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martes, 14 de agosto de 2012
Inside men
Los motivos más habituales que impulsan al robo son la codicia, ese ansía de beneficios extra que propicia el disfrutar del mayor número de lujos posibles, y el poder salir de una situación de precariedad en la que sientes que las carencias
te asfixian. Pero también puede ser porque quieres 'robar' al hombre que querías ser, al hombre que siente que controla y domina su vida, que se siente determinado, resuelto y fuerte, ya no ese hombre subordinado, anulado y enajenado, plegado en su casilla de vida (trabajo, casa, familia) correspondiente, que cumple su función, como si fuera un 'hombre adoptado' que ya no recuerda cuál era su raíz, de dónde viene, por qué se ha convertido en un complaciente y servil autómata, en un cumplidor esbirro de un sistema que le ha convertido en un una impersonal e indiferenciable pieza más de la circulación de un sistema. Estas tres motivaciones impulsan a Marcus (Warren Brown), Chris (Ashley Walters) y John (Steven McIntosh), los tres proragonistas de 'Inside men' (2012), una excelente producción televisiva británica de la BBC, de cuatro episodios ( también podría verse como una obra de cuatro horas), que gira alrededor de un atraco en una oficina de contabilidad.
La narración comienza con el atraco, cómo usan de rehén a John el director de la oficina, para poder entrar en las instalaciones, y cómo es herido Chris, uno de los agentes de seguridad. Posteriormente la acción alternará tiempos, los previos al atraco, nueve meses antes, revelando cómo la implicación de los personajes no es lo que parece en un principio, lo que implica ver el atraco desde otras perspectivas, y los sucesos posteriores al atraco, en los dos meses siguientes. Una compleja estructura que no es un mero juego formal, sino que se revela coherente con el desarrollo de unos personajes (esos tres 'inside men', hombres de dentro, implicados en el robo, pero ¿cuál ha sido su papel o implicación?) que llegan a sorprenderse hasta a sí mismos con los giros que realizan con su conducta y actitud. ¿Qué somos capaces de hacer cuando desafiamos nuestros límites o la vida nos expone a situaciones extraordinarias que no imaginábamos vivir? ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a realizar concesiones por necesidad? John y su esposa han adoptado un niño, pero es él quien necesita dejar de ser 'adoptado', ya no recuperar sino transformarse en esa 'función' con forma humana que nunca cuestiona su posición en el engranaje, ni a este mismo, y que como aplicado esbirro, en el enajenamiento de su posición intermedia en la cadena de mando, aplica las injusticias e inconsistencias del poder sobre sus subordinados.
Esta sordidez vital esta expresada con precisión, a través del guión de Tony Basgallop, creador de la serie, y del director, James Kent, que logra transmitir una opresiva sensación de realismo 'sucio', de seres corrientes que se encuentran envueltos entre las turbulencias de una acción delicitiva, que supone cruzar un umbral radical en su vida, del que ya no habrá vuelta atrás si se decide hacer.
La serie dosifica habilmente los giros narrativos, que enriquecen progesivamente el relato, ampliando la perspectiva sobre los personajes. McIntosh y Brown fueron protagonistas de la serie 'Luther' (el primero cómplice y después antagonista del protagonista en la primera temporada; el segundo, compañero de Luther en ambas temporadas). Kierston Wareing, que interpreta a la pareja de Warren, que también tiene una muy sugestiva evolución ( como la misma relación de la pareja), fue una de las protagonistas de 'The shadow line'. Dos series magistrales que revelan el excepcional momento en que se encuentra la producción televisiva británica, y en especial en el del género del thriller, del políciaco o de misterio, de veta afilada y tenebrosa, lindando con una depurada estilización y una descarnada abstracción. 'Inside men' es otra joya a añadir a esta excelsa lista.
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