sólo el amor, sino el saber amar, desprendiéndose por el camino de todo lastre de ego y de inconsciencia, y resistiendo todas las adversidades y separaciones que sufren. Solo así la verdadera risa del amor podrá triunfar al final ( y no casualmente sobre un barco en alta mar, donde también se conocen los protagonistas de ‘Tú y yo’). Son las peripecias de toda singladura del amor verdadero sobre las aguas depuradas del sentimiento.

'Hubo una luna de miel' (Once upon a honeymoon, 1942), singular y extraordinaria obra de Leo McCarey, con admirable guión de Sheridan Gibney. Gravedad y elevación de nuevo conjugadas en una aguda reflexión sobre el compromiso, sobre la forma de habitar el sentimiento, y de habitar la realidad.

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