El legado de Bourne o La narración como un sprint permanente

A 'El legado de Bourne' (2012), de Tony Gilroy, hay que reconocerle su vibrante dinamismo. Aunque tampoco trascienda ese vivaz y eficaz dominio de las superficies, de la acción trepidante, y la narración casi en permanente sprint. Pese a qu
e los personajes acaben conviertiéndose en figuras de fondo, o conductores de la montaña rusa, al menos se agradece que sean presencias como las de Jeremy Renner, Rachel Weisz o Edward Norton, que aportan densidad aunque sus personajes carezcan de particular relieve ( o de relieve a secas). Gilroy como narrador gimnasta (con buenas flexiones de montaje) está más afinado que en su opera prima 'Michael Clayton' (2007), de premisa más sustanciosa, pero que acababa licuada por efectistas y erradas elecciones de montaje y visuales (y un guión que tampoco trabajaba a fondo personajes y situaciones) y mucho más que en la muy floja 'Duplicity' (2009). James Newton Howard compone una banda sonora acorde a esa busqueda de la febrilidad narrativa.