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jueves, 7 de abril de 2011
Espartaco
Nunca fue Stanley Kubrick tan delicado como en esta secuencia de 'Espartaco' (1960). La escena es un prodigio de tan tierno como desgarrado lirismo. El jefe de gladiadores, Marcelo (Charles McGraw, uno de esos grandes secundarios nunca lo suficientemente reconocidos) está 'adjudicando' a las mujeres para solaz (aunque más bien como estímulo para que la 'maquinaria' funcione) de los prisioneros cuyo destino es convertirse en gladiadores para divertimento de los patricios romanos (toda una 'cadena' de jerarquías). Batiatus (Peter Ustinov) cambia el destino de Lavinia (Jean Simmons), una de las mujeres más atractivas, y se la adjudica a Espartaco ( su gesto, sin levantar la vista, al corregir a Marcelo, ya indica que sus intenciones no son precisamente generosas, y que algo oculta).Lavinia entra en la celda de Espartaco (Kirk Douglas), el cual se incorpora con una expresión de asombro al verla 'irrumpir'. La música empieza a acompasar sus gestos (uno de los más hermosos temas de amor compuestos, obra de Alex North), contemplándola como si fuera una aparición (una irrupción de lo excepcional), tan hermosa que no puede ser verdad. Acaricia delicadamente sus mejillas, y su cuello. Ella hace un gesto de moverse hacia delante, y él la detiene con su mano, con suavidad, cogiéndola del hombro. La misma música se detiene. Espartaco la rodea, cambiándose de lado, a su izquierda, y con su movimiento vuelven los acordes de la melodía (como la emoción es movimiento para unos personajes prisioneros de la 'prostitución' a la que se ven sometidos ambos).
Espartaco acaricia su melena, y su hombro, con entregada delicadeza, como si constatara la real presencia de lo inusitado. Y musita, 'nunca he estado con una mujer'. Ella, ahora sí, completa el gesto que antes Espartaco había interrumpido, dando unos pasos, y volviéndose, quitándose el vestido, quedando desnuda ante él, quien la contempla arrobado, hasta que escucha unas risas encima de él.
Batiatus y Marcelo les observan desde la rejilla del techo, jaleándoles para que continúen, y hagan el amor para su divertimento. Espartaco se enfurece y salta hacia la rejilla; no acepta ser divertimento de nadie. Grita que no es un animal, repitiendolo en un doliente susurro ( que escuchamos sobre el rostro de Lavinia, quien se 'acompasa' a él y dice que tampoco lo es ella). Espartaco se acuclilla, y le ofrece el vestido. Ella le mira sorprendida por su gesto, y por lo que significa, y define a Espartaco, y se lo pone. El se sienta, y le pregunta su nombre, ella responde que Lavinia, con gesto de 'reconocimiento'.
Gestualidades, escuetos intercambios de frases y silencios que hablan elocuentemente, entre dos personajes que rápidamente se comprenden, y se 'sienten', y cuyo auténtico sentimiento se rebela ante la sordidez de lo que les rodea. Batiatus, dado que Espartaco no ha cedido en complacerle ( es lo que buscaba Batiatus, conocedor de su temperamento insurgente, es una forma de humillarle ya que no consigue domesticarle), entra con Marcelo, y se llevan a Lavinia, apostillando, antes de irse, que Espartaco por mucho que clame que no es un animal, nunca será un hombre.
