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lunes, 31 de enero de 2011
El cuarto poder
En 'Leones por corderos'(2007), de Robert Redford, la periodista, interpretada por Meryl Streep, tras la entrevista que realiza al político republicano (Tom Cruise), se topaba con el 'muro' de las conveniencias en la política empresarial del periódico en el que escribe. No interesa su insurrecto afán de 'verdad', desvelando las entretelas del escenario político, y sus intereses camuflados bajo la capciosa imagen que desean proyectar para conseguir sus propositos. En su interesante 'Buenas noches, buena suerte' (2005), George Clooney ponía sobre el tapete otro choque entre la busqueda de la verdad, como motor del periodismo, y las diversas conveniencias e intereses empresarios y políticos. Nos situaba en los inicios de los años 50, cuando se vivía más intensamente la virulenta accíón 'purgadora' del Comité de actividades antinorteamericanas regido por MacCarthy, en su persecución de todo aquel que pudiera ser acusado de comunista (o cuestionador de los valores e intereses 'patrióticos), que como siempre, camuflaban, a su vez, intereses económicos). Ya en aquellos años, en 1952, Richard Brooks realizó 'El cuarto poder' (Deadline USA) una de las obras más señeras, casi emblemáticas, sobre la actividad comprometida del periodismo, en busca de la verdad, sin recurrir a sensacionalismos, ni ceder a presiones de los poderes fácticos económicos o políticos.
Con afinada eficacia, entrecruza tres lineas narrativas. Por un lado, la amenaza de la desaparición del periódico, 'The day', por los intereses de las hijas herederas del fundador, ya fallecido, del periódico, con intención de vendérselo a otra importante empresa periódistica, con opuestos objetivos profesionales, ya que su prioridad es el sensacionalismo, o sea el negocio, más que la 'verdad'.
En segundo lugar, y aunque les queden sólo dos días de 'vida' como periodico, el director, Hutchinson (Humprey Bogart), inicia una investigación periódistica en la que poner en evidencia los tejemanejes ilegales de cierto magnate económico, Rienzi (Martin Gabel), casi un gangster de altas esferas, incluidos los encubiertos sobornos en forma de apoyo económico a candidatos políticos. Y, en tercer lugar, otra contrariedad que sufre Hutchinson cuando su exmujer, Nora (Kim Hunter), le comunica su nuevo matrimonio, y en cuyos dialogos compartidos se manifiesta tanto el amor que se profesaron, y que aún sienten, como la incompatibilidad de modos de vida que hacía imposible la relación.
Brooks trenza con mano firme estas tres lineas, que dibujan, con precisión, un tapiz hecho de aspectos públicos y privados (íntimos), los claroscuros, y las contradicciones, y dilemas y conflictos en ambas esferas, que implica la dedicación periódistica. Puede que ambos aspectos, como ocurre en la película, se vean contrariados, y ni Hutchinson puede hacer nada para recuperar a su exmujer, ni puede evitarse que el periódico se venda y acabe su carrera, pero quedará el regusto de la voluntad afirmada, con la publicación en el último número, del artículo que desvela, con pruebas, la corrupción en la que está envuelto ese magnate. O lo que es lo mismo, al menos, morir con las botas puestas y la cabeza bien alta, señalando las cosas con el dedo, bien deletreadas, aunque uno se arriesgue a que se lo corten.
'El cuarto poder' (Deadline USA, 1952), es una notable obra de Richard Brools, de espíritu tan combativo como lúcido a la hora de confrontar las ilusiones de los ideales con las sombras de la realidad. Brooks escribe el guión también, y Milton Krasner se encarga de las tensas sombras y grises de la fotografía.
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