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sábado, 3 de abril de 2010
Asuntos públicos en lugares privados
En la primera secuencia de 'Asuntos privados en lugares públicos'(2006), de Alain Resnais, la cámara vuela, o flota, entre la ciudad hasta acercarse a una fachada, y lo primero que vemos de los personajes en su interior son sus labios o bocas. No es el interior de un hogar, sino un espacio aún a convertir en hogar. Thierry (Andre Dussollier), agente inmobiliario, se lo está mostrando a Nicole (Laura Morante). Espacios que aún no se han convertido en espacio habitado, espacios áun inciertos, por definir, como las emociones de los personajes. ¿Y qué hay tras las fachadas? Emociones que no se definen. Esa trama o tensión cubierta por la nieve helada de lo dicho y no dicho. Precisamente, ambos personajes sí dirán o expresarán lo que sienten. Nicole convive con su pareja, Dan (Lambert Wilson) y Thierry con su hermana, Goelle (Isabelle Carré) y ambos mantienen una relación 'suspendida' sobre lo no resuelto, y lo no dicho y no compartido. En la de los hermanos cada uno buscando por su lado, sin reconocerselo al otro, él fascinado por su compañera de trabajo, Charlotte (Sabine Azema), aunque sobre todo desde el momento en que ella le facilite una cinta de video con un programa grabado, en donde se desvela que por debajo había grabado un incitante baile en ropa interior negra de una mujer que él cree que es ella. Y Goelle, por su parte, acude a citas a ciegas en busca de un rostro que ilumine la flor de su ilusión, como la que lleva en su ojal, citas que oculta a su hermano, como al fin acabo oculta su soledad, siendo incapaz de comprender que él vea esas cintas, imagen especular de verguenza, como lo es para ella su soledad no resuelta.
En la relación de Nicole con Dan la busqueda de ese nuevo piso no es más que la esteril prorroga de una relación gastada. El mismo detalle de que él necesite un despacho en ese nuevo piso, algo innecesario ya que no lo va a usar para algo específico, revela la distancia ya implicita en su relación. Dan es alguien 'entremedias', que no se define, como si viviera agazapado: no deja de acudir un espacio de transición como es el bar, no tiene un espacio propio, como no dice o desvela qué es lo que sucedió en aquel incidente que determinó que tuviera que dejara su carrera militar.
No es casual que su destino y el de Goelle se crucen, entre dos personajes que no dicen o no saben decir lo que sienten: ambos se sientan atraidos, aunque, irónicamente, un equívoco suscite que ambos no puedan volverse a ver. Una imagen ambigua, Dan hablando con Nicole, suscita en ella la idea de que él está con otra mujer: lo no dicho, la imagen equívoca, la mirada susceptible del que a su vez oculta. También indefinida y ambigua es la actuación de Charlotte. ¿Qué propósito tiene con esas cintas de vídeo que deja a otros?¿Un propósito liberador para aquellos a quien se las deja, como el mismo baile sensual fatal que realiza ante el padre del barman, Lionel (Pierre Arditi), a quien cuidaba?. A Lionel deja una cinta al final, tras que su padre haya sido ingresado, una liberación para él, al fin y al cabo, preso en esa dependencia tirana de cuidarle. Incierto es lo que mueve a esta mujer, un personaje que no dice, o que habla a traves de su biblia o de la ambiguedad de su mirada. Ya la esplendida 'On connait la chanson' (1997) estaba tramada por ese espacio congestionado de emociones, esa tensión entre lo dicho y lo no dicho, ese correlato de los espacios con los espacios internos de los corazones. De nuevo los hogares y los inmuebles no habitados, con un personaje que buscaba un piso, sin encontrar nunca uno que le gustara, correlato de sus ansiedades e hipocondrías, de su vida irresuelta. Allí las transiciones narrativas eran medusas flotando; La medusa, esa figura paralizadora, como las emociones paralizadas de los personajes, flotando en su incertidumbre. En 'On connait la chanson' lo que los personajes no se decian, lo cantaban. Las canciones eran el momento fantastico, mental, en el que los personajes expresaban lo que sus palabras no lograban articular ante el otro. Cuando las emociones se revelaban, y resolvían, en su escena final, la catarsis explosionaba. Como en Secretos y mentiras (1996) de Mike Leigh, expresar y decir lo que se siente es una condición terapeútica. Deshiela y mata a las medusas.
'En Asuntos privados en lugares públicos', las transiciones entre secuencias vienen dadas por una lluvia de copos de nieve. La nieve de la ausencia de imagen del televisor es la promesa de una historia que dote de acontecimiento a sus vidas. Los personajes surcan los espacios, ya sean inmuebles aún por definir por sus habitantes, hogares que se quiere abandonar u hogares donde cada habitante busca su fuga, o espacios en transito como un bar o lugares de trabajo como una inmobiliaria, en busca de una historia que reajuste sus vidas inciertas, que reavive las ilusiones entumecidas. Un muro separa dos habitaciones que comparten ventana, como una cristalera a dos compañeros de trabajo, como unas parejas conviven juntas pero se sienten separadas. O el lastre de un pasado te separa de la posibilidad de un presente cierto y propio. En un momento dado,Charlotte y Lionel conversan en una cocina, un momento de intimidad de corazones revelados, y el escenario cambia, cuando sus manos se unen, y estan en medio de la intemperie hablando bajo la nieve, y pese al frio de la atmosfera la calidez se asienta en el momento como la irrupción de una figuras ausentes materalizadas en presencia, rasgando el marco de ese cuadro en el que sus vidas estan prisioneras, de un papel, de una inercia, de unos lazos formales. Un momento fugaz pero cierto, un momento de aliento en un devenir donde las casualidades se entreveran inciertas y las ilusiones se difuminan por un fatal azar, una voluntad inconstante o unos lazos de los que uno no sabe o puede desprenderse. O a veces, son simples espejismos que reflejan la propia inconsistencia de las elecciones que no se asumen como erróneas. Restan nuevos pasos, nuevos tanteos entre la lluvia de nieve para lograr definir una imagen que sea cierta, una emoción que se haga presente y manifiesta cuando los corazones se encuentren con los ojos abiertos y despiertos.
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