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lunes, 24 de enero de 2011

The station agent

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¿Cómo se puede definir el argumento de 'The station agent' (2003), de Tom McCarthy? (Prefiero olvidar cómo se retituló aquí, 'Vías cruzadas') Su mismo título ya define las resonancias con las que juega, aquellas que van más allá de las apariencias, y hacen del símbolo cuerpo de relato, como su narración sabe jugar con las corrientes subterraneas de las emociones en juego. Porque Finbar (Peter Dinklage) es un agente de una estación...abandonada, fuera de servicio. Finbar posee un rasgo físico que le hace destacar. Es enano. En las primeras secuencias vemos sus tránsitos de casa al trabajo en una tienda especializada en juguetes ferriovarios. En su vida no parece haber muchos acontecimientos. El dueño fallece, y hereda esa estación ferroviaria fuera de servicio.

Ahí se traslada y se aposenta. Y establece relación, en principio remisa, con Joe (Bobby Cannavale), un parlanchín (en contraposición al esquivo laconismo de Finbar) dueño de un puesto de perritos calientes, cuya vida está condicionada por la dependencia del cuidado de su padre enferno y, de modo casual, o más bien accidental (porque, por poco, es atropellado por dos veces por ella) con Olivia (Patricia Clarkson), una pintora, separada, y que perdió a su hijo un par de años atrás.
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Es la relación, o progresiva conexión, que se va dando entre estos tres variopintos y contrastados carácteres, la que va guiando la película, en una narración que atiende a los momentos, a los tránsitos, en donde realmente no ocurren muchos aconteceres, y cuando es así, casi son fuera de campo ( como la crisis en la que recae Olivia por la muerte de su hijo y que la hace apartarse temporalmente de esa relación de amistad iniciada), y justo cuando el mismo Finbar se había abierto, saliendo de su hábito de elusiva relación con los demás. El mismo tono fluctúa entre la comedia y drama, tal es su pálpito de captar momentos de sensaciones verdaderas.

Finbar es la representación del 'otro', en cuanto diferencia singular como seña de identidad, una presencia que no encaja, o resulta extraña, 'anómala'. Pero como él dice, es paradójico cómo le han podido ver y tratar de tan diversas maneras por su condición fisica, cuando él es alguien tan anódino sin particular singularidad. Cada uno es un mundo, y es todo un logro cuando aquellos que parecen tan diferentes, o que no se presupone creen una relación cercana, como estos tres personajes, van creando una hermosa relación cómplice en el mismo 'plano'.
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McCarthy hace narración y respiración de ese símbolo de una estación abandonada, fuera de servicio, de ese estátismo en el que parecen prisioneras la vida de los personajes, y dotando a la narración de esa dinámica, muy atinadamente sugerida entre lineas, o entre planos, que va insuflando, de ternura y humor, la desenvoltura con la que los tres personajes van acompasando sus emociones, abriéndose, y creando esa hermosa amistad. A lo que se añade la entrañable relación que Finbar crea con la bibliotecaria (Michelle Williams), lejos de la opresiva relación que padece con su novio.

Hay películas que no se definen por su trama. La linea argumental es concisa, con condensados puntos de giros y conflictos. Ante todo, priman los personajes, su trayecto emocional, su proceso de transformación. Las dos obras realizadas por Tom McCarthy, 'The station agent' (2003) y 'The visitor' (2007) poseen estas características. Y así es su estilo, nada retórico, de precisa planificación, desterrado lo accesorio. Una narración elíptica, sintética, que fluye a través de situaciones que definen las circunstancias y las transformaciones emocionales de los personajes. O cómo van conectando con los demás y el mundo de otro modo, más cercano, más empático.

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