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viernes, 24 de agosto de 2012
Tom Courtenay, la emoción conflictiva
Tom Courtenay, fotografiado por Sandra Lousada, durante el rodaje de 'La soledad del corredor de fondo' (1962), de Tony Richardsonn. Courtenay, junto a Albert Finney, se convirtió en el rostro emblemático del Fee cinema, sobre todo con esta
interpretación, pero también con la que realizó en 'Billy Liar' (1963), de John Schlesinger. Aunque Courtenay, a diferencia de compañeros de generación, como Finney, Alan Bates u Oliver Reed no adquirió su popularidad ni relumbre, quizá porque sus rasgos tampoco se ajustaban al de un tipo de galán, y porque fue perdiendo interés en la interpretación cinematográfica, prefiriendo centrarse en el teatro a partir de inicios de los 70. Durante la década anterior destacó en personajes conflictivos, por quebradizos o desamparados, como el soldado acusado de deserción en 'Rey y patria' (1964), de Joseph Losey o el soldado al que el oficial alemán asesino de prostitutas que encarna O'Toole quiere endilgarle sus crimenes, y 'La noche de los generales' (1967) o más tortuosos o siniestros como los de 'Doctor Zhivago' (1965), por la que sería nominado al Oscar al mejor actor secundario, en 'Sentencia para un dandy' (1968), la última obra de Anthony Mann, que falleció durante su rodaje, o el rígido oficial de 'King rat' (1965), de Bryan Forbes. Tras doce años dedicado al teatro, retorna con su extraordinaria interpretación en 'La sombra del actor' (1983), de Peter Yates. Con Finney formara de nuevo tandem protagonista en la producción televisiva 'A rather english marriage' (1998), de Paul Seed. Tampoco se ha prodigado mucho en estas tres últimas décadas, tanto en cine como en televisión, destacando la adaptación de la extraordinaria novela de Graham Swift 'Últimos tragos' (Last orders, 2001), de Fred Schepisi, junto a un gran reparto formado por Michael Caine, David Hemmings, Bob Hoskins, Ray Winstone y Helen Mirren, 'Nicholas Nickleby' (2002), de Douglas McGrath o 'The golden compass' (2007), de Chris Weitz.
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