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jueves, 1 de enero de 2015

12 películas que deberían haberse estrenado en el 2014

Hay muchas excelentes obras que no logran estrenarse en las pantallas comerciales. Estas producciones entre el 2012 y el 2014 no lo han conseguido, y hay bastantes probabilidades de que la mayoría de ellas no lo hagan en el futuro. En algún caso, su duración juega en su contra para que logre estrenarse: la obra de Weerasethakul dura poco más de una hora. Incluso, son obras que han generado poca conversación, de las que poco se sabe, aunque, por ejemplo, las producciones estadounidenses, estuvieran nominadas el año pasado en los Spirits (los premios del cine independiente norteamericano), cuatro obras que evidencian que, incluso en la cinematografía que domina nuestras pantallas hay un cine que no llega y del que poco o nada se sabe, y cuya calidad es superior a la media que se estrena por aquí. Apuntaría, además, que algunas de ellas me parecen de lo mejor realizado en en lo que va de siglo, o cuando menos, de lo más asombroso y fascinante que he visto, sobre todo en el caso de las obras de Cohen y Weerasethakul. El cine aún sorprende. Aparte, son obras que siguen mirando más allá de los encuadres cerrados de la mirada convencional con la interrogante que vuelve como un boomerang para seguir cuestionando este amplio territorio desconocidok, aún difuso, que somos nosotros, nuestro interior, nuestra forma de mirar y sentir. Son obras que nos animan a plantear cómo damos los pasos en los que calificamos como realidad. Obras para despejar y restregar la adormilada mirada, quizá demasiado abocada a las inercias. Obras que nos incitan a mirarnos desde otros ángulos, como una mirada que nos sorprende por la espalda, y que nos hace advertir perspectivas que no habíamos contemplado. En el principio, fue la mirada que se preguntó qué había antes del nombre, qué era ese misterio que denominamos emoción. Porque, como dijo Bachelard, el misterio no es la forma sino la formación.
1. Museum hours (2013), de Jem Cohen Hay películas con las que la mirada despierta, se estira y contempla cómo se gesta la primera luz del día. La mirada se despliega y hace de la observación danza. Percibe cada elemento del conjunto. La mirada no recorre la superficie, sino que se interroga y se empapa de cada elemento. Y cada elemento se convierte en umbral de lo infinito, la multiplicidad de lo posible. Hay películas que te desnudan, que te hacen sentir el cuerpo como un caudal de sensaciones que permanecían estancas, en posición de apagado, de pausa, de espera. Parece que te resucitan. Hay películas que te gustaría habitar, en las que pasearías por sus planos como si dispusiera de ilimitadas habitaciones, y la mirada no conociera contornos en los que detenerse, ni entre los planos hubiera separaciones, como si fueran las infinitas salas de un museo en la que no dejas de escrutar y observar un sinfinde obras y de rostros que las contemplan. Hay películas que no terminan, hay películas que no pueden terminar. 'Museum hours' (2013), de Jem Cohen, es una de ellas. Es un festín para la mirada, para el cuerpo. Fue nominada al premio John Cassavetes (concedido a producciones con coste menor de 500000 dolares) en la última edición de los Spirit.
2. Miss Violence (2013), de Alexander Avranas Ganadora del premio al mejor director y actor en la pasada edición del Festival de Venecia, parece una película griega. De hecho, lo es. Su proximidad de mirada con ciertas muestras del cine español, austríaco o rumano evidencia que la infección es trasnacional. El ángel exterminador ha aposentado sus dominios, aunque aún intente disimular su ponzoña y podredumbre en el sacrosanto altar de las apariencias (ese que nutre la avidez de opulencia y consumo sin restricciones). Aun se apuntala en el establecimiento de una distancias. Hay una gran distancia entre la apariencia y lo real. Por eso, este cine se construye sobre las distancias.Abundan los planos generales, simetrías que acentúan el estatismo colindante con la inmovilidad, la sensación de que estamos ante capsulas o casillas en las que parece haberse extraído el aire.
