Translate

martes, 23 de febrero de 2010

Breve encuentro

Photobucket
Una estación. Trenes que pasan, que circulan. Un espacio de tránsito, las acciones, o movimientos, que realizas ya por y como costumbre. Esos jueves en que realizas una escapada a la ciudad, aireararse de la rutina, aunque tambien se ha convertido en otro acto de rutina. Un tren que pasa. Algo se te mete en el ojo, algo que te molesta. Alguien logra extraerte esa mota de polvo, de suciedad. Y una historia arranca. Una historia que te hace sentir viva. Un breve encuentro. Un breve encuentro con el amor.
Quizás esa mota de polvo en tu ojo representa esa carencia, esa 'falta' que había en tu vida, esa necesidad de volver a ver, desprendida la neblina de la rutina. Esa necesidad de sentir algo extraordinario en una vida aposentada, placida pero detenida, en la inercia de la costumbre. Pero ¿es un encuentro o el exorcismo de una carencia en un impasse vital? ¿O ambas cosas?
Esta magistral obra que es 'Breve encuentro' (1946), de David Lean, ya de entrada, tiene una feliz idea de estructura narrativa. Un tren cruza la estación en sombras. Un revisor entra en el café de la estación, lugar de tránsito, de imprevisibles cruces. El foco de atención se centra en su diálogo con la dueña del café, que camufla un cortejo. La cámara realiza un travelling siguiendo el movimiento de la camarera, y encuadra a dos personajes sentados al fondo en una mesa.
Photobucket
Son Laura (Celia Johnson) y Alec (Trevor howard). Llega una amiga de la primera. Un casual cruce, una coincidencia. Su cháchara es todo un torrente. Pero algo se advierte en los gestos de Celia y Alex, bajo sus comedidos y corteses comportamientos. Una incierta incomodidad por la irrupción de la charlatana mujer. Laura le presenta a Alec como un amigo. Pero el gesto de Alec posando su brazo sobre su hombro cuando se despide, ya que tiene que coger un tren, nos indica que entre ellos hay una corriente subterránea que desconocemos.
Y el plano general que ha ido durante la secuencia transformándose en planos cada vez más cercanos, se transforma en un primer plano de Laura, ya en el vagón de su tren, que nos revela lo que aún no advertíamos desde la distancia. y la voz en off de Laura se adueña de la narración, y el relato pasa a ser subjetivo, desde las entrañas de las emociones en conflicto de Laura. Hemos pasado de la vista en plano general de un lugar de transito donde se cruzan tantas vidas que tan poco saben de los otros, aparentemente ordinarias, al relato individualizado de lo que trasiega tras un rostro que, como tantos otros en ese tránsito de relaciones con los otros, camufla y oculta lo que de verdad siente o piensa. Laura está desgarrada porque ha tenido que despedirse para siempre de Alec. Y no soporta esa interminable cháchara de su amiga, pero no se lo dice, lo grita dentro de su cabeza.
Photobucket
Laura está casada. Su relación parece tan confortable como 'discreta'. La discreción de la costumbre, de la relación ya instituida con el piloto automático. Lean tiene el buen gusto de no dibujar al marido con rasgos desagradables. Claramente es alguien amable, atento y bonachón. Alguien conforme sin requiebros con su vida, vida de crucigramas al calor de la lumbre sentado en su sofá. Y ahí es dónde la narración desvela lo que sangra tras las apariencias, tras el rostro que disimula lo que le tortura. Frente a su marido, la contraposición de la vida que ha dejado escapar, de ese tren que ha cruzado por su estación vital sin que se decidiera a cogerlo, Laura evoca su amorío con Alec. El proceso de cómo ese sentimiento fue arraigándose entre ellos.
