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martes, 24 de marzo de 2015

La habitación en forma de L

Hay habitaciones en forma de L, como hay vidas que llevan incorporada, de modo no visible, la L que llevan los coches de los conductores novatos. Es la L de aprender (learn). Jane (Leslie Caron), la protagonista de 'La habitación en forma de L' (The L shaped-room, 1962), producción británica dirigida por Bryan Forbes, es una joven de 27 años que aún está aprendiendo a habitar la vida. Extranjera aún en la vida, como lo es como francesa en Inglaterra, da sus primeros pasos buscando una habitación donde vivir. La encuentra en una pensión habitada por varios personajes que han recorrido ya un largo camino en la vida sobre una frágil cuerda de funambulista, o que aún luchan por dotar de cimientos sólidos a un presente que sigue definido por lo provisional. Extranjeros de una realidad en la que aún no han logrado integrarse del todo, siempre con un pie dentro y otro fuera. Artistas, sean escritores, actrices o músicos que viven siempre en presente porque su futuro se define por la incertidumbre. Jane da sus primeros pasos en la vida pero se encuentra con la circunstancia de portar una nueva vida en su interior. Aún está aprendiendo a vivir y tiene que responsabilizarse de otra vida. Entre las primeras señalizaciones que aprende en el código de circulación de la sociedad es el hecho de que como mujer se enfrenta a la descalificación de furcia si mantiene relaciones sexuales sin estar casada, y como mujer embarazada sólo puede, o debe, optar por casarse o por abortar. La opción de tener al niño como madre soltera no parece entrar en la ecuación, o se ve relegada a la sección de estigmas sociales.
También se enfrenta, con respecto a la primera lección, de que puede ser discriminada incluso por quienes viven en los márgenes, o sufren sus discriminaciones, por ser negro y homosexual, como es el caso de su compañero de pensión, y nuevo amigo, Johnny (Brock Peters). Con respecto a la segunda lección se enfrentará al hecho de que puede ser complicado lograr conciliar el tener el hijo con el hecho de encontrar un hombre que la quiera y acepte sin conflicto que está embarazada de otro (aunque no quisiera saber nada de aquel otro), conflicto con el que se enfrentará con su compañero de pensión, y nueva pareja, Toby (Tom Bell), quien también lidia con su frustración por no haber encontrado la estabilidad mínima como escritor y vivir en precario presente permanente. Al fin y al cabo, también Toby porta su L de aprendizaje en la vida, y por eso escribe un relato que se titula 'La habitación en forma de L', la habitación en la que vive Jane, una forma de decirle que también está decidido a aprender a madurar y dejar de lado ridículos orgullos.
En la pensión también hay una mujer(y extraordinario personaje) que podría verse como un posible futuro de Jane, la actriz Mavis (Cicely Courtneidge), ya en la sesentena, a través de la que se insinúa los via crucis que debió sufrir en el pasado por ser mujer que opta por senderos poco convencionales, y por ser lesbiana. De este personaje femenino en los márgenes será variante la protagonista de la estupenda posterior obra de Forbes, 'The whisperers' (1967), alguien que preferirá convivir con las voces que imagina en su casa que con aquellos que habitan un hostil y depredador exterior. En la resolución, cuando se contrasta a Jane con la actitud de la nueva joven inquilina, se evidencia que para aprender en la vida se hace necesario estar abierto a los demás, no cerrar puertas, no aislarse, ni ver a los otros como intromisiones o perturbaciones. Exponiéndose, y dejando resquicios para que entren los otros, es como se consigue desprenderse de la 'L', porque ya se sabe habitar la realidad como un espacio de conjugaciones.

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