3.'Mekong hotel' (2012), de Apichatpong Weerasethakul 'Un árbol flotante emerge, luego un segundo, un tercero y un cuarto, etcetera. Sus raíces se extienden en el aire, algunos detalles son más visibles, algunas hojas recuperan su forma como dos almas errantes que reconstruyen su universo. Un río aparece en el jardín'. 'Mekong hotel' es un río que aparece en la pantalla. Se extiende como esa frase, una paradoja que refleja y condensa la constitución de esa aparición. Un árbol emerge, un río aparece en el jardín. Es una obra que reconstruye, la vida no deja de regenerarse, transformarse, su narración lo hace cuerpo, música, sensación.
4. L'Age atomique (2012), de Helene Klotz El sabor de una película como L'Age atomique (2012) será apreciado por los que conocieron en su juventud el extravío de noches malgastadas, que parecían abrasarse en su condición de bucle, y los cadáveres de los versos en sus almohadas. 'L'age atomique es una historia de fantasmas, de oscuridades. Figuras en sombras, femeninas, con las que se sueña o proyecta. Fantasmas, los de los versos que se quieren convertir en cuerpo, o los versos cuyo cuerpo quiere encontrarse en una mujer. Ideales que intentan hacerse trazo de piel.
5.'The selfish giant' (2013), de Clio Barnard Se inspira en el relato homónimo de Oscar Wilde. Aunque el castillo se troca en la barriada pobre de Bradford, zona industrial en el norte de inglaterra, surcada por los humos de las grandes chimeneas, como en otra obra en la que la chatarra cobra protagonismo, material y metafórico, 'La mujer del chatarrero' (2013), de Danis Tanovic. 'The selfish giant' conjuga admirable la inmediatez, la fisicidad de lo concreto, el influjo de un paisaje, de un entorno, el pálpito de la realidad a ras de suelo, con la sutil precisión de la fábula, de la metáfora que clama, pero cuyo grito no se desboca.
6. The spectacular now (2013), de James Ponsoldt Nominada en los Spirits a mejor guión y mejor actriz protagonista, sabe sortear las convenciones de las películas centradas en personajes adolescentes, como también lograba la reciente 'Ventajas de un ser marginado' (2011), de Stephen Chbosky, a la que incluso supera. Y además traza una singladura narrativa, como el mismo giro de interés afectivo de Sutter, de imprevisto curso, por la variación de tono en el último tramo, una densificación dramática que contrasta con la liviandad de tono de sus primeros tramos (una densificación acorde a ese proceso de conocimiento, de revelación, de Sutter: la máscara deja paso al cuerpo, la representación a la emoción).
7. 'La quinta estación' (La cinquieme saison, 2012), de Peter Brosens y Jessica Woodworth 'Prefiero ser un hombre de paradojas que un hombre de prejuicios', dice Pol (Sam Louwyck), filósofo itinerante, cuando los habitantes del pueblo belga de las Ardenas discuten qué decisión tomar con respecto a la anómala situación que sufren. La naturaleza parece haberse rebelado. El ciclo natural se ha interrumpido, y la primavera no llega. 'La quinta estación' cierra la trilogía realizada por el admirable dueto creativo que conforman cineasta belga Peter Brosens y la estadounidense Jessica Woodworth. Una trilogía tramada sobre la conflictiva relación entre el ser humano y la naturaleza, o la progresiva degradación que ha sufrido esta, y por derivación las comunidades más débiles, por la inconsecuente actividad industrial, por el maltrato o abuso sin medida ejercido por el ser humano sobre la naturaleza.
