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sábado, 4 de abril de 2015
Fugitivos del terror rojo
Karel Cernik (Fredric March) es un hombre de circo, no sabe de posicionamientos políticos, de sistemas y doctrinas o nacionalidades, el arte del circo es su universo y es fiel a los suyos. Karel Cernik es un hombre sobre la cuerda floja, un funambulista que intenta sobrevivir en unas circunstancias sociales delicadas y no quiere que le impongan lo que debe expresar o no. Un hombre sobre la cuerda floja es la traducción del título original de 'Fugitivos del terror rojo' (Man on a tightrope, 1953), de Elia Kazan. El claro posicionamiento del burdo título español contrasta con la sutiles resonancias del título original. Sobre la película pende la sombra de la delación del cineasta ante el Comité de Actividades Antiamericanas que realizó un año antes dando ocho nombres de integrantes del Group theatre, del que había formado parte en los 30, que habían sido comunistas. O pende la sombra de los juicios sumarisimos que durante décadas persistieron negándole reconocimientos y honores por ese motivo (hasta la controvertida concesión de un Oscar honorario que suscitó división de reacciones). Por eso, 'Fugitivos del terror rojo' es una mancha antipática en la obra de Kazan, una obra de la que casi no se habla, como si fuera una validación de su acto. Al menos, la sombra de la delación en la magistral 'La ley del silencio' (1954) es más metafórica, y la película fue investida con la sacra consideración de obra mítica, en especial por la interpretación de Marlon Brando; y además los villanos eran unos gangsters. En 'Fugitivos del terror rojo', el enemigo se señala claramente en los opresores comunistas. 'Fugitivos del terror rojo' relata la odisea de la fuga de una compañía de circo que intenta cruzar la frontera checa, inspirada en el caso real del circo Bruchman que traspasó la frontera de Alemania del Este tres años atrás. Sobre tal hecho Neil Paterson escribió una novela: A man on a tightrope: The short novel (1952), que sería guionizada por Robert E Sherwood (autor de obras como 'El bosque petrificado' o 'El puente de Waterloo' y que participó en los guiones de 'Rebeca', 1940, de Alfred Hitchcok o Los mejores años de nuestras vidas', 1946), de William Wyler. 'Fugitivos del terror rojo' se puede ver teniendo en mente los sucesos que habían tenido lugar en la vida de Kazan, o no. Pero de un modo u otro, sus cualidades me parecen notables.
Primero, de entrada, no redunda en mensajes panfletarios. No hay un posicionamiento explicito en un bando (y ciertamente las persecuciones y estigmas se daban en ambas facciones, en un lado u otro, sea con Comités de actividades antiamericanas o policías políticas). Es, ante todo, una declaración de principios (habrá quien lo vea como justificación) de que ante todo su nacionalidad o su doctrina es el arte. Su tierra es una cuerda floja. Además, no sólo no desmerece con respecto a obras más laureadas en la filmografía de Kazan, sino que, por su vibrante progresión narrativa, no dudaría en considerarla superior a las previas 'Un tranvía llamado deseo' (1951) o 'Viva Zapata' (1952), a las que me parece que lastra cierto engolamiento formal (aunque considerara la segunda como su 'verdadera primera película'). Me parece que recupera el dominio de la gradual tensión narrativa que lograba en 'Pánico en las calles' (1950), evidenciado en un magnífico último tercio, los pasajes que relatan la preparación y cruce de la frontera. Por otro lado, logra amortiguar posibles maniqueísmos ideológicos gracias al complejo y matizado retrato de su personaje protagonista (impulsado por la extraordinaria interpretación de Fredric March, uno de los más grandes actores que ha dado el cine estadounidense), y por resultar tan convincente en su afirmación vital de hombre de circo u hombre de arte.
Cernik es un hombre en la cuerda floja en varios aspectos, en el paisaje de sus diversas relaciones (o confrontaciones en pequeña escala), sea con su hija, Tereza (Terry Moore) y Zama (Gloria Grahame), relaciones que reflejan su precario dominio de la vida, en la que su mismo reflejo es oscilante, difuso, como alterna su imagen real con su imagen caracterizada de payaso funambulista en la pista de circo. En los primeros pasajes se centran en la persecución y la sospecha: el escrutinio que sufre el circo, que comporta las limitaciones expresivas de sus números, por parte de la policía política, y las especulaciones sobre quien podrá ser el informante dentro de la propia troupe del circo: las sospechas, como suele ser habitual, se dirigen en primera instancia hacia la 'extraña', Zama, porque no es mujer de circo ('no es uno de ellos'), sino sólo la esposa de Cernik, y la 'figura incordiante', Vosdek (Cameron Mitchell), el hombre que gusta a la hija de Cernik, y del que poco se sabe. Sospechar de él por parte de Cernik no deja de ser sospechar de sí mismo, porque la misma Zama pone en cuestión su capacidad resolutiva, como quien se ha plegado demasiado a las circunstancias con la mirada subordinada. Pero las apariencias son engañosas tanto en relación a Vosdek como con respecto a Cernik.Ya traspasado el primer tercio, la narración (según el guión toma otro rumbo) revela que el mismo Cernik no es como parece (ni para las autoridades ni para su esposa), ya que planea cruzar la frontera y abandonar el país, porque como afirma, a él nadie tiene que marcarle lo que dice o deja de expresar.
Franz Waxman compuso la sugerente banda sonora:
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