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viernes, 17 de enero de 2014

La gran estafa americana (American hustle)

'La gran estafa americana' (American hustle, 2013), es la suma de varios esfuerzos (postizos). Christian Bale se esfuerza en convertirse en la réplica de Santiago Segura, vertiente Torrente. David O Russell en la de Martin Scorsese (el de la etiqueta familiar, ese que algunos califican como el genuino, el de delincuentes e italianos), a velocidad más moderada (pero sin que falte la alternancia de voces en off de varios de los protagonistas). Los del departamento de peluquería se esfuerzan en diseñar los peinados que sean menos favorables para los protagonistas, sobre todo los masculinos, los de Jeremy Renner (estilo yelmo), Bradley Cooper (estilo ensortijado) y, en especial, Christian Bale (estilo mazacote apelmazado). Probablemente, sean los peinados más repelentes que se han dado en la historia del cine. Desde luego, absorbentes cual agujeros negros, ya que los personajes desaparecen, como si uno contemplara unas entidades capilares desplazándose entre los diferentes escenarios. El de Bale es parcialmente postizo, como se encarga de evidenciar la primera secuencia, en la que Rosenfeld (Christian Bale), se pringa la calvicie con adherentes para hacer pure capilar con el postizo y su pelo natural, como quien aplasta las patatas de las alubias para dar como resultado una amorfa argamasa.
Además, Russell remarca con la planificación la desmesurada tripa que porta Bale. Esta introducción transpira sordidez, supura vulgaridad, deformidad. Ciertamente, la estética de los setenta no prevalecerá como emblema del buen gusto. Todo lo contrario, aunque en peinados y otros diseños de vestuario, la de los ochenta se revela como aspirante a derrocar su reinado del cutrerío y feismo estético. Puede ser una manera de remarcar una corrupción generalizada, en formas y sustancia. Ciertamente, esta es una película sobre postizos. Todos nos engañamos, en un grado u otro, todos engañamos, en un grado u otro. Todos dejamos que nos vendan una conveniente imagen de la realidad, de un modo u otro. Todos creemos, o vemos, lo que queremos creer, y ver, en un grado u otro. Pero al juego, o a la sátira, le falta sistema nervioso. Bale logra ser Santiago 'Torrente' Segura, y los del departamento de peluquería logran convertirse en los protagonistas de la película con sus diseños 'critters', pero Russell no llega a ser Scorsese, ni el genuino ni el no genuino, si es que existe esa bipolaridad, que lo dudo. Lo cierto es que David O Russell también parece haber desaparecido, como los actores bajo su caracterización, tras el conflicto de rodaje de 'Nailed' (2008), que se canceló cuatro veces por problemas presupuestarios, surcado de tensiones, como la que se dio entre O'Russell y el actor James Caan 'por diferencias creativas'.
Su tercera obra, 'Tres reyes' (1999), había resultado una vibrante obra incisiva, que sorteaba ciertas convenciones con un humor vitriólico, y con corrosivas y emotivas secuencias como aquella en la que equiparaba al soldado estadounidense y el irakí que le torturaba a través del sufrimiento, de la posibilidad, mediante un flashforward, de que también cayera una bomba sobre la casa del estadounidense, matando a su familia, como ocurrió con la del irakí; o aquella singular secuencia en que, con gráficos, la narración se detiene para recrear el impacto de una bala (o sea el destrozo que causa) en el interior de un cuerpo. Fue la primera película que llamó la atención sobre la estafa de la guerra de Irak, sobre las falaces excusas que había dado el gobierno estadounidense. 'Extrañas coincidencias' (2004), cosechó encontradas reacciones, incluso unos cuantos varapalos por ponerse pedante, o aún peor, presuntuoso, a la hora de realizar una comedia. Pero a mí el toque excéntrico de esta comedia con detectives existencialistas me parecíó muy sugerente. Desde luego, se salía de la norma. Cosa que no hace ninguna de sus tres últimas obras, que más bien indican repliegue. Es como si tras aquel conflicto de rodaje, que puso en peligro su posición dentro de la industria, situándole al borde del abismo de ser considerado persona non grata, hubiera vuelto al redil con la cabeza gacha, o la actitud de funcionario ( o de vaina).
'The fighter' (2010), no carecía de interés, pero tampoco transcendía la condición de obra aplicada, en la que hacía uso de recursos de estilo de moda, como la cámara al hombro, y la correspondiente apariencia de inmediatez, de realismo que intentaba disimular el substrato de convenciones. A Bale le dieron un oscar por su quincuagésima transformación orgánica. Quizá es lo que había hecho Russell, adaptación, transformación orgánica, pero interior. 'El lado bueno de las cosas' (2012) acrecentó su popularidad dentro de la industria, convirtiéndole casi en el niño bonito del momento, y se inclinó, sin disimulo, ya de modo directo, en el territorio de las complacientes convenciones, aunque revestido en este caso con cierta patina extravagante en el dibujo de algún personaje protagonista. El recurso que llevaban aplicando, como maquillaje de aparente diferencia de lo no corriente, desde hace veinte años en ese sucedáneo de cine independiente que prima en la industria estadounidense, y que se ha propagado como una licuadora infección. Porque las buenas formas se mantienen, es decir, las convencionales, que saben desalojar turbadoras aristas.
Y 'American hustle' ahonda en ese sendero, aunque esté recubierta, ahora, con una patina de extravagante sordidez. Hacer de lo feo carnaval. Los actores se ponen el disfraz y juegan a las estafas. Todo es muy pulido y correcto, cine de funcionariado que también se sustenta en la memoria referencial, también un tanto adocenada o licuada, cual espora fílmica que brota de la herencia de 'Uno de los nuestros' o 'Toro salvaje'. Pero es un pálido reflejo, como la espora de 'La gran belleza' de Paolo Sorrentino con respecto a 'La dolce vita' de Federico Fellini. Esto ya no es el postmodernismo de juegos referenciales o intertextuales de los ochenta, es 'operación espora expresiva'. No puede faltar la aparición de Robert de Niro, significativamente, a tiro limpio. Al final y al cabo, Bale es su relevo en entusiasmo por las mutaciones físicas, ahora engordo, ahora adelgazo, ahora me quedo raquítico, ahora me musculo, ahora me pongo un postizo en la cabeza, en la cara o donde haga falta. 'American hustle', por ello, transpira sensación de película postiza. En todo momento, estaba esperando que Bale se quitara el postizo de la tripa, y revelara, como en la segunda parte de 'La huella' (1972), de Joseph L Mankiewicz, que bajo el disfraz quien estaba realmente era Michael Caine. O quizás sí, pero yo ya estaba dormido.

2 comentarios:

  1. Guau... Es una reseña cojonuda y eso que no he visto la película, lo que hace a la reseña doblemente cojonuda...

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