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domingo, 26 de abril de 2015

Correspondencias: El columpio de la fantasía: El jeque blanco/Giuletta de los espíritus

El jeque blanco (1951) y Giuletta de los espíritus (1964). La realidad soñada o la proyección del sueño, la realidad que se quisiera realizar o el sueño de lo que no se ha logrado ser. El columpio de la imaginación sobre el frustrante ras del suelo. El ideal del otro, el ideal romántico, en este caso masculino, y el reflejo anhelado de una misma. La perdida de gravedad de la percepción que confunde el ideal con un cuerpo desajustado, insuficiente, el abismo entre el sueño y lo real. Y la elección del sueño, de la imaginación, como fuga de una realidad insuficiente, en la que no se siente figura visible, cuerpo ajustado, idóneo. En 'El jeque blanco' Fernando (Alberto Sordi),el actor que interpreta al citado jeque blanco, desvelará la escasa correspondencia entre su imagen en la pantalla gráfica y su vulgar y patética condición real (o cotidiana), frente a la ilusa espectadora, Wanda, que le tenía idealizado como icono romántico. No deja de ser irónico cómo se 'encuentran'. Wanda camina por el bosque, alrededor del lugar del rodaje, extraviada, preocupada porque tiene que volver a Roma, porque no ha dicho a su marido que se iba (él piensa que sólo iba a tomarse un baño); la cámara se desplaza con ella, y a su espalda advertirmos, al fondo del encuadre, a Fernando en un columpio entre dos árboles. En 'Giuletta de los espíritus' La visita a su vecina, Suzy (Sandra Milo), implica cruzar un umbral a una habitación de realidad en la que ya será díficil separar los tabiques que distinguen la realidad de la imaginación. Cuando cruza aquella verja, Giuletta porta un gato, como Alicia jugaba con uno cuando quedó dormida antes de seguir al conejo blanco hacia un mundo donde todo parecía alterado o invertido. Suzy es la imagen deseada de Giuletta, es su doble, la luz que complementa a la sombra, o que la convertiría en realización. Su figura menuda contrasta con la exuberancia de formas de Suzy, su tímida y afable contención, reverencial y resignada a una posición, con un carácter que parece un universo en expansión, pura determinación, como en su casa Suzy parece rodeada de los más diversos personajes, como si fuera un sol sobre el que giraran numerosos satélites, mientras Giuletta se siente una mujer invisible, al margen, una sombra difusa, sobre todo para quien es su sol, su marido, Giorgio.Concluye con la elección del universo de la imaginación como su refugio y como columpio que pueda propulsarla

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