8. 'La habitación azul' (2014), de Matthieu Amalric En 'La habitación azul', el enfoque es el de aquellos que mantienen la relación en las sombras, son los otros, los que no quieren visibilizarse, para no ser sorprendidos, o quieren visibilizarse, porque quieren que su relación no sea un desvío o un carretera secundaria o un callejón sin salida o una pasajera rampa de salida. Y ese desajuste genera una fisura que abre heridas. Aún más es el enfoque de quien se encuentra en el medio de esas emociones, y se asemeja al vacío, por eso el relato, la adaptación de una obra de Georges Simenon, gira alrededor de la incógnita del quién, y esta se prolonga, sin definirse, aunque sí insinuándose, más allá de las habitaciones entre las cuales la narración se despliega a la vez que repliega
9. 'Concussion' (2013), de Stacie Passon Conmoción es como se puede traducir el titulo original. Conmoción cerebral, que se suele manfiestar en perdidas pasajeras de consciencia, amnesias, confusión, o desorientación. La película se abre con un golpe que ha sufrido en la cabeza Abby, tras que la haya golpeado una pelota de beisbol lanzado por uno de sus dos hijos. Pera es otra conmoción la que se narra. O la confusión quizá deriva en un despertar.Abby tiene 42 años, es decoradora de interiores, habilita espacios, pisos, para que otros vivan en ellos. Pero ¿cómo tiene habilitada su vida? ¿Está despierta?.Estuvo nominada en los últimos premios del cine independiente estadounidense, los Spirit, a la mejor primera obra.
10. 'This is Martin Bonner' (2013), de Chad Hartigan Ganó el premio John Cassavetes en la última edición de los Spirit, los premios del cine independiente estadounidense. Hartigan declaró que no hubiera hecho la obra sin la inspiración de 'Hunger' (2008), de Steve McQueen. Como si hubiera cogido unas notas musicales y hubiera compuesto su propia melodía. Ambas se trazan sobre una corriente narrativa sinuosa que no sabes hacia donde te conduce.'This is Martin Bonner' es la historia de una reaparición, de un cuerpo que encuentra su lugar, de una identidad, o unas identidades, que se afirman, que encuentran la fuerza para resistir en un entorno hostil.
11.'Die wand (El muro, 2012)', de Julian Roman Polsler La protagonista se encuentra ante una circunstancia insólita al despertar el primer día en la cabaña en los Alpes austríacos, y percatarse de que la pareja con la que vino no han dormido en su cama. Se encuentra con ese muro invisible, con esa realidad convertida en incógnita. Una realidad en la que se encuentra aislada.La distancia y el aislamiento se va haciendo proximidad con la convivencia con los animales. Aún más concretamente, con el lazo afectivo que se consolida con el perro, Linx. El temor se transforma dependencia afectiva, en unión, como si fuera su lazo con la misma vida. La narración se acompasa a su voz, al texto que escribe en su diario, con el que evoca los avatares de su ya largo aislamiento. En uno de esos pasajes apunta que quizá la megalomanía del ser humano se deba a la existencia de criaturas como un perro, a una criatura que profesa un afecto adictivo (Asociése con la vindicación de la mirada del perro en 'Adiós al lenguaje' de Jean Luc Godard).
12. Pit stop (2013, de Yen Tan Relaciones rotas, emociones en transición, distancias en la proximidad. Las parejas se han disuelto, pero aún conviven juntas. Se encuentran en la fase de la parada de boxes, a lo que alude el título original de esta estupenda obra, la cuarta del cineasta malasio Yen Tan, afincado en Estados Unidos desde los 19 años, quien co escribe el guión con David Lowery, el director de 'En un lugar sin ley' (2013). Fue nominada al premio John Cassavettes en la última edición de los Spirits.

1 comentario:

  1. A excepción de de Museum Hours - porque conocía el trabajo de Cohen, fotografía y documentales - a penas si había escuchado de las demás películas - que la mayoría ni aparecido en revistas de cine del país, una interesante lista; sobre el trabajo de Cohen, hay algo bastante interesante sobre la relación del no -lugar, principalmente el museo, que también se puede ver en otros trabajos como el Arca Rusa. un saludo

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