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viernes, 25 de noviembre de 2011

En rodaje: Hiroshi Teshigahara

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Hiroshi Teshigahara (tercero por la izquierda), y parte del equpo técnico, durante el rodaje de la asombrosa 'La mujer en la arena' (Suna no onna, 1964). No es de extrañar que fuera una de las obras favoritas de Tarkovski, con esa proverbial conjugación de alegoría, poesía y fisicidad telúrica. Como si fuera un microscopio que estudia un insecto, hay secuencias, planos, en que la cámara explora los cuerpos, como si hiciera sentir los poros. Como un reloj de arena, el tempo hace sentir sus pulsaciones, su exasperación o dilatación, intercalando planos de la arena deslizándose,haciendo palpable la naturaleza hasta con el sonido, el del viento o el de la arena. Una deslumbrante obra fantástica, de arrebatadora y turbadora atmósfera, una desazonadora alegoría sobre una sociedad, la de entonces y diría que hasta la de ahora, que se ha convertido en taxidermista de sus habitantes, atrapados, como insectos, en su ensimismamiento.

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