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lunes, 27 de agosto de 2012
The hour
Las actividades del gobierno, o del poder, se traman sobre pantallas, sobre imágenes convenientes, proyecciones que responden a unas estrategias y cálculos que definen lo visible y lo no visible, lo decible y no lo no decible, la versión qu
e debe prevalecer aunque sea falaz, lo que debe ser silenciado para que no rasgue la perfilada pantalla de los que dominan el encuadre ( y que implica que queden fuera los que estorban). También las relaciones se traman sobre pantallas, sobre conveniencias, proyecciones, cálculos, la imagen social, lo que conviene compartir o no compartir, como los roles, los modelos de actuación a los que deben plegarse hombres y mujeres. Hay que mujeres que para doblegarlas se las ‘condena’ a un matrimonio de conveniencia, una impostura, para encubrir a un actor en alza homosexual. Las hay que han hecho del desapegado epicureísmo una máscara de estoicismo, el sonriente maquillaje sonriente que contrarresta una vida a rebufo de otras voluntades. Se puede aceptar que una relación marital sea tan decorativa como el papel pintado siempre que no aparezca en escena otra mujer que, en este caso, comporte una amenaza que rasgue el papel porque no es otra tonta secretaria, sino una mujer inteligente. Entre todas pantallas se introduce una pantalla que aspira a rasgar todas ellas, a buscar la verdad, a revelar sus entresijos, sus bambalinas, lo que se oculta, la entraña de lo que sucede, la de un programa televisivo que da título a esta magnífica producción de la BBC, ‘The hour’, compuesta de seis capítulos, escritos por Abi Morgan, cuya acción transcurre en 1956, cuando tuvo lugar el conflicto de Suez, y Gran Bretaña junto a Francia invadieron Egipto (alienta en su obra la atmósfera de la literatura de Graham Greene, u obras como ‘El topo’, 2011, de Thomas Alfredsson). Aspira a ser no un periodismo distraiga como una anestesia, sino que abra en canal la realidad.
La imagen de esa pantalla que quiere ser incisión, Hector (Dominic West) es una figura escindida, alguien casado con una mujer de familia rica, hija de alguien con influencias (de modelar la realidad, de instituirla), alguien ambicioso que quiere ascender en la profesión, pero no carente de inquietudes, de aliento de periodista que no duda en enfrentarse a los poderes instituidos. Alguien plagado de contradicciones, que no llega a saber qué hacer con sus sentimientos, alguien acostumbrado a vivir en esa escisión entre su relación marital y otras aventuras que se encuentra ante una doble tesitura, ¿qué elegir cuando aparece una mujer de la que sí te enamoras? ¿qué hacer cuando aparece la oportunidad de poner al gobierno en la picota con una noticia pero que pondría en peligro el futuro de tu carrera?. Freddie (Ben Winshaw), carece de la imagen de Hector, por eso no puede aspirar a ser el rostro del programa; es el verbo certero, la mente inquieta, perforadora, cansada de un periodismo que se queda en las superficies o que se conforma con las trivialidades, es la mirada que busca tras las apariencias, que quiere desentrañar las marañas que se han convertido en una realidad que empieza a sacrificar piezas molestas. A veces en la labor del periodismo en ese afán de retratar la verdad que encubre más bien encontrar la imagen de titular estableces una distancia que te aleja de las implicaciones emocionales de lo que ‘registras’.
Uno de los grandes momentos tiene lugar cuando uno de los grandes personajes secundarios, uno de esos de los que quisieras saber más tan bien perfilados están en lo que se insinúa de ellos, Lix (Anna Chancellor), que fue periodista de guerra, relata cuando hizo una fotografía de una mujer en Madrid, cuando cayó la ciudad ante las fuerzas franquistas, mientras dentro fusilaban a varios hombres) Pero también te puede condicionar, ofuscar, el personalizar. Implicarte sí, pero no demasiado, porque te puede emborronar el discernimiento, porque quizá focalices demasiado en ciertos ángulos ( como le puede pasar a Freddie, aunque insistir en esclarecer la muerte de una amiga querida será el filo que descubra la podredumbre del poder tras la pantalla). El tercer vértice del triángulo protagonista es la a quien responsabilizan de la producción del programa, Bel (Romola Garai), fiel alliada y amiga íntima de Freddie ( que parecieran algo más que amigos dada su compenetración y complicidad, ambivalencia que se mantiene durante toda la temporada, en contraste con la relación, sostenida sobre las apariencias, el camuflaje y ocultamiento, con Hector).
Es ella quien tendrá que sortear aún los agujeros en el camino que hagan peligrar su condición de punta de lanza como mujer, como profesional, como ser la ‘otra’ (una reprobación que no sufriría el hombre), y mantenerse firme ante todas las presiones de los superiores y de los representantes del poder, sobre todo en la extraordinaria larga secuencia, culminante, de arrebatadora modulación, de la emisión del programa del último capítulo. Ella es el personaje ‘entre’, entre lo que representan ambos hombres, entre lo que representan o aceptan las mujeres a su alrededor, plegadas, subordinadas o, si no aceptan, quizá marginadas o eliminadas por no entrar en el juego de pantallas y conveniencias.
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'The hour'es una miniserie magnética que retrata con sutil suavidad los entresijos de un
ResponderEliminar'cuarto poder'caracterizado por la convicción
de la objetividad informativa, la libertad de expresión y la integridad del individuo en su profesión, eternamente rodeado por la atmosférica podredumbre de aquellos que mueven los hilos, los hombres del 'primer poder'.
Sus protagonistas y demás secundarios (sólidamente caracterizados por un reparto de lujo)y la magnífica banda sonora jazzística que acompaña a sus imágenes, hacen de esta serie un complemento de sumo interés.
Al igual que Solaris,también me parece sensacional el último episodio(la corrosiva censura que lo destruye todo),que mejora lo precedente y compensa algunos altibajos vigentes en su trama.
Pd:tu comentario de la serie me ha parecido magistral, profundo y digno de tener en consideración. ¡Bravo por el periodismo de calidad!
¡Muchísimas gracias por tus palabras! Por cierto, no sé si también has visto la segunda temporada, la cual me parece que mantiene el listón de una exquisita calidad.
ResponderEliminarSolaris, he visto la segunda temporada y me parece sublime y de una gran calidad difícilmente mejorable. El crecimiento de los personajes femeninos ha enriquecido, de manera excelsa, el contenido argumental y la compleja relación emocional de Lix y Randall alcanza límites de un gran talento interpretativo.
ResponderEliminarEsperemos que haya una tercera temporada y que su calidad no se consuma fugazmente.