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viernes, 14 de diciembre de 2012

Emmanuelle Riva, luz entre las cenizas

Photobucket Entre las cenizas de Hiroshima y de Nevers surgía el rostro de Emmanuelle Riva, dotando de cuerpo a las heridas del olvido y de la memoria para hacerlas cicatriz, tacto que resucitaba cuerpo y emociones. De 'Hisroshima, mon amour' (1959), de Alain Resnais a la degradación de la música del amor, en 'Amor' (2012), de Michael Haneke, cuerpo a que las cenizas vuelve, los escombros de la muerte inevitable. Entre medias, los forcejeos y derivas y esplendores de las emociones, los trasiegos y las intemperies de la libertad y la noche, en la sublime 'Liberté, la nuit' (1983), de Philippe Garrel, sobre cuyo rostro la música se hacia elevación, epifanía, transcendencia de lo efímero. Riva ha trabajado también con Georges Franju en 'Relato íntimo' (1962) y 'Thomas L'imposteur' (1965), Jean Pierre Melville en 'Leon Morin, sacerdote' (1961), Gillo Pontecorvo en 'Kapo' (1960), André Cayatte en 'Riesgos del oficio' (1967), Fernando Arrabal en 'Iré como caballo loco' (1973), Krzystoff Kieslowski en 'Tres colores: azul' (1993), Tonie Marshall en 'Venus, salón de belleza' (1999) o Julie Delpy en 'Le skylab' (2011).

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