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martes, 4 de mayo de 2010

Les herbes folles

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'Les herbes folles' (2009), es un extraño y cautivador viaje en el territorio incierto de las hierbas salvajes de la emoción. Como en las dos últimas obras estrenadas, 'On connait la chanson' (1997) y 'Asuntos privados en lugares públicos' (2007), la narración está puntuada por una imagen recurrente, el de unas altas hierbas zarandeadas por el viento, como en las dos citadas lo eran unas medusas flotando o la nieve cayendo. Si en éstas eran la imagen que condensaba la congestión emocional de los personajes, en 'Le herbes folles' condensa el desbocamiento imprevisble en el que pueden derivar las mismas. El extrañamiento es aún mayor en esta última obra, que establece un lazo más manifiesto con la condición enigmática de la narración de 'El año pasado en Marienbad' (1961), aunque aquí las imágenes sean más luminosas, y la trama aparentemente menos difusa en el discernimento de lo que es mental o real, y el tono oscile entre lo absurdo y lo sombrío, lo luminoso y lo siniestro de modo cautivadoramente desconcertante (la lógica se quiebra, en suma).
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Ya su primer plano lo anuncia, cuando la cámara se acerca a la oscura puerta de un silo en el campo, una fisura que anuncia la cualidad fantástica del relato, la percepción alterada, las conductas alteradas, desbocadas, erráticas. Los títulos de crédito se suceden sobre las imágenes de unas hierbas entre las piedras. En ese 'entre' fluye el misterio de 'Les herbes folles'. Hay otra imagen que se repite cual leitmotiv, un bolso oscilando en el aire al ralentí, el bolso que han robado a Suzanne (Sabine Azema) y que será el detonante de la trama de sucesos imprevistos, como bien señala la voz en off en esas secuencias iniciales que siguen a una Suzanne, aún sin rostro, y más bien una cabellera pelirroja que asemeja a un matorral. Del modo más fortuito se puede desencadenar una serie de sucesos en la vida, es lo extraño del azar. A Suzanne le roban ese bolso, y Georges (Andre Dusollier) encuentra su cartera en el aparcamiento de un centro comercial. Y a partir de entonces se desencadena una maraña de obsesiones que llegan a sorprender a los mismos personajes, con la cual pierden pie en su realidad, primero Georges atrapado en esa fascinación que le causa esa dentista aficionada a volar de nombre Suzanne, y posteriormente, tras sus primeras reacciones de rechazo ante la apabullante conducta de Georges, la de la propia Suzanne. La obra deslumbra con sus múltiples detalles y matices, con esa atmósfera de extrañamiento que se escurre a la percepción y a la conclusión de un pensamiento lógico. Y con escenas tan bellas como ese encadenado de situaciones,acompañado de música de jazz, de la reunión familiar de Georges con su esposa e hijos, o los diálogos de Georges con el policía que encarna Matthieu Amalric. Quien sabe si los niños cuando se convierten en gatos, comen también chocolate.

Una nueva fascinante obra de Alain Resnais, 'Les herbes folles' (2008), aún a la espera de que se estrene en nuestras pantallas. Una excéntrica comedia sobre las emociones desbocadas en el país de las maravillas donde la lógica perdió su centro.

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