Translate
lunes, 10 de septiembre de 2012
Twixt
‘Twixt’ (2011), de Francis Coppola aparece como una inyección revitalizadora en el desangelado, marchito y anodino paisaje del género de terror, y ampliando el espectro, del fantástico. En esta última década ha surgido de cuando en cuando alguna propuesta estimulante, caso de ‘The children’ (2008), de Tom Shankland o ‘Vanishing on 7th Street’ (2010), de Brad Anderson, no aptas para aquellos a quienes les guste que dejen todo bien suturado y explicadito ( en ambos casos, no se explicará por qué los niños se vuelven mortalmente agresivos ni porque la oscuridad se convierte en una amenaza letal en la que literalmente desapareces). Menos han abundado las obras magistrales, caso de ‘Déjame entrar’ (2008), de Thomas Alfredsson, o las realizadas por los dos más insignes representantes del género, Kiyoshi Kurosawa y el controvertido M Nigth Shyalaman. O ‘Inland empire’ (2006), de David Lynch, con cuyo universo se puede encontrar notables afinidades en esta propuesta (el principio de incertidumbre, sueños, tenebrosidades, extrañamiento, descentramiento, sensorialidad y excentricidad). No digo que ‘Twixt’ sea una obra maestra, pero cuando menos su planteamiento es de lo más sugestivo ((se echa en falta en el género, aunque su resultado sea fallido, propuestas más arriesgadas y audaces como ésta). Lo refleja en su título: Twixt es una abreviación de ‘Betwixt’. La expresión ‘To be betwixt and between’ hace referencia a sentirse en ese ‘entre’ irresuelto, no estás ni en un lado ni en otro.
Como ocurre con la película, no se sabe, o no se explicita del todo, aunque en ocasiones parezca bien delimitado, cuándo se está en el sueño ( o imaginación o mente) o en la realidad. Porque ese es el caso del protagonista mismo, el escritor que interpreta Val Kilmer, Hall Baltimore, que llega a un pueblo, sobre el que una voz en off, sobre una travelling sobre fachadas de una casi desierta calle de un pequeño pueblo del medio, dice que es un lugar adecuado para los que quieren retirarse del mundo:¿ Lo que vemos a partir de entonces es ese retiro de la realidad por el que se ha decidido Baltimore? ¿Es un espacio de su mente en el que resuelve los traumas o dolores irresueltos, la pérdida en un accidente de su hija de doce años en un accidente? Este es igual al que sufrió el hijo de Coppola hace ya más de treinta años. Pareciera que aún no lo hubiera resuelto, que aún tuviera que realizar esta especie de quema de objetos u homenaje vikingo a través del celuloide. Ya explicité hace algún tiempo que me parecía que en ‘Rumble fish’ había supuesto una especie de harakiri creativo, de entregarse a las sombras, porque así se sentía, de quien renuncia o pierde el fuego interno tras tantas luchas perdidas o decepciones o pérdidas. El chico de la moto era también él. Ese despliegue exuberante de creatividad, de afán de inventar (memorables su uso de los flashbacks en el díptico, que suponía su responso fúnebre, de ‘Rebeldes’ y ‘Rumble fish`). A partir de entonces parecía un profesional aplicado, aunque no faltaran brillantes momentos, como aún residuales rescoldos de ingenio, en ‘Tucker’(1988), ‘El padrino III (1990), que aunque no esté a la altura de las dos precedentes me parece muy notable ( y con un desenlace excepcional), ‘Legitima defensa’ (1997), e incluso la muy irregular ‘Drácula’ (1992), un batiburrillo de imágenes o secuencias excelsas y elementos adocenados o de saldo. Con la estimable ‘Youth without youth’ (2007), tras diez años sin rodar, se apreciaba un retorno que era un reinicio. En aquella obra alentaba, cuando menos, el transitar senderos arriesgados, aunque quizá aún le faltara esas brasas arrebatadas de ingenio, era una obra sobre el tiempo ( o su consciencia), delineada impecablemente, con un esmero formal ejemplar, pero ‘demasiado’ equilibrada.
Algo que parece superar ya ‘Twixt’ (aunque quizá esté más descompensada; pero tampoco lo aseguro aún bajo los efectos de disfrutar de una obra de la que esperaba menos, por lo oído o leído). Quizá esa ‘frecuencia lynchiana’ en la que navega ya me cautivó. Su desparpajo, también. Combina cadáveres en la morgue con una gran estaca atravesándolo, apariciones de fantasmas, el de una ‘vampira’ (Elle Fanning) de doce años que no tiene colmillos sino ‘brackets’, un hotel cerrado que aparece abierto en lo que se supone un sueño (en el que los colores parecen degradarse, excepto el rojo que resalta en los encuadres) de Baltimore, y en el que doce niños yacen enterrados bajo su suelo, y cuyos fantasmas aparecen junto a quien les cuida, sobre cuyo carácter y función sobrevuela la duda. Un hotel en el que durmió Edgar Allan Poe, y que, en feliz hallazgo narrativo, aparece bajo los rasgos de Ben Chaplin, portando un pequeño farol, como ‘guía’ de Baltimore en las tinieblas de los sueños . Aún más, como si fuera otro desvío en la narración, sin que para nada afecte a la continuidad tonal de la obra (conectas o no conectas; sino pensarás de qué ve esta ida de pinza), dedica un estupendo montaje secuencial a la lid de Baltimore para lograr escribir la primera fase de su novela ( de nombre ‘La ejecución de vampiros’; idea del ambivalente sheriff, encarnado admirablemente por Bruce Dern). El abrupto final ( desde luego, lo es la elipsis entre la secuencia final y la precedente) hace pensar que Coppola necesita que el recuerdo de su dolor le mordiera hasta las entrañas para liberarse de los últimos lastres que le condicionaban para desplegar su exuberante ingenio creativo ( o su capacidad de riesgo, de experimentar, pero no sobre superficies, como en ‘Drácula’, sino sobre cimientos tan densos como movedizos).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
'¿Cómo puede el director de 'Drácula', por muy autoreferenciadora y coñera que sea, revisitar con 'Twist' el género hoy tan de moda y que él elevara a tal altura?
ResponderEliminarEl juego me parece que le queda aquí con más gracia, y más equilibrado. En 'Dracula', en cambio, por mucho que tuviera un deslumbrante diseño visual, chirriaba por muchos lados. Junto a secuencias estupendas, sobre todo en sus primeros pasajes en el castillo, había otras, sobre todo en las que aparecían aquel trio de caballeros andantes, que eran un tanto grotescas (por ser suave). Como me gusta mucho Hopkins, pero su Van Helsing parece más salido de una plumbea película de Leone.
ResponderEliminar