No deja de ser elocuente el instante en que Lean retrata el tránsito sentimental en Laura. Ese momento en que su rostro delata que ha cruzado un umbral en el que su mirada se ilumina porque ha descubierto algo. Que ama, o empieza a amar a Alec. Es una conversación entre ambos en una de las mesas del café de la estación, tras que hayan compartido un tarde en la que se cruzaron casualmente y compartieron comida y proyección de cine (no es casual, porque se entra en el difuso terreno de una vivencia como fantasía, o quizá de fantasía que se hace realidad). La planificación se desarrolla entre ortodoxos planos-contraplanos, mientras Alex narra con entusiasmo el por qué de su vocación médica, centrada en la previsión. Y, en un momento dado, el plano sobre Laura se mantiene, alargando su duración, como si se hubiera quedado arrobada, cautivada. Sí, es el entusiasmo de Alec el que ha 'raptado' sus sentimientos. El entusiasmo que faltaba en su vida. La 'previsión' sentimental que pueda curar y evitar la apatía de su vida.Photobucket
Sus sentimientos se irán iluminando, defniendo. Pero oscurece su entorno, como las calles o túneles por los que transitan, dada esa clandestinidad en la que discurre su relación aún en ciernes, truncado el encuentro de la intimidad por esa condición que sienten proscrita. Ambos están casados. Ambos ya tenían establecidas sus estaciones vitales, pero el cruce de otro tren, de uno en la vida de otro, ha desestabilizado su vida hecha de previsiones, que se han desvelado ahora carentes. ¿Y qué hacer lo imprevisto cuando además hace sentir de nuevo el movimiento en la vida, y la mirada despejada sin esquirlas que perturben?
La clandestinidad se convierte en peso. No es casual que el único momento en que el relato cambia de punto de vista sea tras que ambos, en su primer momento juntos en la casa de un amigo de Alec, vean interrumpida su intimidad, cuando van a materializar carnalmente su deseo, y ella marche precipitadamente. El díalogo que mantienen Alex con su amigo, el cual se muestra inquisitivo y avieso, se puede ver como la materialización de ese miedo o culpa que siente Laura, quien está evocando el relato. Y en las últimas secuencias presenciamos aquella primera secuencia desde otra perspectiva. Es el momento de su despedida, porque Alec se va a trasladar a otro país por una oferta de trabajo. Y ambos han sido incapaces de ser determinados y apostar por lo que sienten, plegandose a los condicionamientos con los que no saben luchar. Y aparace la charlatana amiga.
Photobucket
Ahora, desde la perspectiva de Alec y Laura se hace más dolorosa esa irrupción, ajena a lo que sienten y ocultan ante ella, ya que son los últimos minutos que comparten juntos. Los gestos contenidos ahora se revelan rasgados por lo que se esfuerzan en ocultar ante esa inoportuna mujer, y más dado el desgarro que sienten porque dejarán de verse, algo que no desean, pero que se han resignado a que así sea. Y el gesto de Alec, cuando se despide, aposentando su mano en el hombro de Laura se tiñe de una intensidad insoportable porque sabemos lo que representa, y lo que no pueden expresar por la presencia de la amiga de Laura.
Y si en la primera secuencia veíamos que tras irse Alec, al de un rato, Laura salía de la estacíón ( en fuera de campo porque la cámara encuadraba a la amiga acercándose a la barra del café), ahora vemos cómo, mientras el encuadre se desequilibra, tras debatir consigo misma, anhelando que Alec vuelva a entrar por la puesta, diciéndole que ha cambiado de opinión, sale corriendo al andén. Y un tren cruza la estación a toda velocidad, sacudiendo con el aire que deja su paso el rostro trasegado de Laura, en un encuadre de nuevo desequilibrado, que contiene tanto un anhelo de lanzarse al tren como a las vías, de romper con la indecisión que ha impedido que realice su amor como de castigarse por la misma.
Photobucket
Y entra de nuevo en la estación. Nadie, ni su amiga, percibe ese torbellino de emociones que la desgarran. Ya en casa, en el tiempo presente desde el que empezaba la narración en flashback, no puede contener las lágrimas, ante la sorpresa de su marido. O quizás, como parece insinuarse, su marido no era tan poco perspicaz, y algo había notado en su esposa, y la acoge con sus brazos. Sí, de nuevo está en su estación vital. Dejó pasar un tren, quizá el tren de su vida. Vuelve a la espera y al tránsito que es inercia. Algo sacaron de su ojo, pero sólo quedaron las lágrimas de la revelación que dejó que se fugara en la distancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario