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jueves, 17 de junio de 2010

El estrangulador de Boston

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La pantalla de la realidad es como una mente escindida. Ambas ignoran su condición trastornada. La primera estigmatiza a los diferentes, a los que no encajan en el catalogo de valor de imagen social, y son calificados sus comportamientos como desviados. Su rigidez de patrones morales reprime, inhibe y crea monstruos. Mentes escindidas que inconscientemente vehiculan sus carencias y frustraciones a traves de un acto extremo, la violencia desatada y mortal. Un hombre en el que nadie se fija, un sencillo fontanero, un hombre común en su apariencia como tantos otros, otro maniquí más (como en la perturbadora secuencia onírica que plasma su escisión mental) en el desvitalizado escaparate de la vida,pero cuyos cuyas tuberias interiores se atascan y explotan en la perpretación de un crimen. Hasta que se enfrente a la pantalla en blanco de su mente,que es el mismo vacio sobre el que está sostenida la sociedad que habitaba, y le deshabitaba. Y el proyector de su mente se rompa.
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'El estrangulador de Boston' (1968), de Richard Fleischer es una implacable disección de una sociedad enquistada y cuyos espejos están resquebrabajados aunque se crean limpidamente diseñados. La primera parte está sigue la investigación en busca de el estrangulador de Boston. Somos testigos de todo un ámplio puzzle social, y su condición viene reflejada en el uso de la pantalla dividida, a la cuál nunca se le ha dado mejor uso que en esta gran obra. El objetivo de la investigación, o los sospechosos, son todos aquellos calificados o etiquetados de realizar o gustar de 'comportamientos desviados' según los rígidos valores de la llamada sociedad bienpensante (qué ironía de término).
En la segunda, ya definida la identidad del asesino, y centrada en su interrogatorio que es abordar su mente, ya que él mismo desconoce lo que hace adquiere unos tintes perturbadoramente severos y despojados, como un punzón de hielo (en las que son las secuencias más desasosegadoras de la obra, en ese compartimento policial de colores blanquecinos).
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Añadase dos grande interpretaciones de Tony Curtis como el estrangulador y Henry Fonda como el encargado del caso, de ideas liberales aunque descubra por el camino que porta más prejuicios de los que cree (véase la secuencia en el local de ambiente gay) e incluso, para su propio desconcierto y horror, que es más inquisidor de lo que creía.

'El estrangulador de Boston' (1968), de Richard Fleischer, es una admirable, turbadora y hasta desazonadora obra ( en su portentoso último tramo), con un gran guión de Edward Anhalt y un brillante trabajo de Richard H Kline en la fotografía. En 1974, en su primer pase televisivo, se añadía una coda en la que se indicaba que no se creía que De Salvo fuera el auténtico asesino y que su confesión más bien era fruto de su mente perturbada.

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