Sí, sé que disiento con respecto a una extendida valoración, pero considero a 'Espartaco' (1960) la mejor obra de Kubrick. Ironías, es la única obra que no dominó completamente, aunque lograra introducir cambios acordes a su planteamiento (hay que reconocérselo, en esta misma escena suprimió dialogos, y eso dota de mayor fuerza lírica al momento), ya que tuvo que plegarse, a su condición de director contratado, en bastantes aspectos. De entrada no logró suprimir la introducción en la cantera, realizada por Anthony Mann (despedido por diferencias creativas con el productor, Kirk Douglas). Y curioso, es una película más cercana a los logros de Anthony Mann que a las otras obras de Kubrick. Siempre he considerado superior al primero, opuesto a las carencias de Kubrick, su supeditación a las 'intenciones' o 'grandes ideas', lo que ha determinado unos mecanos, impecables en sus logros (avances) técnicos, pero rígidos y carentes de vida, y tendentes al trazo grueso y a la obviedad,en donde las pretensiones discursivas (simbólicas) ahogan la fluidez dramática, con la excepción de 'Senderos de gloria' (1956), aunque no me parezca tan plena como 'Espartaco'. El resto, en general, me parece, cuando menos, que no supera la discreción, muy irregulares, con secuencias o momentos puntuales de brillo', y desde luego, tampoco pienso, como apuntan algunos, que su estilo destaque por su heterodoxia ni por un sello único. Y eso que durante tiempo mi psicólogo se ha esforzado en su tratamiento para que recupere el discernimiento.
Porque 'Lolita' (1962), ante todo, me parece que debe su fuerza a la intensa y matizada interpretación de James Mason como Humbert (creo que pocas interpretaciones tan complejas y arrolladoras he presenciado), porque la fluidez narrativa brilla por su ausencia, en especial, la incapacidad de saber conjugar las apariciones del personaje de Peter Sellers, fracasando en su intento de dotar de ambivalencia a unas 'apariciones' que pueden ser tanto reales como una proyección de los conflictos de conciencia de Humbert. Y 'La naranja mecánica' fue una obra que me fascinó como adolescente, pero que revisada años después, mi impresión fue que chirríaba porque cae en el defecto de incurrir expresivamente en lo que supuestamente intenta poner en evidencia, la violencia estructural de la sociedad y el ser humano, en un coctel artificioso, efectista y autocomplaciente. '2001' (1968) me parece una pompa de jabón de un envaramiento soporifero, y otro ejemplo de que el interés de su propuesta está en el plano teórico. Vale más la pena leer un ensayo sobre sus intenciones, que sufrir su impostada y arritmica narrativa; en especial a partir de la excepcional elipsis del hueso a la nave espacial (me parece muy superior el episodio de la era primitiva; entre las secuencias espaciales vuelve a evidenciar lo que considero una de sus carencias, su arritmico montaje, su plomizo fluir, del cual otro ejemplo es el duelo de 'Barry Lindon'(1975), probablemente el duelo que me ha parecido narrado más torpemente. De nuevo, esta obra posee algún pasaje brillante, pero en general me parece que no sobrepasa caligrafista decorativismo. Los desequilibrios también me parece que hacen mella en 'El resplandor' (1980), en la que no faltan momentos destacables, eficazmente perturbadores, como el encuentro del niño con la mujer en la ducha, o en 'La chaqueta metálica' (1980), donde sus dos partes diferenciadas no acaban de crear un armónico conjunto, difuminándose los aciertos de su primera parte. 'Atraco perfecto' (1956), tiene el mismo interés que una hoja de cálculo, es decir, sus juegos estructurales, pero que derivan en lo artificioso y lo exageradamente enfático de ciertas soluciones de planificación (como quien subraya más de una vez una frase por si no nos hemos dado cuenta de una idea). Y 'Eyes wide shut'(1999) me parece rancio prospecto psicoanalitico incapaz de hacer narración del símbolo, sin lograr dar cuerpo al sugerente material procedente de la obra de Arhtur Schnitzler. Es un film 'desmostrativo', que no logra ser transgresora como lo es el material dramático que queda en desdibujado esbozo (qué hubiera hecho Lynch con tal material...).En cuanto 'Teléfono rojo...' (1964) sus junturas no me parecen que chirríen tanto, pero no me parece que sobrepase la discreción, o la chispa de una premisa ocurrente que se desarrolla a medio gas entre trazos tampoco tan ocurrentes y que atrancan progresivamente el relato.
