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lunes, 6 de agosto de 2012
Sandrine Bonnaire, ceremonias de sobría intimidad
Sandrine Bonnaire incendió cual cometa la pantalla en la película que supuso su revelación ( y por la que ganaría el Cesar a la actriz revelación), 'A nuestros amores' (1983), de Maurice Pialat, en la que su carne palpable de emociones en desgarado forcejeo contrarrestaba la sobrecarga de afectación de la película, que buscaba con desafortunado denuedo forzar la emoción a base de empellones y crispaciones de estilo. Mucho más equilibrada era la esplendida 'Sin techo ni ley' (1985), de Agnes Varda, por la que Bonnaire ganaría el Cesar a la mejor actriz, o el doliente y sombrío lirismo de 'Monsieur Hire' (1989), de Patrice Leconte, con quien reincidirá en la muy sugerente 'Confidencias muy íntimas' (2004). Con Pialat repetiría en 'Police' (1985), de la que guardo muy buen recuerdo, aunque fuera ya hace un par de décadas, y 'Bajo el sol de Satán' (1989). Protagonizó dos de mis obras predilectas de Claude Chabrol, las magistrales 'La ceremonia' (1995) y 'En el corazón de la mentira' (1999), en las que demuestra su refinado talento para el 'menos es más', la sobria y elocuente economía del gesto, la mirada en la que bullen corrientes de lava de emociones. Ha trabajado con André Techiné en 'Les innocents' (1987), Raymond Depardon en 'La cautiva del desierto' (1990), Jacques Rivette en 'Jeanne la Pucelle' (1994) y 'Confidencial' (1998), Regis Wargnier en 'la vida prometida' (1999) o Philippe Lioret en 'El extraño' (2004). Dirigió en el 2007 'Su nombre es Sabine',y este año estrenará 'J'enrage de son absence', en la que interviene, William Hurt, quien fue su pareja en la década de los 90, tras conocerse en el rodaje de 'La peste' (1991), de Luís Puenzo.
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