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domingo, 6 de junio de 2010

Melodías de Broadway 1955

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'Dancing in the dark', uno de los números musicales de 'Melodías de Broadway 1955' (1953), de Vincente Minnelli, me parece uno de los momentos más excelsos que ha dado el género musical, de una lírica y exultante delicadeza. La película de Minelli exuda inteligencia, ironía y vitalidad por todos sus poros, tramándose alrededor de la obra musical que une a una estrella un tanto olvidada, Tony (Fred Astaire), y una bailarina de ballet clásico, Gaby (Cyd Charisse). Presente y pasado que compartían verdaderamente ambos actores. Claro que Tony se queja de que ella es demasiado alta para él. Y ella de que le lleva demasiado años, vamos, que es demasiado viejo para ella. Aunque, en el fondo, ambos esconden el temor que les supone el bailar junto a alguien que admiran en un distinto campo de la danza, y que no dominan como el otro. Una reverencia y respeto que dismulan a la defensiva en un principio.
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La secuencia de 'Dancing in the dark' es la encarnación hecha baile de su 'aproximación', cuando dejan de lado sus reticencias y orgullos. Además, es en un espacio natural, en un parque (da igual que sea de estudio, la idea es lo que cuenta). Ambos de blanco luminoso, como si se hubieran desprendido de escudos y colores que ocultan lo que son y sienten, caminan, aunque ya sus pasos inspiran danza conjunta, cómplice. Y dan rienda suelta a la danza, que, a la vez, es caminar, en una prodigiosa conjugación de ambas ideas. En pocos bailes se ha transmitido esa sensación de dos cuerpos que conversan, fluyendo en unos movimientos, que son suavidad y caricia, como si su 'unión' fuera de lo más natural, como si ya se conocieran de mucho tiempo atrás, y departieran con esa relajada atención en la que ya son uno, 'acompasados' y 'juntos'. Se han elevado sobre sí mismos, y se han encontrado en la ligereza que inspira el encuentro entre dos intimidades que se reconocen, acarician y sonríen. Sólo resta subirse a la calesa, y continuar su viaje juntos hacia un horizonte que ya es compartido. Su caminar ya será danza. Como su danza es caminar uno al lado del otro. Es la danza de los corazones afines, que se miran directo a los ojos, y dicen 'tu y yo'.

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