Por ello, seguiré considerando 'Espartaco' su obra más 'viva', y con más fuerza dramática, donde los personajes respiran como tales, no como entes simbólicos.Pocos personajes tan complejos, contrastados y con relieve, como el Craso que interpreta proverbialmente Laurence Olivier, un personaje fascinante. En el se condensa la fuerza de esta obra, un personaje de superlativa y aguda inteligencia, cruel y calculadora, pero desgarrado en su impotencia porque no logrará satisfacer sus deseos de tener ni a Lavinia ni a Antoninus (Tony Curtis), porque el afecto de éstos estará con Espartaco. Y así lo expresa en su grito al golpear a un apresado Espartaco en uno de los momentos más intensos y portentosos de la obra de Kubrick (y hasta diría que del cine en general). Esa es su grandeza como personaje. Algo de lo que ha carecido la obra de Kubrick, donde sólo brillará el alarde su inteligencia desvitalizada. Pero seguiré con el tratamiento con mi psicológo, a ver si veo la luz (o el monolito).
'Espartaco' (Spartacus, 1960), me parece la obra cumbre de Stanley Kubrick, y lo más destacable de su filmografía junto a 'Senderos de gloria' (1957). El resto, en lo que sé me desmarco de la mayoría, me parecen lejos de parecerme obras logradas o equilibradas entre intenciones y resultados.En este caso, la armonía del conjunto es admirable, con un esplendido trabajo de equipo con magníficas fotografía de Russell Metty y banda sonora de Alex North,y un excelente guión de Dalton Trumbo (con aportaciones del propio Kubrick). Y un gran reparto en el que destacar a Charles Laughton y Un Laurence Olivier en estado de gracia que da cuerpo a un personaje memorable. Y Hay que reconocerle los méritos de Kirk Douglas como productor, a través de Byrna productions, y más si consideramos que, aparte 'Espartaco' y 'Senderos de gloria', impulsó obras del calibre de 'Los Vikingos', 'Un extraño en mi vida', 'El último tren de Gun Hill', 'Siete días de mayo', 'El último atardecer' o 'Los valientes andan solos'.
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Oh, tengo el blu-ray para volver a verla, me venía de regalo con el reproductor. Es cuestión de encontrar 196 lozanos y despiertos minutos.
ResponderEliminar"Espartaco" y "Cleopatra" son las dos únicas películas de "romanos" que me apetecería volver a ver, las únicas que me gustan verdaderamente. Que no haya visto aún creo que pueden gustarme "La caída del imperio romano" y "Barrabás".
Con "Ben Hur" no tendría paciencia, aunque confieso que suelo mostrar la carrera de cuádrigas a mis pequeñajos cuando aparece Roma en sus temarios (una vil excusa, todos sabemos lo que de verdad importa, que los caballos blancos ganen), y les enloquece hasta la fiebre y el delirio, son una masa incontrolable.
Hablaría de Kubrick, para bien, pero ¿por qué será que leyendo sobre "Espartaco" jamás acude su nombre a mi mente?.
Un saludo
Sergio
Coincido en lo poco (bueno, nada) que motiva el volver a sumergirse en 'Ben-Hur', quitando la vigorosa secuencia de la carrera de cuádrigas, que no me extraña que los exalte, y además con esa rúbrica tan 'descarnada' (cómo queda el pobre Mesala). Creo que 'Barrabás', que volví a revisar hace poco, te sorprendería, es la más 'rara avis' de todas, y la de Mann tiene momentos portentosos, sobre todo en la primera mitad, y en las secuencias en que intervienen Alec Guinness y James Mason (el único 'pero' a superar es Sofía Loren, que nunca me ha entusiasmado ni como actriz ni como mujer).
ResponderEliminarY sí, no me extraña que sea Espartaco con la que menos se asocie a Kubrick...
Abrazos!