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viernes, 31 de agosto de 2012

Plácidas pausas de rodaje: Peter Cushing y el chimpancé Otto

Photobucket Peter Cushing saluda a su partenaire chimpancé Otto durante una pausa de rodaje de 'La venganza de Frankenstein' (1958), de Terence Fisher. Si en la anterior obra, 'La maldición de Frankenstein' (1957), la piel macilenta y descarnada de la criatura, en la que parecían entreverse los nervios, y los ojos acuosos, eran el reflejo o reverso monstruoso de la hipocresía de la sociedad hipócrita (cual retrato de Dorian Gray), en esta ocasión se incide en la animalidad más primaria (reflejo de esa competitividad citada en los otros médicos): el éxito de la operación, como el caso del mono al que se injertó el cerebro de un orangután, no impide una terrible secuela, un voraz instinto carnívoro, o canibal (la naturaleza depredadora del hombre, aunque se camufle en modales 'civilizados').

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