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martes, 15 de noviembre de 2011
La novia de Frankenstein - Imágenes de un rodaje. La fascinación de los fragmentos
James Whale, Boris Karloff, Elsa Lanchester, Ernest Thesiger, Colin Clive, el maquiilador Jack Pierce y John J Mescall (director de fotografía) durante el rodaje de 'La novia de Frankenstein' (The bride of Frankenstein, 1935). Como la propia criatura creada por el Baron Frankenstein, el fulgor de esta esplendida obra siempre me ha parecido que proviene de sus cautivadores fragmentos más que de una sensación de hilado conjunto. Hay, incluso, algún fragmento o alguna pieza que desentona, como la estridencia del cargante personaje de Una O'Connor. Pero priman los deslumbrantes: ese singular prólogo que reune a Mary Shelley, Lord Byron y Percy Shelley, en una noche de tormenta, recreando el encuentro en que el que se propulsó la creación de Frankenstein de Mary Shelley (el atractivo añadido a que sea ahora cuando se utilice cmo prólogo, y no en la anterior, la adaptación de 'Frankenstein' (1931), del propio Whale, es la ingeniosa ocurrencia de que la creada novia de la criatura de Frankenstein, con la ayuda del doctor Pretorius (Erneste Thesiger), esté interpretada por la misma actriz que interpreta a la creadora literaria, Mary Shelley (Elsa Lanchester), idea, la del prólogo como la cre la creación de una 'novia' ocurrencia de John L Balderton, uno de los numerosos guionistas que tuvo el proyecto, con varias versiones desechadas durante varios años; el resultado final es como la criatura, una mezcla de las diferentes versiones; la sesión, cual atracción de feria, en que Pretorius enseña a Frankenstein (Colin Clive) sus homúnculos( el rey, la reina, el papa y el diablo), fruto de la creatividad de John S Fulton (encargado de los efectos especiales), junto a David S Horsely; la primera aparición de la criatura, en las aguas subterráneas del incendiado y derruido molino (primero se percibe su brazo, hasta que 'aparece' su rostro), y el cruel detalle (de azar o destino) de que mate al padre de la niña que había ahogado en 'Frankenstein', y después a la madre; el efímero risueño encuentro entre la criatura y el hombre ciego en la cabaña del bosque (el descubrimiento y aprecio de la bella de la música, de la bebida, y el tábaco- entusiasmo que hoy sería considerado muy poco 'correcto', sobre todo cuando usa la calificación de 'bueno'-; la conversación de Pretorius y la criatura en los subterráneos de la cripta (con el doctor desapegadamente comiendo entre cadáveres y ruinas polvorientas), otro de los admirables escenarios diseñados por Charles D Hall,aparte del equipo de laboratorio creación de Kenneth Stricfaden; y por supuesto la secuencia de la creación de la novia, con ese fascinante diseño (de electrizante peluquería) con la que se le caracteriza ( y como guinda su grito de rechazo al ver a la criatura).
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