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lunes, 19 de abril de 2010

Sam Peckinpah y el crepúsculo de Pat Garret y Billy el niño

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Sam Peckinpah dando a la claqueta en una de las primeras secuencias de 'Pat Garret y Billy el niño' (1973), una de sus obras maestras. Fue precisamente James Coburn ,tras él, quien involucró en el proyecto a Peckinpah. Coburn ofrece una de sus mejores interpretaciones en un papel, el de Pat Garret, que deseaba interpretar encarecidamente. Es el latido de la esta fantasmagórica obra: Ese rostro cansado de James Coburn persiguiendo a aquel que le convertirá en un espectro en vida. Una obra donde hay personajes, como el de Slim Pickens, que construyen barcas donde no hay mar, pero algún día espera alcanzarlo. Precisamente, uno de los momentos más conmovedores es su agonía ante el rio, de rodillas, agarrándose el vientre, mientras su esposa, que interpreta Katy Jurado, le contempla a su lado, tambien de rodillas, con los ojos húmedos, tiernos y desolados, ante un crepúsculo que llora como sus ojos, que es despedida y homenaje de un amor que no morirá. Momentos inolvidables que rasgan el corazón en esta fúnebre liturgia de poderoso y sombrío lirismo, como si fueran los últimos espasmos de ese espíritu disidente y resistente que caracterizaba el cine de Sam Peckinpah, en la crónica de una desaparición, puntuada por las canciones de Bob Dylan que no casualmente interpreta a un periodista silencioso testigo: Ya no queda resquicio ni para la integridad ni para ese difuso concepto llamado libertad. La corrupción, la doblez y el abuso del poder son las enseñas de un tiempo ya espectral.

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